Bioalverde, la empresa agrícola del respeto y la justicia: "Damos empleo digno a personas vulnerables"

Es la primera iniciativa social laboral de Sevilla: "El proyecto busca salir del asistencialismo, de dar la bolsa de comida"
El padrenuestro de la empresa es el respeto a las personas y al medioambiente
"Nuestra empresa necesita clientes comprometidos con nuestro espíritu", dice su director
Emigrar no es como volver a nacer, pero casi. Eso dice Yosmar, una venezolana de 45 años que lleva cuatro en Sevilla. La delicada situación política que atraviesa el país tropical le hizo venir a España “para probar suerte”. Tiene la doble nacionalidad y vino acompañada del padre de sus hijos, una niña de 13 años y un niño de 10.
Tras encadenar varios trabajos “que son los que le tocan a la gente que emigra”, es ahora la dependienta de la tienda de alimentos ecológicos de Bioalverde. Se trata de su primer contrato desde que llegó y dice sentirse feliz. Se puede ver en sus ojos y en sus gestos que habla desde el corazón. La empresa en la que trabaja quiere cambiar las cosas a través del cuidado del medioambiente y de las personas.
Manolo Hernández es a quien el antiguo arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, encargó fundar la primera compañía de inserción laboral de la ciudad. Rechaza ser nombrado como la persona que lleva la organización, pero varios trabajadores asienten –como quien acostumbra a corregirlo– que sí, que es él.
Todo empezó en 2014: “Cáritas España llevaba ya un tiempo trabajando en esta línea de empresas que ayudasen a personas en situación de vulnerabilidad social a incorporarse al mercado laboral. En Sevilla no había”, cuenta Manolo.
Cáritas tiene empresas como esta en toda España, en muchos sectores diferentes. Sin embargo, esta es la primera agrícola: “Fue a raíz de la publicación del segundo libro del Papa Francisco, Laudato si, que tuvimos la idea de montar este huerto ecológico. El libro critica el consumismo y promueve el cuidado del hogar común, que es el mundo, a través del medioambiente”. El terreno que utilizaron para fundar el proyecto lo heredaron de la donación de unos feligreses.
Un lugar especial
Muchos artistas utilizan el concepto de la Arcadia para referirse a un paraje imaginario, ideal y perfecto que debe parecerse mucho a Bioalverde. Seguro que en ese lugar ficticio también se puede caminar por los cultivos al aire libre, mientras animales y personas conviven en comunión con la naturaleza, sin residuos artificiales, al compás de las herramientas agrícolas que trabajan la tierra. Se respira paz y justicia.
Paseando por las plantaciones, paramos frente a las calabazas. Todavía no han brotado, pero están en proceso. Una escaladora mecánica hace un ruido ensordecedor, pero agradable. Con ella, José Manuel quita las malas hierbas sin tener que recurrir a productos químicos. Cuando para un segundo la máquina para cambiarse a otra hilera, levanto la voz para preguntarle si acepta una entrevista. Brazos en jarra y un sombrero de paja con sus iniciales a rotulador que da sombra a la mirada de alguien que ha vivido mucho. Adelante, sin problemas.
Toda su vida ha trabajado en el campo, es mayor de 50 años y ha estado “mucho tiempo” sin empleo. Antes de entrar aquí, cuenta, su situación era límite. Conoció el proyecto a través de unos voluntariados a los que asistió animado por su mujer. Tras hacer un curso de agricultura ecológica en 2019, fue seleccionado para ser parte de la compañía y aportar su experiencia y cuidado con la que trata la futura cosecha. Se muestra afortunado de ser parte de una gran familia de la que se llevará “buenas personas y buenos amigos” el día que salga.

