Quién es Juan Miranda, el canterano que dio la copa al Betis en los penaltis

Anotó el gol que llevó al Betis a ganar la Copa del Rey
Llegó a la cantera verdiblanca con ocho años, salió con catorce y volvió con veinte
Acudió como aficionado a la última final de Copa que ganó su equipo en 2005
El 11 de junio de 2005, en el marco de la final de la Copa del Rey, Daniel Martín Alexandre, o, como se le conoce por su nombre artístico, Dani ‘el travieso’, empujó el balón al fondo de las mallas que defendía Juan Elía para anotar el 1-2 definitivo que llevaría al Real Betis a ganar la segunda copa de su historia. Aquella noche, entre las 55.000 almas que animaban en el Vicente Calderón, se encontraba un niño de cinco años, celebrando, botando con los goles de su equipo, que respondía al nombre de Juan Miranda González (Olivares, Sevilla, 19 de enero de 2000).
Qué suerte tienen estos jóvenes de ahora, pensarían los béticos más viejos, que, al poco de nacer, estos niños ya celebran su primera copa. La última vez que el Betis había tocado plata fue en 1977 y el pequeño Juan, con apenas cinco años, ya sabía lo que era eso. Cuando no eres aficionado a un club faraónico, acostumbrado a levantar trofeos año sí, año también, el número de temporadas que llevas viendo a tus jugadores en la mundanidad más sobria da caché, solera. Quizá muchos lectores sepan bien de qué se habla.
Aunque, si la suerte es ver a tu equipo levantar una Copa del Rey en directo y tan infante, qué será entonces meter el penalti definitivo que lleve al Betis, diecisiete años después, a alzar su tercer trofeo. Juan Miranda lo hizo ayer en el estadio de La Cartuja y, en lugar de llamarlo suerte, prefirió hablar de un sueño cumplido.
De Olivares a La Masía
Miranda es hijo de futbolista y nació en Olivares con la entrada del milenio. Con apenas ocho años ya jugaba para el Real Betis en su cantera y, seis temporadas después, en 2014, fichó por el FC Barcelona. En La Masía latía un corazón verdiblanco. Allí jugó en los primeros equipos de las categorías inferiores culés.

En 2018 debutó con el primer equipo de la mano de Ernesto Valverde, curiosamente, en la competición que más feliz le ha hecho: la Copa. También lo hizo en Champions, ante el Tottenham Hotspur. Pero Barcelona es una ciudad donde las oportunidades no son baratas. El nivel al que estaban rindiendo Jordi Alba y Junior Firpo dejaba pocas esperanzas a un recién llegado al equipo como él. Salió rumbo a Alemania.
Un año en el Schalke 04 y vuelta a España. Pero no a Barcelona, sino a Sevilla. A su Betis, a enfundarse sus trece barras verdes y blancas, el equipo de su vida. Hasta hoy.
El héroe de La Cartuja es un lateral izquierdo alto, fuerte, físicamente duro y más inclinado a guardar la defensa que a aventurarse en ataques; un jugador de esfuerzo, aseado. No es el titular, tampoco le importa. Juega en el club con el que soñó triunfar, que ya es más de lo que muchos quisieran. Ahora tiene 22 años y ya ha hecho cosas muy grandes con él.

Cuando Miranda marcó el último penalti y definitivo, resultaba difícil no alegrarse por él. Su figura encarna a cualquier protagonista de tantas y tantas películas americanas que ya conocemos de memoria: un chico de provincia tiene un sueño, sale de casa para cumplirlo cuando todavía es un preadolescente -incluso emigra fuera del país-, vuelve a casa con discreción y, la noche más importante de su equipo en diecisiete años, se convierte en el héroe de la final.
Y Miranda se convirtió en ídolo
Ayer, la familia del futbolista debió tener un bonito lapso mental tras la tanda de penaltis. De celebrar el gol de Dani en el Calderón con el pequeño Miranda de la mano a hacer lo propio con el gol de su hijo. ¿Habría otro Juan entre los aficionados que se congregaron ayer en La Cartuja?, pensarían con sorna.
Los sueños se cumplen, dijo él en sus redes sociales. Entonces, esa es la mejor forma de decir quién es Juan Miranda: un cumplidor de sueños.