El 'Pepito Grillo' de los Gobiernos se convierte en ministro de la Seguridad Social

El mundo económico valora muy positivamente el nombramiento de José Luis Escrivá, hasta ahora presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal
Un día, José Luis Escrivá, cogió el metro en Nueva York. Terminó en un barrio conflictivo del que consiguió salir para llegar finalmente al aeropuerto JFK. Es una anécdota de su vida que sirve para definir los últimos años de su carrera profesional y el reto al que se enfrenta: la reforma de las pensiones como ministro de Seguridad Social. No va ser sencillo encontrar el camino.
Es difícil, sin embargo, ponerle pegas (o encontrar a alguien que lo haga) al nuevo ministro de la Seguridad Social, Inclusión y Migraciones. Al menos desde la esfera económica se le reconoce su valía, su rigor y criterio técnico e independiente, su talante... “No se casa con nadie con facilidad y va a decir lo que piensa”, opina alguien que ha colaborado con él en la AIReF, el organismo independiente que presidía hasta hoy y el encargado de examinar las cuentas públicas. Una especie de Pepito Grillo incómodo, a veces, pero necesario.
Ahora este economista albaceteño de 59 años, premio extraordinario de carrera, tendrá que convivir con una ministra de Podemos en la cartera de Trabajo, la otra cara de la Seguridad Social. En un sitio se genera el dinero, y en el otro se utiliza para pagar las pensiones. En el programa de Gobierno de coalición figura la derogación de la reforma de las pensiones que aprobó el Partido Popular en 2013.
Es posible que el encaje con Podemos sea complicado. Hace poco hubo un rifirrafe a cuenta de un informe de la AIReF, el organismo que presidía Escrivá, sobre Correos. El asesor económico del partido morado, Nacho Álvarez, le afeó vía Twitter que “se empezaba empoderando a una autoridad independiente y te acaba haciendo política económica”. Escrivá le contestó por la misma vía diciéndole que esperara a leer el informe (que no había sido publicado todavía). A día de hoy no hay rastro de este intercambio de tuits las cuentas de ninguno de los dos.
Algunos creen que Escrivá es el mejor muro de contención que podía haber elegido Pedro Sánchez. “Es muy profesional y muy buen economista”, dicen sus colegas. Una persona obsesionada con los datos, la evidencia y la transparencia.
Como presidente de la AIReF, Escrivá ya ha hablado en más de una ocasión de las pensiones. Su opinión es que la Seguridad Social no tendría los números rojos que tiene (casi 17.000 millones este año, sí es mucho dinero) si no tuviera que cargar con algunos gastos que no son del todo suyos. Eso corregiría el agujero y restaría algo del alarmismo que se ha generado en los últimos años sobre la sostenibilidad de las pensiones. Respecto al futuro, Escrivá es consciente de que hay previsiones muy pesimistas pero también cree que pueden materializarse escenarios menos desfavorables.
Su nueva misión, la reforma de las pensiones, no estará exenta de grandes dificultades. Todos los grupos parlamentarios estuvieron a punto de lograr un consenso en el Pacto de Toledo (la reunión en el Congreso donde se toman decisiones sobre las pensiones), pero la posición de una diputada de Podemos dinamitó el acuerdo el pasado mes de abril. Esa diputada era Yolanda Díaz y ahora será ahora su colega en el consejo de ministros con la cartera de Trabajo.
La experiencia en la AIReF
Pero de lidiar situaciones complicadas ya sabe mucho Escrivá: fue elegido en 2014 para pilotar, por primera vez, una nave de nueva creación (la AIReF) y con una misión, digamos, complicada. Se trataba de vigilar y controlar las decisiones de gasto de la administración. Le propuso el PP y salió adelante el nombramiento con los votos a favor de la Comisión de Hacienda del Congreso. Ya en esa etapa tuvo sus más y sus menos con Cristóbal Montoro, entonces ministro de Hacienda por temas de personal y luego de acceso a la información.
En el entorno económico se valora mucho la tenacidad y la dedicación con la que Escrivá luchó para convertir la AIReF en un organismo independiente y transparente. Nunca antes había existido algo parecido en nuestro país. El mandato de Escrivá terminaba en febrero y no había posibilidad de prórroga. Ahora se abre otro problema: encontrar a alguien con un perfil parecido que no ponga en cuestión la independencia del examinador.