La sequía expulsa a los trabajadores del campo andaluz: “No hay nada que recoger”


La falta de precipitaciones y las altas temperaturas han afectado a las cosechas y con ello, los jornales que se han visto drásticamente reducidos
Alejandro, Luis, Paqui o Yoan son algunos de los miles de temporeros que tienen que buscarse la vida fuera del campo
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Alejandro Guerrero tiene 32 años y lleva desde los 16 trabajando en el campo, de campaña en campaña. A estas alturas, estaría montando la cobertura de riego en la remolacha, sembrando trigo o preparando la tierra para los tomates, en Lebrija (Sevilla). Pero sin agua, no hay faena. “Da miedo”, reconoce. Por eso, ha tenido que reinventarse fuera de los cultivos. “Antes del verano, viendo lo que se venía, me saqué el carnet de camión para buscarme la vida por otro lado”, cuenta a NIUS.
Ahora se estrena como transportista. “No queda otra. Como todos, hay que pagar facturas e hipoteca”, señala. Del campo a la carretera por culpa de la sequía. Nunca había vivido, dice, una situación como ésta. “Es totalmente nuevo para mi. Lo había escuchado de los mayores”, explica. Una sensación, reconoce, de incertidumbre e impotencia.
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Su zona es una de las más afectadas. Hasta 1.700 hectáreas de distintos cultivos se han perdido en plantaciones del Bajo Guadalquivir, por la falta de agua. “Y el 2023 se presenta aún peor”, lamenta Alejandro que se monta en el camión con la esperanza de que, en un futuro no muy lejano, pueda volver a dedicarse a lo suyo.
Luis Aguilera: "Ahora me gano la vida cantando"
El campo andaluz se ahoga y con ello, el jornal de miles de trabajadores. También Luis Aguilera debería estar trabajando ahora en la recogida del algodón, pero la falta de agua ha echado a perder gran parte de la cosecha. "A estas alturas, tendríamos que estar a pleno rendimiento. Lo normal es que la campaña dure de septiembre a diciembre, pero este año solo han sido 25 días", explica a NIUS.

Apenas un mes de trabajo que no da para vivir. "A 50 euros el jornal, haz las cuentas", dice. Ni un tercio de lo que normalmente ganaría con el algodón. “Algunos años incluso se ha alargado hasta después de Navidad”, recuerda. Un salvavidas para muchas familias en los meses más flojos del campo que, con la falta de lluvias, se ha esfumado.
Con el algodón mermado, Luis da por perdida las campañas del brócoli o la coliflor que empiezan a principios de año. "Sin agua, van a ser nulas", se lamenta. Por eso, tras toda la vida dedicado al campo, este sevillano ha tenido que buscarse el sustento en otra parte. "Canto flamenco. Hasta ahora era solo un hobby, pero es lo que me está dando de comer", apunta. Tras varios meses difíciles en el campo, ha sacado un disco y se busca la vida con las actuaciones que le van saliendo.
Paqui Sánchez: “De trabajar 7 u 8 meses al año, al paro”
La situación es extensible a todo el campo andaluz. En Jaén, está a punto de arrancar la campaña de la aceituna que la sequía ha disminuido en casi un 50 por ciento. Esto se traduce en 1’2 millones menos de jornales, entre recogida y molturación. Las más perjudicadas ante esta falta de faena, las mujeres.
Paqui Sánchez es una de ellas. Lleva 5 años ganándose la vida en el campo. “Podía estar de 7 a 8 meses trabajando pero, este año, nada”, explica a NIUS. Está en paro y no encuentra otra salida. “Lo llevo mal”, se lamenta, porque la situación en casa es complicada. Su pareja, Yoan Tardío, también se gana la vida en las campañas y apenas va a trabajar 10 días en el olivar. “Lo normal serían 70 u 80 jornadas con la que podríamos sacar de 3.000 a 4.000 euros cada uno", señala.
Yoan también ha podido trabajar en el espárrago de Navarra y la uva de Castilla-La Mancha, durante este año, pero teme que en 2023 la situación vaya a peor. "La imagen es devastadora. Todo seco", lamenta. No descarta, dice, salir fuera de España a probar mejor suerte. La falta de precipitaciones ha secado la tierra y está ahogando a los que se ganaban la vida con ella. Solo les queda seguir pidiendo al cielo que traiga la tan necesaria lluvia para todos.