“Cáritas hace muchas más cosas que dar una bolsa de comida”, cuenta Manolo
“El proyecto de Bioalverde busca salir del asistencialismo, de dar la bolsa de comida. Cáritas hace muchas más cosas y nosotros, por ejemplo, buscamos dar a personas un empleo digno en el que se sientan útiles y realizados con unas condiciones justas. Aquí, el 50% de los trabajadores tiene que tener un certificado de estar riesgo de exclusión social emitido por los ayuntamientos”, dice Manolo.
Bioalverde es una empresa “puente a otras empresas” en las que sus trabajadores no pueden estar más de tres años por ley. Vencido el plazo, se hace un acompañamiento desde Cáritas para que a esa persona se le ofrezca un contrato en otra empresa o es la propia Bioalverde quien integra al trabajador en la estructura fija de la organización.
Y, efectivamente, una vista por los cultivos es suficiente para confirmar que la idiosincrasia del proyecto se cumple a rajatabla: personas con historias y procedencias distintas, trabajando con una sonrisa en la cara y un notable amor por lo que están haciendo.
El cuidado del hogar común, personal y medioambiental, es lo más importante
Yosmar, que tuvo un restaurante de comida japonesa durante 15 años en Venezuela, dice que está aprendiendo mucho de esta nueva experiencia. Ella está licenciada en Finanzas y estuvo realizando varios cursos del Centro Diocesano de Empleo de Cáritas, donde también entró a raíz de un voluntariado. Allí pudo recibir asesoramiento laboral y psicológico para incorporarse en al mercado laboral.
Cuenta que la diferencia entre sus trabajos anteriores y este está en el trato: “No estaba acostumbrada a que me tratasen bien en mi trabajo. Mucho menos a este ambiente familiar que hay en Bioalverde. Mi situación me llevó a desarrollar una inseguridad en mí misma que también pude tratar en Cáritas. Ahora hablo aquí, contigo, y no tengo problemas. O hago una entrevista de trabajo. Hace un año sería imposible. Tampoco tengo miedo a equivocarme por si pueden echarme o recriminármelo”.
La manía periodística de encontrar un titular de referencia es un vicio del que hacemos uso en casi todas las entrevistas. Como si Yosmar no hubiese dado ya suficientes. Pero le cayó la pregunta académica: ¿Cómo definirías el proyecto? Eligió una palabra: justicia. Dice que evaluaría al proyecto en dos áreas: en las oportunidades que dan a personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad “económica y psicológica”, cosa que agradece; y en el cuidado del medioambiente, porque todo el proyecto se basa en concienciar a trabajadores y clientes de que tenemos que cuidar nuestro hogar: el mundo.
Como empresa puente, es imposible no preguntar por el futuro. José Manuel quiere volver al campo o “probar en la logística”, sector que ha descubierto aquí. Yosmar quiere fundar su propia empresa en Sevilla y dice que esta oportunidad es idónea para analizar cómo manejar un negocio y saber desenvolverse en el futuro. Planes, ideas y sueños que devuelven la esperanza a personas que luchan por tenerla.

Hay vida más allá de esta empresa
Hubiese sido idóneo contactar con alguien que, efectivamente, consiguió un trabajo a través de Bioalverde. Y la casualidad hizo el trabajo por su lado.
Mientras damos una última vuelta por la finca para hacer unas últimas fotos junto al equipo de comunicación de la empresa, entramos en una pequeña carpa donde un hombre parecía tomar mediciones de algo. Allí estaba Emmanuel, que acababa de volver de sus vacaciones. Este venezolano de 63 años e ingeniero agrónomo estaba rodeado de depósitos con abono natural que obtenía a través de los excrementos que las lombrices dejaban después de alimentarse con desechos orgánicos.
Después de escuchar un más que interesante proceso sobre cómo conseguía el abono líquido a través del hummus concentrado, se revela el secreto: aquello ya no era Bioalverde. Emmanuel, de sonrisa abierta y ternura en sus gestos, nos estaba recibiendo en su propia empresa. Ha emprendido. La cooperativa Lombricultura Verde la montó con su hermano después de pasar por Bioalverde como trabajador de campo.
Este empresario agrícola ha pasado de tener dos depósitos de abono natural en agosto de 2020 a veinte en estos momentos. Sus productos los embotella y los vende al público y a empresas. Estos meses trabaja en diversificar su producto y ofrecer abono natural sólido. Promete seguir creciendo antes de desearnos un buen día.
Bioalverde no pide dinero
“Aquí no se hace un voluntariado. Esto es un trabajo normal: vacaciones, doce pagas, dos extras, asuntos propios… La idea de la empresa no es que esto sean los ‘pobrecitos de Cáritas’ que hay que ayudar con una compra. Se ideó para algo que fuese necesario, como comer. No pedimos dinero, nuestros productos se pueden comprar en cualquier supermercado”, cuenta Manolo Hernández.
Dice que su empresa plantea a una clientela “comprometida” que, con su compra, ayude a personas que quieren volver a insertarse en el mercado laboral y al cuidado del medioambiente. “Hay muchos tomates, por ejemplo, que compras a 0,50€ el kilo. Pero detrás de eso hay un agricultor explotado y harto de trabajar por una miseria. Aquí te aseguras de que el producto, más allá de que sea totalmente ecológico, está sembrado y recogido por personas con un empleo regulado y con condiciones de trabajo dignas”, cierra.
Manolo no admite enhorabuenas por el proyecto. Al menos, que no solo sean para él: también para sus trabajadores y clientes, por creer en un lugar mejor y querer cambiar las cosas. Su empresa quiere seguir creciendo. Tiene a 32 trabajadores en su plantilla y ya tienen una tienda de ropa de segunda mano en el centro de Sevilla. Pronto esperan montar un restaurante en la misma finca.

Bioalverde tiene una tienda en los mismos terrenos, en el barrio de Montequinto, en Dos Hermanas. Desde que la demanda ha aumentado, la empresa reparte a domicilio y ya vende a varios restaurantes de la ciudad.
No existe nada igual. Muchas organizaciones y particulares se han acercado a replicar el modelo, pero es difícil, cuenta Manuel, porque no todas las horas son “productivas”. Durante la jornada laboral, sus trabajadores reciben cursos de formación y sesiones de acompañamiento psicológico.
Se trata de un lugar donde los valores brillan por su presencia. Un espacio en el que reina la convivencia pacífica y la generosidad, con la ciudad en el horizonte y donde muchas personas trabajan por una nueva oportunidad. Sin duda, una empresa que invita a seguir creyendo en las personas, a pesar del dolor y las injusticias de este mundo con las que nos hemos acostumbrado a vivir.