El masajista de Sevilla que se quedó sin clientes y creó una empresa de limpiar tumbas: "Me llamaban loco"

Además de limpiar, pone velas y flores y ofrece servicios de limpieza anual
A este masajista de Sevilla el covid le dejó casi sin clientes. En un mundo sin contacto, su profesión estaba condenada… y Joaquín se vio obligado a reinventarse. Así volvió a su cabeza una idea que tuvo hace exactamente 10 años: limpiar tumbas.
“Se me ocurrió cuando acabé el instituto”, nos cuenta Joaquín Medina, de 28 años. Ha pasado una década y ahora, con la ayuda de un socio inversor, aquella idea es una empresa en la que él es el comercial, el ejecutivo y, por supuesto, el que limpia las tumbas, “aunque de vez en cuando me ayuda algún familiar”, confiesa Joaquín.
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La empresa echó a andar el pasado 12 de abril. Antes, hizo un curso de manipulación de productos de limpieza. “Los que uso son especiales, no pueden dañar el mármol”. De momento, tiene solo seis clientes pero su cartera sigue creciendo. “Ya tenemos apalabrado la limpieza de un panteón de 1850”, explica Joaquín. Antes, tendrá que arreglarlo porque los años han borrado hasta los nombres de las lápidas. “Ni siquiera saben cuántas personas hay enterradas ahí”, explica Joaquín.
Algunos me piden que les rece
La mayoría de sus clientes son personas mayores que no pueden acercarse al cementerio. Uno de los últimos en contratar sus servicios es un hombre de 86 años. Antes iba a limpiar las lápidas de sus padres y su esposa, pero ya no puede. “Me pide que rece un Padre Nuestro ante ellos”, confiesa Joaquín, “y a mí no me importa porque soy creyente”.
Cada cliente tiene sus peticiones particulares. “En algunas lápidas hay una virgen y me dicen que no la limpie yo, para ser ellos quienes las limpien luego”, dice Joaquín. Otros le piden que no cambie las flores para hacerlo ellos. Incluso hay quien le ha dado un rodillo y una varilla para que limpie con ellos algunos recovecos de las tumbas de más difícil acceso.
Los precios oscilan entre los 50 euros de la limpieza un día puntual de un nicho o una tumba hasta los 80 de un panteón. Pero también hay opciones para contratar la limpieza durante todo un año. Por 120 euros anuales, Joaquín acude cada mes a limpiar una tumba, 300 euros en el caso de un Panteón. Otros servicios que ofrece son colocar velas o cambiar las flores.
Cuando acaba de limpiar una tumba, Joaquín siempre deja una rosa sobre ella. “Esa es la seña de identidad de mi empresa”, nos explica. También es su señal de respeto porque el decoro es uno de los valores más importantes de este sector.
El proyecto solo acaba de empezar. Cuando no está limpiando tumbas, Joaquín sigue dándole vueltas a la cabeza y ahora intenta llegar a los grandes seguros de decesos para que incluyan sus servicios. Mientras tanto, familia y amigos no salen de su asombro. “Me llamaban loco”, dice Joaquín sonriendo. Pero diez años después de tener una idea en la que nadie confiaba, ahora tiene una empresa en la que todos creen.