De Curro a Currito: la nueva vida, limpio y sin rastas, del perro que pasó "ocho años sin pisar la calle"


Currito pasaba los días en la ventana de su casa sin que ningún vecino recuerde haberle visto pisar la calle
Tras la muerte de su dueño hace un mes en Sevilla, una mujer que conocía su existencia aprovechó para sacarlo
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Tenía el pelo tan largo que nadie sabía bien su raza. Sucio y lleno de rastas, Curro pasaba los días asomado a la ventana de su casa. Ese era el único contacto que tenía con el exterior. Nadie en este barrio de Sevilla recordaba haber visto a su dueño pasear con Curro por la calle.
Muchos vecinos le pedían que lo entregara si no podía cuidarlo, pero se negaba. "Yo llevaba mucho tiempo pensando que había que hacer algo con ese animal", dice una vecina que le propuso al dueño en varias ocasiones llevarlo a una peluquería canina. "Ya lo pelaré yo algún día", le contestaba... pero ese día nunca llegaba.
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Así pasaban los días, las semanas y hasta los años. Curro seguía mirando la vida tras los barrotes de su ventana, incluso cuando su dueño enfermó y se marchó de Sevilla con un familiar. Y cuando murió hace algo más de un mes, Curro tampoco se movió de su ventana y era un conocido quien le llevaba agua y comida a su casa.

El rescate
A los días de fallecer el dueño, una vecina, que prefiere no dar su nombre, intentó ponerse en contacto con familiares para que le dejaran entrar en la casa y rescatar a Curro. "Si vosotros no lo podéis atender dejarme que yo lo atienda y le de una mejor vida", dijo a una de las hijas que accedió sin problemas.
El día que Curro dejó su ventana para pisar la calle nunca se le olvidará a su rescatadora. Tampoco a los numerosos vecinos que se acercaron para ver cómo años después por fin salía de casa. Le quitó su correa de hierro y le puso otra de la que Curro tiraba con fuerza. "Él no veía a nadie... él calle, calle, calle", cuenta a NIUS, "solo quería ver calle".
En seguida su rescatadora se puso en contacto con la Sonrisa Animal de Brenes, la asociación que se ha encargado de llevar al veterinario a Curro para que lo examine. "Se encuentra sano y además le hemos puesto un microchip de la protectora", dice María José López, secretaria y encargada de adopciones.
Un perro nuevo
Antes lo bañaron y lo llevaron a una peluquería. Debajo de todo aquel pelo se encontraron a una mezcla de Yorkshire de tamaño mediano con 8 kilos de peso. Limpio, pelado y rejuvenecido, a Curro ahora lo llaman Currito, que sigue en casa de su rescatadora intentando adaptarse a su nueva vida.
Ahora además tiene una nueva compañera porque en casa hay otro perro. Se trata de una hembra con la que no ha tenido ningún problema de convivencia. "Demasiado bien se está portando para haber estado 8 sin pisar la calle", dice María José, que sigue evaluando el carácter del animal para evitar sorpresas.
"Es muy cariñoso", dice María José, "pero un poco gruñoncete". En un par de ocasiones ha intentado morder tras algún acercamiento brusco. Es la respuesta a los miedos que aún perviven dentro de Currito. "Hasta ahora solo había tenido contacto con su dueño", explica María José, "lo que habitualmente deriva en problemas de socialización". Por eso una educadora lo visita cada semana desde hace un mes para seguir la evolución de su comportamiento.
"Hoy por ejemplo me lo he llevado al parque y cuando ha venido cansadísimo al momento tiraba de nuevo para la calle", dice su rescatadora, "todo su afán ahora es irse a la calle". Después de todos estos años viendo pasar la vida a través de una ventana, Currito está aprendiendo a ser libre.