Encuentran en una cueva de Granada el ADN más antiguo de la Península: un varón de 23.000 años


El ADN de un varón, que hace 23.000 años vivió en la Cueva del Malalmuerzo (Granada), reescribe la historia de la genética europea
El estudio, en el que participan investigadores de la Universidad de Cádiz, demuestra que la península ibérica fue un refugio climático durante la Edad de Hielo
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Se trata de la Cueva del Malalmuerzo, en Granada. Alberga el ADN más antiguo del sur de la Península. Un hombre de hace 23.000 años. Dos dientes de este individuo han permitido revolucionar el puzle de la historia genética de Europa.
Un equipo internacional de investigadores, entre los que se encuentran expertos de la Universidad de Cádiz, ha analizado el ADN antiguo de humanos procedentes de varios yacimientos arqueológicos de Andalucía, entre los que también se encuentra el de los primeros agricultores de 7.000-5.000 años de edad de la Cueva de Ardales (Málaga).
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El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Ecology and Evolution, ha permitido a los investigadores explorar el papel del sur de la península ibérica como refugio para las poblaciones de la Edad de Hielo y estudiar los posibles contactos a través del Estrecho de Gibraltar durante la última Edad de Hielo, cuando los niveles del mar eran mucho más bajos que en la actualidad, como ha explicado la Universidad de Cádiz en una nota.
El desafío de recuperar ADN de climas cálidos y secos
En la investigación, se expone que la supervivencia del ADN de organismos antiguos está limitada por el tiempo y el clima, lo que hace que la recuperación de ADN de climas cálidos y secos sea "un gran desafío". Andalucía tiene condiciones climáticas similares a las regiones del norte de África, cuyo récord de antigüedad en la recuperación de ADN antiguo procede de humanos de hace 14.000 años, de un yacimiento en una cueva de Marruecos. Este nuevo estudio, no solo aporta nuevos datos de regiones donde la recuperación de ADN es complicada, sino que también llena vacíos temporales y regionales críticos en el estudio de las poblaciones humanas del Paleolítico.
De esta forma, el individuo de hace 23.000 años de la Cueva del Malalmuerzo arroja luz sobre cómo eran las poblaciones humanas en una época en que gran parte de Europa estaba cubierta por enormes capas de hielo y describe un vínculo genético directo entre un individuo belga de 35.000 años y el nuevo genoma de Malalmuerzo. “La calidad de nuestros datos nos ha permitido encontrar conexiones muy antiguas con uno de los primeros linajes genéticos que se asentaron en Eurasia hace 45.000 años, que se vinculaban con el individuo de hace 35.000 años de Bélgica y ahora se extienden al individuo de 23.000 años del sur de Iberia”, como explica Vanessa Villalba-Mouco, investigadora del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y primera autora del estudio.
La Península ibérica, refugio durante la última Edad del Hielo
El individuo de la cueva del Malalmuerzo no solo vincula la ascendencia europea occidental con los primeros momentos de su ocupación, sino también con cazadores-recolectores en Francia e Iberia que vivieron mucho después de la Última Edad de Hielo. Un nuevo hallazgo que apoya el papel de la Península Ibérica como el principal refugio de las poblaciones humanas paleolíticas durante la última Edad del Hielo, a partir de la cual los humanos se re-expandieron después de que las capas de hielo se retiraran hacia el norte.
“Con Malalmuerzo, encontramos la prueba irrefutable para nombrar a Iberia como el refugio principal de grupos paleolíticos durante de la Edad de Hielo. Esta continuidad genética tan prolongada en el tiempo es excepcional, especialmente porque el linaje genético que estaba presente antes y durante la Edad de Hielo en la península Ibérica ya había sido reemplazado en otras partes de Europa en este momento”, agrega Wolfgang Haak, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, coautor del estudio.
Por el contrario, a pesar de tan solo una distancia de 13 kilómetros a través del mar Mediterráneo entre el sur ibérico y el norte de África, y la presencia de paralelos en el registro arqueológico, los autores de este trabajo no encuentran conexiones genéticas directas. “No encontramos indicios de ascendencia norteafricana en el individuo de Malalmuerzo, o viceversa, ascendencia del Paleolítico del Sur de Iberia en los individuos de 14.000 años de antigüedad de la cueva de Taforalt en Marruecos”, como añade Vanessa Villalba-Mouco.