'Salid y disfrutad': once migrantes sintecho crean un equipo de fútbol sala en Barcelona


'Olvidan' sus problemas y se sienten futbolistas cada fin de semana con el Missatgers de la Pau
Su situación irregular, un hándicap: la Policía ha abierto una orden de expulsión contra uno de ellos
El hospital de campaña Santa Anna busca un patrocinador para continuar con el proyecto
Houssaine jugaba al fútbol en Marruecos; de forma amateur, como lo hace cualquiera de nuestros hijos. "Era un gran fan del Barça, aunque ahora no está muy bien...", declara a este diario. La alargada sombra de la pobreza, de la que no podía escapar trabajando como geógrafo ni mecánico, le ha llevado a dejar su país natal y ahora, con 28 años y en Barcelona, ha creado un equipo junto a una decena de migrantes sintecho para dar continuidad a la frase lapidaria de Johan Cruyff: "Salid y disfrutad".
Es el propósito de todos ellos, disfrutar y olvidarse de sus problemas durante los 40 minutos que dura un partido de fútbol sala. Son chicos de 22 a 32 años que se conocen por Santa Anna, la parroquia que ofrece lo más básico a los que no tienen nada: comida, ropa, higiene, orientación laboral y calor humano.
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"Les falta cariño, recibir una palabra amable, eso para ellos no tiene precio", detalla Montse Pujadas, responsable del área social del hospital de campaña. "Son superagradecidos y no piden nada", agrega esta catalana, a la que estos chicos, algunos con estudios universitarios que duermen en la calle, en coches o en chabolas, le tienen el corazón 'robado'.

La policía ha iniciado una orden de expulsión contra un jugador
En un calendario plagado de cursos (castellano, catalán, inglés...) han encontrado un hueco la tarde de los viernes para entrenar, y juegan su jornada de primera territorial cada fin de semana. Se enfundan en su equipación naranja y, como no tienen un portero fijo, rotan sus posiciones. Houssaine, Hassane, Niza y sus compañeros conforman el Missatgers de la Pau Catalunya, un equipo diferente al resto, que empató a cuatro goles en el primer partido y perdió por cuatro goles de diferencia en el segundo.
"Lo que queremos es trabajar en equipo, ser responsables y que disfruten, y lo estamos consiguiendo", explica un orgulloso Fernando, el entrenador de los chicos, que detalla las dificultades añadidas por la situación irregular de sus jugadores: "Tienen unos valores de compromiso, responsabilidad y trabajo en equipo envidiables, pero pedirles que estén a una hora en un sitio determinado es complicado".
En este sentido, la Policía Nacional paró a Hassane, de 22 años y licenciado en Económicas en Marruecos, le pidió su documentación, le tuvo retenido varias horas e inició una orden de expulsión: "Yo quiero trabajar y seguir estudiando, y jugar al fútbol me ayuda a dejar esos problemas un rato".

Montse, en la que Hassane encuentra "una madre", describe así el inestable equilibrio con el que conviven los integrantes del Missatgers. "Vienen con ilusiones, con ganas de superar la dura vida en la calle, pero viven con el miedo en el cuerpo y evitando problemas para obtener el permiso de residencia".
En busca de patrocinadores
No obstante, las obvias dificultades económicas presentan cada jornada como un reto. Para el último partido, se trasladaron hasta el municipio de Centelles en tren, lo que supuso un gasto de 154 euros para la entidad y que difícilmente pueden sostener durante toda la temporada. Precisamente, a ese gasto hay que sumarle los correspondientes a las equipaciones, botas, bocadillos y los costes propios de su actividad: "Necesitamos conos, pelotas, petos, pagar fichas, árbitros...", enumeran.
Por ello, están a la busca de un patrocinador que también les permita cambiar su campo local, la pista polideportiva municipal de Drassanes, en la Barceloneta, cedida pero que no cumple los requisitos de la Federació Catalana de Futbol (FFC), como contar con un marcador digital.