Cada año más de un centenar de bilbaínos euskaldunizan sus nombres y apellidos


En 1977 se legalizó la inscripción de los nombres en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado
A finales de los 90 se pudo adecuar la grafía de los apellidos al euskera
Es un trámite sencillo que al principio fue un 'boom' y cada vez tiene menos adeptos
Cada año más de un centenar de bilbaínos pasa por la oficina de la planta baja del Palacio de Justicia para realizar un trámite a priori sencillo: euskaldunizar sus nombres o sus apellidos. Es decir, pasar de llamarse Eduardo a su equivalente en euskera Edorta o de apellidarse García a Gartzia.
No fue hasta 1977 cuando se legalizó la inscripción de los nombres en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado. A partir de ese momento, fueron muchos los que acudieron a modificar su nombre de bautismo. Ignacio por Iñaki, María por Miren, Nieves por Edurne o Juan por Jon. Al principio la euskaldunización fue un ‘boom’. Hoy en día, sigue practicándose, pero cada vez con menor asiduidad.
'tx' en vez de 'ch'
Aquellos disconformes con sus apellidos tuvieron que esperar aún unos años más, en concreto, hasta finales de la década de 1990. A partir de ese momento, muchos Echevarría adecuaron la grafía al euskera y pasaron a ser Etxebarria, algunos Anchorena cambiaron a Antxorena y ciertos Ochoa a Otxoa.
Más complicado lo tienen aquellos a los que la grafía que marcan los académicos de Euskaltzaindia para la vasconización de su apellido no les convence. Es el caso de los Cenarruzabeitia que quieren escribir su apellido con ‘z’, pero para ello oficialmente tienen que aceptar la ‘t’ de Zenarrutzabeitia o los Egusquiza que para transformar la ‘q’ en ‘k’ deben ser Eguskitza. En estos casos, hay que remitir el expediente al Ministerio justificando que por razones de uso puede ser sin esa letra y que en Justicia lo autoricen.