Regresan a sus casas mil vecinos desalojados por el incendio de Sierra Bermeja en Málaga

Al abrir de nuevo la puerta de su casa un fuerte olor a humo le ha devuelto el recuerdo de los últimos cuatro días. Irene y su familia pasaron 56 horas huyendo del fuego y por más que lo intentan no se les van de la cabeza los nervios y el miedo de ver las llamas amenazando su casa.

Aquel día Irene, como decenas de vecinos de la urbanización de Las Abejeras, salieron casi con lo puesto. Iba con su marido, su hija Esther y su yerno. También sacaron a sus dos loros, Pepe y Curro. “Solo pudimos coger un trasportín así que uno de los loros lo llevábamos sobre el hombro”, recuerda Irene. Algo de ropa, algunos documentos y el coche puso rumbo en dirección contraria a las llamas.

Aquella primera noche la pasaron dentro del coche en una gasolinera. Entre nervios, mareos e incertidumbre apenas pudieron dormir. Hoy han vuelto a sus casas. La situación ha cambiado para ellos, pero el incendio sigue asustándoles aunque se aleje de sus casas.

De todo aquello ahora solo queda ceniza cubriendo toda la terraza. “No podíamos ni abrir la puerta de la cantidad que había”, asegura Irene. Su marido la echa fuera con ayuda de una manguera mientras su mente no deja de recorrer una y otra vez la distancia que separa lo que fue de lo que pudo haber sido.

Como ellos, hoy todos los vecinos que han vuelto a casa no sueltan la escoba. El incendio ha dejado toda la urbanización cubierta bajo la ceniza, aunque el interior de las viviendas se encuentra bien en la mayoría de los casos. “Nos ayudamos muchos entre nosotros”, dice Suzette, otra vecina que hoy ha vuelto a casa por fin. “Se están haciendo colectas de dinero entre vecinos, recogiendo botellas de agua y donando alimentos para llevar a los animales del campo”, cuenta Suzette a NIUS.

En mitad de la desgracia nadie está solo. La peor situación que han vivido como vecinos ha sacado su cara más solidaria. “Quiero que digas una cosa”, interrumpe la despedida Irene. “Quiero darle el pésame a la familia del bombero fallecido”, nos dice, “él siempre va a estar aquí, en Forest Hill, en el corazón de todos nosotros”.