El nuevo reto de la industria del automóvil: transformarse totalmente en solo 15 años


La Unión Europea quiere que todos los vehículos que se vendan a partir de 2035 sean cero emisiones, es decir eléctricos o de hidrógeno.
Esto supone el adiós a los coches de combustión interna, pues hoy no hay tecnología que las pueda eliminar totalmente.
Será un brutal vuelco a la sociedad y a la economía europeas que deberán cambiar radicalmente en entre nueve y quince años.
Un cambio fulgurante para la sociedad que conocemos se avecina, si sale adelante la propuesta de la Comisión Europea que pretende que no se puedan vender coches que no sean cero emisiones más allá de 2035. Esto supone la prohibición de la venta de coches de combustión interna a partir de esa fecha, ya sean a gasolina, diésel o gas y que solo se puedan vender coches 100% eléctricos o de hidrógeno.
Necesitamos trabajar por un transporte de emisiones cero.
— Comisión Europea (@ComisionEuropea) 14 de julio de 2021
🚗 Reducir las emisiones de los vehículos un 55% para 2030.
💨 Para 2035 los coches nuevos deberán emitir cero CO2.
También proponemos objetivos para la infraestructura de combustibles alternativos.#EUGreenDeal
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La prohibición de vender coches que no sean cero emisiones incluiría a los híbridos de cualquier clase, incluyendo los enchufables, ya que todos ellos cuentan con un sistema de propulsión térmico que entra (o puede entrar) en funcionamiento en mayor o menor medida en algún momento durante la conducción.
Eso es porque ahora no existe una tecnología térmica que sea capaz de eliminar totalmente las emisiones. Y tampoco es previsible que vaya a existir, entre otras cosas porque a partir de ahora cada céntimo de euro que vayan a invertir tanto los fabricantes de automóviles como los de componentes tendrá que pasar a dedicarse al desarrollo y fabricación de coches eléctricos.
La gran mayoría abandonará la investigación en motores de combustión interna, pues aunque puedan continuar vendiéndose en determinadas zonas del mundo, los producirán con tecnología ya existente. Estas zonas serán las de menor presión regulatoria, principalmente África y amplias zonas del continente americano y también de Asia.
Se trata de una propuesta incluida dentro de un paquete de medidas medioambientales desveladas ayer y que acelerarán un salto a la electrificación para el que algunas marcas ya se estaban preparando.
Además hasta llegar a esta restricción, que supondría un cambio de 180 grados, se daría un primer paso con la obligatoriedad de reducir las emisiones no hasta el 37,5% para 2030 (frente a las de 1990) como estaba hasta ahora anunciado, sino hasta el 55% frente a la media actual. Los fabricantes ya entendían la reducción del 37,5% como un durísimo golpe a toda la industria europea de la automoción, cuyos ingresos -y por tanto el flujo de inversiones para la creación del ecosistema productivo eléctrico- dependen de los coches de combustión interna.
En cuanto a las furgonetas, el umbral de cero emisiones es igual que para los coches, en 2035, mientras el paso intermedio de reducción que era del 31% en 2030 frente a las de 1990 pasaría a ser ahora del 50%.
Frans Timmermans, el jefe de las políticas climáticas de la UE comentó en una conferencia de prensa que “Vamos a preguntar insistentemente a nuestros ciudadanos y también vamos a preguntar y a estar en contacto con nuestras industrias, pero esto lo hacemos por una buena causa. Lo hacemos para ofrecer a la humanidad una oportunidad para luchar [contra el cambio climático]”.
Todas estas medidas requerirán la aprobación de los estados miembros, así como del Parlamento Europeo, en un proceso que se puede alargar aproximadamente unos dos años. Ya han surgido las primeras especulaciones sobre que las reticencias de algunos de los estados miembros puedan retrasar esas fechas, aunque las palabras tanto de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen no dejan resquicio a la duda de cuáles son sus intenciones.
El sector pide progresividad
La primera respuesta del sector en España ya se ha producido. “Neutral in Motion” ha hecho público un comunicado en el que se solicita al Gobierno que la transición hacia la descarbonización sea “progresiva y que no se base en prohibiciones”. En cuanto a la revisión de la estrategia que fijaría la reducción de emisiones en al menos un 55% para 2030, apelan al Gobierno a que “mantenga la línea marcada por la Ley de Cambio Climático” ya que”los objetivos fijados para España, que pretende reducir un 23% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990 en 2030, ya son muy desafiantes”.
Es imposible no destacar que esa pretensión supone sustituir todos los combustibles fósiles (gasolina, gasóleo, gas...) por vehículos alimentados por electricidad que además debería ser renovable lo que supondría “una radical y profunda transformación del modelo energético español a una velocidad sin precedentes”.
Y por supuesto, apelan a medidas llenas de sentido común, como impulsar políticas activas e incentivos que ayuden a sacar de la circulación a los vehículos más antiguos y contaminantes -que suponen una elevadísima proporción de nuestro parque cuya edad media está en los 12,3 años de edad-; la reducción del IVA para los eléctricos y enchufables y el impulso de una red de recarga eléctrica que por ahora se muestra como claramente insuficiente para dar servicio a la gigantesca sustitución de automóviles que debería tener lugar en un plazo de menos de nueve años.
Recordemos que “Neutral in Motion” lo forman las nueve principales asociaciones del sector de la movilidad, entre las que se encuentra por ejemplo AEDIVE, la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica.
Incertidumbre por doquier
El nivel de incertidumbre que dejan tanto la medida con horizonte a 2035 como con horizonte a 2030 son de colosales proporciones y mucho más en España. Recordemos que en nuestro país aproximadamente el 65% del parque de vehículos particulares “duerme” en la calle, sin que sus propietarios tengan posibilidad de enchufarlos para su recarga.
Es el automóvil de la clase media y baja que en muchos casos los usan para trabajar o acceder a sus puestos de trabajo y que verán cómo tienen que alargar la vida de su coche de combustión (con última opción de compra de térmicos puros en 2029) si quiere seguir teniendo un medio de transporte individual a su alcance.
Para visualizar en cifras la enormidad de la red que debe desplegarse, la Unión Europea se ha fijado el contar con un millón de puntos en todo su territorio para 2025, tres millones y medio para 2030, once millones y medio para 2040 y 16,3 millones para 2050.
Por la parte de la oferta hay que preguntarse si las empresas energéticas darían a basto para afrontar la entrega de toda la electricidad que necesitasen los automóviles. Aunque la autogeneración “casera” se extienda, no serán sólo los coches los demandantes de energía renovable, también estarán la industria, los edificios...
Y yendo hacia atrás en la cadena de valor, ¿serán capaces los fabricantes de placas fotovoltaicas y aerogeneradores de producir todos los productos necesarios? Es más, ¿los productores de materias primas darán a basto a surtir a los fabricantes de todos los materiales precisos?
Y lo más preocupante, insistimos, es que hay que dar respuesta a la gran mayoría de estas preguntas, en un periodo de entre nueve y catorce años.