Yolanda y Ana, 30 años preparando 3.000 litros de ajoblanco para los 15.000 turistas que visitan Almáchar cada 3 de septiembre


Son cocineras en el colegio del pueblo y las encargadas de que los visitantes degusten esta sopa fría
Es la tradición gastronómica más antigua de Andalucía y data de 1968 cuando los vecinos reclamaban una carretera
El ajoblanco, de origen musulmán, era la bebida que los trabajadores del campo utilizaban para mantenerse despiertos
Yolanda y Ana trabajan como cocineras en el colegio público de Almáchar. Sin embargo, antes de empezar el curso académico tienen una cita muy especial: preparar los más de 3.000 litros de ajoblanco que se degustarán este sábado en su pueblo.
Se trata de una de las tradiciones gastronómicas más antiguas de Andalucía y data de 1968, cuando los vecinos de este municipio de la Axarquía malagueña agasajaron a unos gobernantes con la intención de que construyeran una carretera que les permitiera desplazarse hasta la localidad de Vélez-Málaga y así estar más cerca de la capital.
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Pero lo que en pleno régimen franquista se utilizó como reclamo político, hoy, 54 años después, se utiliza como reclamo turístico. Porque un municipio en el que viven solo 1.800 habitantes durante este fin de semana es capaz de albergar a más de 15.000 personas deseosos de probar el tan famoso ajoblanco almachareño.
Y las encargadas de ello son Yolanda y Ana que, desde hace más de 30 años pasan los últimos días de agosto preparando esta sopa fría de almendras que se almacena en unas grandes cámaras frigoríficas para poder servirlo en perfecto estado de conservación cada primer fin de semana de septiembre.

"Sin ellas y sin la ayuda desinteresada de los vecinos del pueblo que colaboran en el reparto de los vasos de ajoblanco en las puertas de sus casas no sería posible llevar a cabo esta fiesta. Ése es el verdadero secreto de su éxito", explica a Niusdiario el alcalde de la localidad, Antonio Yuste.
"Que no se pierda la tradición"
Tradicionalmente, el ajoblanco, de origen musulmán, era la bebida que los trabajadores del campo utilizaban para mantenerse despiertos durante las arduas jornadas laborales. Después, se utilizó como dinamizador de la economía local, favoreciendo el consumo de productos de proximidad: el aceite de oliva, las almendras y el ajo. Ahora es preparado por los mejores cocineros llevando el nombre de esta comarca malagueña por el mundo.
"Pero si se quiere probar el auténtico, hay que venir a Almáchar. Aquí sí que preparamos el mejor", asegura Yolanda, una de las cocineras, mientras hace un alto a unas horas de terminar de preparar los 3.000 libros de esta bebida.
Cuenta que le encantaría dedicarse a enseñar a las nuevas generaciones a preparar la receta, a pesar del esfuerzo que supone. "Te duele la espalda, las manos, la cabeza... pero lo haces con mucho gusto porque es una tradición que no se puede perder".
Y es que en 20 años Yolanda y Ana solo han tenido un descanso durante la pandemia, aunque también ahí prepararon este manjar desde sus casas mientras miles de personas estaban conectadas a sus ordenadores para conocer la receta mejor guardada. "No hay ningún truco. Todo está en el cariño que le pongas y en los ingredientes que tienen que ser de primera calidad", recuerda Yolanda.
Los miles de turistas, que llegan en autobús desde diferentes puntos de la geografía andaluza, realizarán un recorrido turístico por diferentes puntos del pueblo donde los vecinos les servirán el ajoblanco. Además de disfrutar de exhibiciones de verdiales -el baile típico malagueño- y "un taller de ‘Pica pasas’ porque queremos que las personas que nos visitan conozcan la dificultad que tiene este trabajo y que explica, además de su calidad, que sea un producto artesano”, señala Yuste.