El fuego de Sierra Bermeja no es casual: las causas históricas de los megaincendios

La despoblación es peligrosa para la propagación de las llamas
El cambio climático también agrava estas catástrofes forestales
Los megaincendios son especialmente violentos e incontrolables
En los meses de calor, que coinciden con las semanas en que menos precipita del año, son comunes los incendios forestales. A veces son mayores, otros de escala reducida, pero para estas semanas los equipos de emergencias suelen estar más despiertos que nunca ante una alerta que puede llegar en cualquier momento. Este verano, muchas casas de Andalucía han visto las llamas demasiado cerca. Pero este último, el de Sierra Bermeja en Málaga, ha sido especialmente grave.
¿Por qué se dan estos incendios tan violentos? La palabra ‘megaincendio’ es una categoría, si bien puede parecer un prefijo para dar magnitud a los hechos. Estos incendios, especialmente temidos porque pueden llegar a modificar la meteorología de su alrededor, son difíciles de predecir y destacan por su comportamiento extremo. Alcanzan temperaturas extremas y sus fuertes vientos transportan partículas incandescentes que pueden activar otros focos a kilómetros de distancia. Sus causas son dos, fundamentalmente: la despoblación y el cambio climático.
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A menos habitantes, más masa forestal y más peligro
Se lleva hablando varios años de la España vacía y del problema de la pérdida de vecinos como una urgencia que muchos ayuntamientos y diputaciones quieren remediar. Muchos de los pueblos cuyos vecinos han sido evacuados por las llamas de Sierra Bermeja han ido perdiendo habitantes a toda velocidad. Jubrique, que en 1960 tenía 1850 vecinos, ahora tiene 560; Genalguacil, de 1339 a 393 en la actualidad. Si bien estos dos casos son los más llamativos, Farajón, Alpandeire, Júzcar y Pujerra también han perdido a la mitad de su población desde los años 60.
El éxodo rural que estos municipios sufren tiene como consecuencia un avance de la vegetación en zonas que antes eran trabajadas por la agricultura, la ganadería o que servían para proporcionar madera a las casas. Ahora, estos mismos lugares acumulan una masa forestal especialmente peligrosa que puede acentuar un incendio, como ha ocurrido en este caso. La poca presencia humana en áreas rurales acumula matorrales, arbustos y árboles que, si llegan las llamas, las convierten en zonas propicias para la propagación del fuego.

El aumento de temperaturas y descenso de lluvias no ayuda
El cambio climático nos deja veranos cada vez más largos y cálidos y lluvias más escasas. Por ejemplo, acerquémonos a ver los días de lluvia en verano de los municipios más afectados por el incendio reciente. Jubrique, Farajón, Pujerra y Genalguacil comparten la estadística de no tener ningún día de lluvia en julio, uno en agosto y tres en septiembre. Alpendeire y Júzcar tienen cuatro días de agua en el último de los tres meses. La sequedad del terreno ayuda a propagar las llamas. Sin ir más lejos, ha sido precisamente el trabajo de INFOCA y las recientes lluvias lo que ha permitido a los bomberos dar por controlado el incendio de Sierra Bermeja.
En cuanto al calor, todos estos pueblos tienen temperaturas que rozan los 30 grados de máxima en julio y agosto y los 25 en septiembre. Los ritmos históricos de subidas constantes en los termómetros y descenso de las precipitaciones, sumado al continuo descenso de vecinos que ya hemos comentado, dejan un escenario preocupante para estas zonas.
Además, el binomio megaincendios y cambio climático se retroalimenta: a más megaincendios, más cambio climático y viceversa. Mientras las condiciones ambientales continúen con sus registros negativos cada año, más probables serán estas catástrofes naturales cuyas combustiones y efectos climáticos seguirán empeorando la climatología. Como se suele decir, es la pescadilla que se muerde la cola.