Una bodega de Jerez recupera la tradición de los vinos "mareados": regresa el fino que ha navegado en el Juan Sebastián Elcano


Esta tradición jerezana, conocida como "vinos de ida y vuelta" o "mareados", comenzó en el siglo XVIII
La temperatura, la presión y el movimiento de las olas del mar afectan a la crianza y mejoran notablemente su organolepsia
González Byass va a comercializar alrededor de 400 botellas del Tío Pepe que ha viajado durante cinco meses a bordo de Elcano
Tras cinco meses de navegación por aguas del Atlántico y el Mediterráneo a bordo del Buque Escuela de la Armada, 500 litros del conocido fino "Tío Pepe" han vuelto a su casa, en Jerez. La bodega de González Byass recupera así la tradición de enviar vinos en "viaje redondo", vinos que partían en alguna embarcación y regresaban "mejorados" al puerto de origen.
La aventura comenzó en febrero, cuando esta bodega embarcó dos botas de la vendimia del 2016 en el 94º crucero de instrucción de Elcano. El objetivo, que el vino evolucionase para alcanzar una mayor riqueza de aromas y matices. Y parece ser que lo han conseguido.
Según cuenta a NIUS José Argudo, responsable de marketing de la bodega, este vino ha experimentando una evolución muy singular, envejeciendo rápidamente. "Según los enólogos, en el interior de las botas ha tenido lugar una crianza sumergida y eso ha provocado que el vino haya ganado en color e intensidad de sabor".

Factores como la temperatura estable durante toda la travesía, la presión, la ubicación en la bodega del barco y, sobre todo, el vaivén continuo de las olas del mar afectan a la crianza del vino, mejorando notablemente su organolepsia. Mediante el proceso de la "crianza sumergida" la levadura de este vino, conocida como la "flor" que recubre la superficie de los vinos de crianza biológica como finos y manzanillas, junto al movimiento del propio barco, se ha resquebrajado. La capa o velo que impide el contacto del vino con el oxígeno, una vez rota, ha hecho que el fino envejezca más rápidamente (gracias a un metabolismo más intenso).
Las levaduras de estos vinos se han sumergido en lugar de quedarse en la superficie, por lo que ha ganado en oxigenación, componentes aromáticos y riqueza. "Nada más atracar se han catado en rama, sin filtrar ni estabilizar, directamente de la bota, y los expertos han denotado su evolución noble".

Esta tradición de embarcar botas de vino, conocida como los vinos “mareados” o de “ida y vuelta”, no es nueva. Ya en el siglo XVIII provocó que el valor de los vinos llegara a multiplicarse por cinco.
"El buen vino de Jerez, si al partir valía cinco, mareado vale diez"
La tradición de los vinos de "ida y vuelta" comenzó de forma casual. El capitán embarcaba las botas que servían para consumo de los marineros y los oficios religiosos que se producían en la travesía, pero también hacían el "efecto quilla": las botas iban lastrando el barco, para navegar mejor. Ente eso y el consumo garantizado, se puso de moda el "viaje en redondo" de los vinos. Hacían el viaje de retorno y de nuevo en el puerto de origen se comprobaba que estaban aún mejor, de ahí surgió la expresión popular: "El buen vino de Jerez, si al partir valía cinco, mareado vale diez".
Poco a poco, los bodegueros, visionarios, vieron que esta forma de comercializar los vinos de Jerez era mucho más rentable. Por ello, esta forma de madurar el vino se fue imponiendo, ganando así valor en el mercado. Así, en la actualidad se ha pasado de algo empírico a algo que ha acabado demostrándose científicamente gracias a la crianza sumergida. "Desde 1838 la bodega González Byass sometió a sus vinos a este proceso, en concreto el primer viaje de un vino que se comercializó fue a Manila", nos cuentan.
Con la llegada de los barcos de vapor, esta práctica cayó en el olvido. De nuevo en 2018, la bodega embarcó dos medias botas de XC Palo Cortado en el 90º crucero y, en 2020, otras dos de Amontillado Viña AB Estrella de los Mares en el crucero que dio la vuelta al mundo. Ahora, con Tío Pepe a bordo de Elcano, la bodega ha querido homenajear a aquellos navegantes que cambiaron la historia.
400 botellas para comercializar

Desde el pasado día 21, el vino que ha hecho la travesía a bordo de Elcano se encuentra en la bodega jerezana reposando. Ahora, en base a lo que haya evaporado, se llenarán entre 300 y 400 botellas para comercializar como vinos históricos de esta tradicional bodega jerezana. Habrá que esperar todavía un poco hasta poderlos degustar.