Jorge, el costalero sordo que 'oye' con el corazón: “La primera vez tuve miedo, ahora soy uno más”

Su discapacidad auditiva le obliga a utilizar un aparato para poder oír, pero bajo el paso se lo quita por temor a romperlo o extraviarlo
Sale en cinco hermandades andaluzas y se guía por las vibraciones
Las recomendaciones de Salud para los costaleros en Andalucía: mascarilla FFP2 y reducir los ensayos
La fe no tiene barreras. Que se lo digan a Jorge. Este sevillano de 25 años es sordo profundo de nacimiento, pero eso no le impide, cada Semana Santa, enfundarse el costal y meterse bajo las trabajaderas del paso. "Llevo haciéndolo desde hace casi 10 años y nunca me he sentido diferente", explica a NIUS.
Su discapacidad auditiva le obliga a utilizar un aparato, conectado a un implante coclear, para poder oír, pero bajo el paso se lo quita por temor a romperlo o extraviarlo. Pierde así por completo el sentido del oído, vital para cualquier costalero.
Se guía por vibraciones
Él dice que no lo necesita. "Noto la vibración del toque del llamador en la trabajadera", asegura. Si la 'levantá' es a pulso o con la música, es el compañero que lleva al lado el que lo avisa. "Me da un golpecito en la pierna con la mano. Es algo que, previamente, hemos hablado", señala.
A veces, incluso puede adivinar la marcha que están interpretando solo por los golpes del bombo. "En cuanto la música empieza a sonar siento la vibración y no pierdo el ritmo", nos explica. Y así, Jorge va guiándose bajo el paso. Sin perder compás, como el resto.
Como uno más
Sale de costalero en cinco hermandades de Sevilla y Córdoba y asegura que nunca le han puesto impedimento por su discapacidad. “Me preguntaron si era capaz de hacerlo sin oír, les dije que sí y confiaron en mí”, dice orgulloso.
Sobre su espalda, carga importantes tallas de la Semana Santa sevillana como el Cristo de los Afligidos de la Hermandad de las Maravillas, el palio de la Virgen de la Encarnación de San Benito y la Soledad de San Buenaventura. También el Misterio de la Hermandad Paz y Esperanza de Córdoba y la Virgen Gloriosa de la Soledad de Castilleja de la Cuesta (Sevilla).
Un rosario de hermandades en las que Jorge se siente como uno más. “En ningún momento me han dado un trato especial por tener la discapacidad que tengo. Siempre me han tratado como a un igual, con respeto y mucho cariño”, asegura.
Este cofrade aún recuerda la primera vez que se metió bajo un paso. "Tenía miedo. No sabía cómo iba a guiarme sin oír nada". Pero, poco a poco, fue percibiendo las sensaciones. "Me tranquilicé viendo que, aunque no escuchara, podía notar ciertos mandos del capataz", rememora.
No escucha, dice, pero siente todo lo que le rodea. "A mis compañeros, cuando vamos un poco cargados de kilos e, incluso, cuando la cuadrilla está eufórica", asegura. Los que comparten pasión con él lo tienen claro. Jorge sí oye, con el corazón.