El regreso de la playa, la vuelta al cole y las bodas pospuestas por el covid, esperanza para las peluquerías

La vuelta a casa trae clientes que quieren "hacer los deberes" con su pelo
La mayoría de personas piden tratamientos de color y cortes
El sector se aferra a la vuelta de eventos y compromisos para recuperar la actividad perdida
Las ciudades tienen un despertar rápido. Lo desértico cambia por el bullicio en cuestión de un día. Ya no es agosto y eso se nota; el claxon de los coches vuelve a ser la banda sonora de nuestras mañanas y las furgonetas de reparto el atrezo de nuestras calles. Se acabó el verano.
La vuelta de las playas nos somete al retorno de las costumbres. No solo por la rutina; en vacaciones levantamos un poco el pie del acelerador y solemos relajarnos con las cosas que habitualmente hacemos con regularidad. Y la normalidad del día a día, precisamente, genera actividad económica. Sobre todo, para aquellas empresas que no puedes llevarte contigo a las vacaciones.
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Eli es una peluquera sevillana que lleve¡a su propio salón, Rondán Peluqueros, y cuenta que volver de la playa es también volver a la peluquería: “La exposición al sol daña el color del pelo y muchas clientas vuelven a ponerse un tinte. También a cortarse, porque llevan mucho tiempo fuera y necesitan un repaso”.
Se nota que hay trabajo, aunque se espera más
Mientras esperamos a entrevistarla, todo lo que se escucha en el interior del local es para ponerse contentos. A primera hora, casi todos los sillones estaban ocupados, como todas las trabajadoras; el soplo de los secadores se acoplaban a las conversaciones de clientas y trabajadoras; olor a esmalte y a acetona; en definitiva, síntomas de que hay trabajo. En los diez minutos de espera antes de hablar con Eli, tres clientas más entran para ser atendidas cuando haya hueco.
“Ahora hay clientela, es cierto. Pero no es muy fuerte en comparación a cuando los niños entran en los colegios. Ahí hay más”, aclara Eli. Según cuenta, muchas de sus clientas todavía siguen en la playa, apurando la vuelta a las aulas de los más pequeños, y postergarán la visita a su negocio un par de semanas más.
Aunque la mala herencia del COVID persiste
Pero las consecuencias económicas del COVID no hacen prisioneros: “Ahora mismo, yo diría que estamos al 50%. Todavía hay mucho miedo a encerrarse en un local y muchas clientas prefieren echarse el tinte en su casa, por ejemplo”. La lógica de prestar el servicio de peluquería a domicilio parece carecer de sentido para alguien que tiene miedo de contraer el coronavirus de una persona ajena a su círculo de confianza.
Sin embargo, Eli es optimista. O, al menos, dice que “no le queda otra”. El ritmo de vacunación, la inmunidad colectiva y la realidad de que cada vez hay más signos que nos recuerdan a la normalidad prepandémica presentan un escenario positivo para el sector de la belleza: “Sí que se ve que hay más eventos y bodas. Al final, eso también es muy importante para nuestro sector. Si no hay este tipo de citas, el número de personas que vienen a peinarse o a retocarse el pelo es mucho menor, por ejemplo”, cuenta Eli.
La competencia en las peluquerías crece
El descenso de clientes ahoga a una industria que depende de la actividad presencial. Además, la peluquería y la belleza crece e innova a pasos agigantados. Que la gente es fiel a las modas en los peinados ya lo sabíamos, pero los gustos cada vez son más sofisticados: no solo esos nuevos cortes imposibles que vemos a menudo en la calle, sino también colores, tratamientos, cuidados y lo que pidan los clientes.
Para Eli, el aumento de las demandas es una oportunidad: “Ahora, desde el COVID, me he puesto a hacer más cursos. De todo: color, estética, tratamientos… No puede llegar un cliente, pedirme algo, y no saberlo. Cada vez tenemos que prepararnos más y se lo transmito a mis trabajadoras, para que también actualicen conocimientos”. También cuenta que empezó a mover su negocio en redes sociales para llegar a otros segmentos de mercado.
La economía de estos negocios, además de depender de la actividad diaria de las personas, es cíclica: la vuelta a las residencias trae a los clientes a habituales que, después de las vacaciones, quieren “hacer los deberes” con su pelo. Según Eli, también cuenta la actividad lúdica y los compromisos de la gente: a más eventos importantes, más tránsito de clientes.