Anita Delgado, la bailarina de Málaga que se convirtió en princesa de la India

Anita Delgado se convirtió en princesa de Kapurthala tras su enlace con un maharajá indio, y ahora Málaga le dedica una placa
Valle-Inclán y Ozor actuaron como celestinos en la relación amorosa entre el príncipe indio y la bailarina malagueña
Anita se encomendó a la Virgen de la Victoria durante el parto de su hijo y le regaló un manto cumpliendo su promesa
La historia de Ana María Delgado Briones, más conocida como Anita Delgado, bien podría ser una novela de ficción o una película taquillera. Pero, nada más lejos de la realidad. Esta malagueña vivió múltiples aventuras rodeada de muchos lujos inesperados. La joven pasó de ganarse la vida como bailarina de cuplés a convertirse en princesa de la India.
Por ello, el Ayuntamiento de Málaga ha querido recordar su historia y ha colocado una placa en el marco del plan 'Málaga hace Historia'.

El Ayuntamiento malagueño quiere así dar a conocer a figuras que han marcado la historia de la ciudad, entre los que se encuentran algunos tan exóticos y desconocidos para muchos como la joven malagueña. Gracias a esta iniciativa, cada vez que los transeúntes paseen por la céntrica calle Peña, tendrán un poco más presente la historia de Anita Delgado.
Quién fue Anita Delgado
Anita Delgado (1890-1962) nació precisamente donde se ha llevado a cabo este homenaje. Sus padres, de origen humilde, regentaban la cafetería La Castaña. Allí, junto a su hermana Victoria, dio buena cuenta de sus dotes artísticas. Juntas comenzaron a asistir a clases de declamación y, a pesar de la mala situación económica de la familia, el padre de Anita le renovó su matrícula.

A pesar de esos esfuerzos, eran años duros, de mucha miseria para las familias españolas, así que sus progenitores decidieron coger sus pertenencias y emigrar junto a sus hijas a Madrid en busca de un futuro mejor.
Anita y su hermana se buscaron la vida desde muy jóvenes. Con tan solo 16 años, bailaban en los tablaos flamencos de la capital bajo el nombre artístico de las Camelias. Uno de sus primeras actuaciones de prestigio tuvieron lugar en el café Kursaal, un local donde se podía disfrutar de sus bailes y el arte andaluz que corría por sus venas. Entre los clientes habituales de este café estaban algunos intelectuales de la época como Valle Inclán, Julio Romero de Torres o Leandro Oroz. Artistas con los que Anita pudo hacer amistad y compartir impresiones.
Un amor de película
Nada es casual en esta historia porque precisamente en esa época, pero durante el día, el castizo Madrid también estaba lleno de vida. En esos días, la capital se engalanaba debido a la cercanía de un evento que marcaría la historia de España. La boda real de Alfonso XIII y la princesa Victoria Eugenia. El enlace provocó que a la capital llegasen numerosas personalidades, entre las que se encontraba el maharajá indio de Kapurthala, Jagatjit Singh.
Como buen turista, este príncipe indio visitó el café donde actuaba Anita y nada más verla bailar quedó hipnotizado. En ese momento tuvo claro que quería casarse con la bailarina malagueña. Sin embargo, en un primer momento Anita rechazó su petición de mano y sus padres tampoco estaban muy convencidos de entregar a una joven de 16 años a un príncipe llegado de la India. Para la mala suerte del enamorado, la gota que colmó el vaso fue el atentado que sufrió el cortejo del rey Fernando XIII. Unos hechos que, como a muchos invitados, le hicieron abandonar Madrid y viajar a París.
Parecía entonces que las aguas se habían calmado, pero no fue así. El príncipe indio, desde la distancia, se empeñó en conquistar a Anita y le bombardeó a cartas de amor. Poco a poco ella dio su brazo a torcer y se fue dejando conquistar a través de dichas las misivas.

En este punto de la historia entran en juego dos personalidades que, además de escritores, fueron, sobre todo, celestinos. Se trata de Oroz y Valle- Inclán. Y es que Anita les pidió a sus amigos algo tan simple como que le llevaran una carta a Correos. Ni corto ni perezoso, Oroz abrió la carta junto a su amigo e hicieron algunas modificaciones antes de enviar la carta. Lo que en un principio eran unas supuestas correcciones de ortografía y vocabulario, se convirtieron en todo un poema de amor.
De París a la India
Finalmente, Anita sucumbió a los encantos de su pretendiente y sus aventuras le llevaron a Francia. Con el consentimiento de sus padres, viajó a París en 1907. Allí contrajeron matrimonio y se educó en modales, protocolo y moda para la nueva vida que le esperaba en la India. Cuando llegó a su nuevo hogar, lo hizo por todo lo alto. La entrada de la malagueña en palacio tuvo lugar a lomos de un elefante y rodeada por súbditos reales.
Allí, su vida cambió de la noche a la mañana, aunque siempre mantuvo costumbres a la europea: se maquillaba, jugaba al tenis, bebía champán, y pocas veces vestía con trajes tradicionales del país. Aún así, vivieron felices (durante algunos años) en una réplica del Palacio de Versalles que el maharajá indio mandó construir y allí tuvieron su primer y único hijo. Un parto complicado en el que Anita se debatió entre la vida y la muerte. En esos momentos, la malagueña, que siempre tenía Andalucía presente en sus pensamientos, se encomendó a su virgen de la Victoria y le prometió regalarle un manto si todo salía bien. Al final la vida se abrió paso y, años después, cuando regresó a Europa, donó el manto a esta imagen de la Iglesia de la Victoria.

Una mujer de otro tiempo
Finalmente, Anita comió perdices en su historia, pero no junto al maharajá indio, que era 20 años mayor que ella. La malagueña se empoderó y, tras 18 años de matrimonio, acabó separándose. Tras la guerra civil española regresó a Madrid y desde entonces Anita Delgado viajó por toda Europa y vivió entre París, Madrid y Málaga.

Con 72 años, falleció por una enfermedad del corazón. Ahora, con esta placa colocada en su memoria, muchos tendrán más presente a la joven artista que se convirtió, casi por sorpresa, en princesa de la India.