Guillermo, el maître de un hotel de Chiclana que cada semana reta al ajedrez a sus clientes

Guillermo fue un gran apasionado del ajedrez en la juventud
Ahora reta a los clientes de su hotel a echar una partida cada sábado
En una ocasión, uno de los clientes fue el campeón del mundo de ajedrez, Magnus Carlsen
Veinte clientes de un hotel de Chiclana se sientan delante de veinte tableros de ajedrez. Frente a ellos, con un traje impoluto y siempre de pie, está Guillermo García, el maître Así empieza cada sábado una partida simultánea a la que han bautizado como “Gambito de Maître”.
La idea la propuso el propio Guillermo, un amante del ajedrez desde niño. “Llegué a tener 2.200 puntos ELO”, explica Guillermo, “un sistema de ranking internacional para medir la fuerza de cada jugador”. Aquello no era un hobby, era una pasión que le llevó a estudiar y competir… hasta que otra pasión se cruzó en su camino: el turismo.
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Viajó por el mundo formándose y trabajando en distintos hoteles hasta que en 2017 recaló en el Hotel Barceló de Santi Pectri. Aquí más que un maître hace de ejecutivo, porque tiene que coordinar los once bares y restaurantes que hay.
Gambito de Maître
“Quería algo más de interacción con los clientes”, dice Guillermo, y así le propuso al director del hotel crear las partidas simultáneas, pero antes sacó para convencerlo sus títulos de ajedrez juvenil. Dicho y hecho. Primero los martes y ahora los sábados, este maître se afloja la corbata y pone sus manos sobre el tablero.
La experiencia está siendo todo un éxito. “Hay gente que ha llegado a prolongar su estancia para repetir la partida”, cuenta orgulloso a NIUS. Algunos han prometido volver, como un cliente de 72 años que le confesó que no jugaba al ajedrez desde que su padre falleció. “Un cliente ya desde su casa me mandó un vídeo de su hijo con un tablero”, dice Guillermo, "hay mucha gente que gracias a esto vuelve a jugar".
Desde que empezó la experiencia ha jugado más de 500 partidas, aunque ninguna tan especial como cuando se sentó frente a él el campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen. “Le invitamos a venir y se presentó para ver la simultánea”, recuerda ahora. Lo que no se imaginaba Guillermo entonces es que después se animaría a jugar una partida contra él.
La partida con el campeón del mundo solo duró cinco minutos por motivos de agenda, “pero llegamos al 29º movimiento”, dice Guillermo; “con un campeón hay gente que no llega ni al noveno”. La experiencia que creó para sorprender a sus clientes terminó por darle a él una sorpresa mayor.