250 euros, la multa para el preso que intentó cortar el cuello a Manuel, funcionario de Alhaurín


Un interno intentó cortar el cuello a Manuel tras una intervención en la cárcel de Alhaurín
Los funcionarios de prisiones reclaman mayores penas para quienes les agredan
Desde el sindicato ACAIP, aseguran que sufren "una agresión cada 36 horas"
La ficción nos ha enseñado que la situación dentro de las cárceles bien da para una película: clanes, tráfico de drogas y agresiones entre reclusos o hacia los funcionarios que pueden resultar en muertes. No obstante, la realidad que los funcionarios de las prisiones sufren llega a superar a la propia ficción. Manuel Galisteo, funcionario de la cárcel de Alhaurín de la Torre, Málaga, relata a NIUS el episodio de agresión sufrido hace cuatro años, en 2018, cuando un interno intentó cortarle el cuello con un cristal, y que ha tenido su final hace tan solo un par de semanas.
"La situación era dantesca", comienza relatando Manuel. "El preso, uno de los más peligrosos de todo el centro, se encerró en una celda y echó agua, aceite y yogur al suelo para que patináramos al entrar", explica. Consciente de lo que pasaría en los siguientes minutos, este interno se armó con la pata de una silla y un trozo punzante de cristal mientras que exclamaba lo que era toda una declaración de intenciones: "Nos decía que iba a matar al primero que entrara".
Ante esta situación, Manuel y sus compañeros se pertrecharon con sus equipos, incluyendo traje y escudo. Realizaron una incursión en la celda con el protocolo conocido como "trenecito", uno detrás de otro, y atraparon al recluso contra la pared. Aun así, consiguió zafarse haciendo fuerza contra la pared y tirándolos al suelo. "El preso es alto, muy musculado y peligroso, con un gran historial de agresiones", explica Manuel. "Cuando caí al suelo, el recluso se tiró sobre mí y con el cristal intentó seccionarme la yugular", recuerda, "aunque la reja que tiene el escudo me protegió".
Prepararse para una intervención así puede parecer desde fuera relativamente sencillo porque se entiende que están preparados para ello, aunque Manuel desmitifica esta afirmación. "Es más voluntad y experiencia que otra cosa porque formación no tenemos y al final lo solventas con ánimo y profesionalidad", expone. Además, aclara que "aquella fue una situación jodida y temimos por nuestra vida porque es un interno al que le da igual la vida de los funcionarios o la de los demás reclusos".
Aquel día de 2018, Manuel y los demás funcionarios tuvieron tiempo de prepararse para la intervención, pero no siempre es así. "A veces el hecho te estalla en la cara, no puedes hacer nada y te comes la agresión directamente, porque es el preso el que decide cuándo y dónde agredirte. Tiene las 24 horas para pensarlo", comenta a NIUS desde la experiencia.
Aquel día, Manuel y sus compañeros saldaron la situación con apenas algunos arañazos o pequeños hematomas, pero "aparte de las heridas físicas, lo más difícil es lo mental", ya que "lo tienes que seguir viendo durante toda tu trayectoria".
"Explicarle a tus hijos lo que ha pasado"
Para él, padre de tres hijos, días como ese son aún más difíciles. "Cuando llego a casa después de una actuación, trato que no se me note el nerviosismo", asegura Manuel, que también confiesa que "cuando se es padre casi se duda más porque puedes llegar a tu casa a amoratado o sangrando y tener que explicarle a tus hijos lo que ha pasado".
Para él, la actuación que casi le cuesta la vida acabó hace un par de semanas, cuando, tras tres demoras, el juzgado admitió a trámite lo sucedido y ha condenado al recluso a un año y nueve meses de prisión, además de una indemnización de 250 euros. "A mí la indemnización me da igual, ese es el coste de nuestra vida para el juez", afirma amargamente, "pero lo peor es que los funcionarios estamos dejados de la mano de Dios".

José Luis Alcaraz es representante de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP) y explica a NIUS las problemáticas que sufren los trabajadores penitenciarios. "Lo más grave de todo es que sufrimos una agresión cada 36 horas y no se nos tiene en el mismo nivel que a los médicos o profesores", comenta, "y las agresiones que nosotros sufrimos no son iguales".
"Hay un compañero al que casi matan al apuñalarlo con una lata en el cuello y otro al que un luchador de muay thai lo noqueó", explica, preocupado. "El protocolo especial de acción frente a agresiones (PEAFA) no funciona y se debe cambiar", sentencia.
El secretario general de Instituciones Penitenciarias ha estado en diversas cárceles reuniéndose con los trabajadores y conociendo de primera mano sus problemas, pero, según José Luis, "lo único que hacen es echarse la culpa entre instituciones".
Este ha sido uno de los motivos por los que los trabajadores de instituciones penitenciarias se han concentrado frente a las delegaciones del Gobierno en diferentes territorios del país. En Andalucía, lo han hecho ante la Delegación del Gobierno en Sevilla, donde han entregado un escrito para que llegue a la secretaría de Estado y ponga fin a la situación que viven.