Un rastro en el vaso de un bar que 'cazó' al violador en serie de Ordizia


La violación por la que se le juzga tuvo lugar en Beasain en 2019
Se le acusa de al menos otras cuatro agresiones sexuales más
El juicio dará comienzo el próximo 24 de enero
Una violación ocurrida en 2019 en Beasain destapó a un violador en serie que llevaba al menos a su espalda otras cuatro violaciones más. El hombre de 37 años y de origen rumano residía en Ordizia en el momento de la detención. Se le acusa de violación, lesiones y detención ilegal y se enfrenta a una condena de 24 años de prisión. El juicio comenzará el 24 de enero en la Sección Tercera de la Audiencia de Guipúzcoa.
Será el primer juicio al que se enfrente ya que se le acusa de ser el autor de otras cuatro agresiones sexuales más cometidas desde 2012. Precisamente la causa que le lleva ahora a los tribunales es la que destapó su historial delictivo.
Una huella y un vaso
Ocurrió la madrugada del 13 de julio de 2019. La Fiscalía explica que aquella noche la víctima salía de su casa a trabajar sobre las 2.10 horas cuando fue abordada por el acusado. Según el fiscal, estaba en el rellano, con la cara tapada con un pasamontañas, guantes y botas militares. Se abalanzó sobre la joven y la empujó dentro de su domicilio donde le colocó un trapo con cloroformo en la cara, y la víctima se desvaneció. La joven despertó después en su cama y observó que el acusado seguía allí. El hombre volvió a dormirla con el cloroformo. La segunda vez que despertó, una hora después, estaba sola.
El acusado conocía a la víctima. Ambos tienen la misma nacionalidad, y él había sido el jefe del hermano de la joven, por lo que sabía dónde vivía y que iba a estar sola en casa.
Lesiones psíquicas
La víctima sufrió lesiones psíquicas que tardaron en curar casi un año. Por ello pide que se la indemnice con 40.000 euros por daños morales y con la "cuantía que se acredite" por los informes forenses durante el juicio por sus lesiones físicas.
La Ertzaintza recogió huellas en el domicilio donde se llevó a cabo la violación, analizó cámaras de seguridad y comenzó a investigar al acusado. Le realizó varios seguimientos, en uno de los cuales se pudo incautar un vaso de un bar que había utilizado. El ADN confirmó que coincidía con el hallado en la habitación de Beasain, y permitió relacionarle con otras cuatro violaciones sin resolver cometidas en Guipúzcoa años antes, la primera en Tolosa en 2012.