20 años del crimen de Déborah Fernández: prescribe toda la causa, salvo la investigación a su exnovio


Este 30 de abril se cumplen 20 años de la desaparición de la joven en Vigo (Pontevedra)
La causa se archiva, a excepción de las investigaciones sobre el único imputado
La prescripción implica que ningún otro sospechoso podrá ser investigado por el crimen
Este sábado se cumplen 20 años de la desaparición de Déborah Fernández-Cervera en Vigo (Pontevedra), cuyo cuerpo fue hallado sin vida diez días después en una cuneta. Un aniversario que este año es doblemente doloroso para la familia, ya que, además de recordar la efeméride en sí, ven cómo su asesinato prescribe sin que el culpable de la muerte haya recibido castigo.
Si no hay sorpresas, este 30 de abril se archiva la causa y todas las líneas de investigación relacionadas con el crimen, a excepción de una: la que afecta a Pablo P.S., exnovio de Déborah y único imputado actualmente por su desaparición y muerte. Esto implica que ninguna persona más podrá ser investigada por el caso de la joven viguesa.
“Unos hechos tan graves no deberían tener fecha de caducidad. Un asesino lo es hoy y dentro de 20 años, también”, manifiesta Rosa Fernández, hermana de Déborah y quien ha sido la portavoz de la familia a lo largo de estas dos décadas. Rosa dice haber perdido ya la confianza en la Justicia, aunque mantiene un hilo de esperanza de que la verdad salga a la luz.
Buscando respuestas en el ordenador de Déborah
Después de que los análisis de las muestras de ADN obtenidas bajo las uñas del cadáver de Déborah no hayan permitido obtener resultados concluyentes, las esperanzas de hallar nuevas pistas se concentran ahora en el ordenador personal de la chica.
El disco duro lleva meses siendo analizado en el laboratorio de Lazarus Technology. Los expertos informáticos de esta empresa, que lograron obtener información del teléfono móvil de Diana Quer, son los que ahora mismo tratan de buscar pistas en el disco duro del ordenador de Déborah.

“Nos han ayudado a esclarecer muchas cosas que, llegado el momento, contaremos”, manifiesta Rosa. Detalles que ahora no puede revelar por el bien de la investigación.
Lo que ha trascendido ya es que esos informáticos no tienen ninguna duda de que ese disco duro fue manipulado para borrar las conversaciones de Messenger de la chica, así como sus correos electrónicos. “Ahora lo que están intentando es determinar la fecha en la que se produjo ese borrado”, manifiesta Rosa.
Ese ordenador estuvo en casa de Déborah durante años sin que nadie lo analizase a pesar de que contenía archivos importantes, como sus conversaciones personales. No fue hasta 2006 cuando la Policía solicitó el disco duro, aunque las conclusiones de su análisis no se trasladaron al juzgado hasta 2019.
“A día de hoy lo que queda por presentar en el juzgado es ese informe informático”, cuenta Rosa.
Un caso caótico y plagado de “negligencias”
El empeño de la familia y el trabajo del equipo de criminólogos a quienes han confiado el caso han permitido impulsar el caso en esta recta final. Ellos lograron que la jueza del Juzgado de Instrucción número 2 de Tui, encargado de la causa, admitiese en estos últimos meses una serie de diligencias que no se realizaron en su día, en el marco de una caótica y también “negligente” investigación, según siempre ha denunciado la familia.

Déborah desapareció en Vigo la tarde-noche del 30 de abril de 2002, tras salir a dar un paseo, y su cuerpo apareció diez días después en una cuneta del municipio de O Rosal (Pontevedra). Su cuerpo estaba sin ropa y en una escena que la Policía cree fingida para hacer pasar el crimen por un asalto sexual con resultado de muerte. Los forenses determinaron que el cuerpo había sido guardado durante varias jornadas para dejarlo, después, en la recta donde fue encontrado.
El cuerpo de Déborah estaba cubierto de ramas y desnudo, aunque los forenses dictaminaron que la joven falleció con la ropa deportiva que llevaba puesta la tarde que desapareció. Junto al cadáver apareció un preservativo y otras pistas falsas que los investigadores sospechan que pusieron allí para despistar. De una forma indiciaria, los expertos determinaron que la joven pudo fallecer por sofocación, es decir, asfixiada.
Con estos datos sobre la mesa y según figura en los informes policiales, los agentes de la Policía Nacional llegaron a la conclusión de que el autor de la muerte de Déborah era alguien “muy vinculado a la joven” y que durante los primeros días “no se pudo deshacer del cuerpo” debido a la presión que había en su círculo para encontrarla. Entonces las pesquisas se centraron de forma oficial en la expareja de la joven viguesa.
Déborah y Pablo se habían conocido dos años antes en la boda de una amiga y mantuvieron una relación que acabó en las navidades de 2001. El día de la desaparición de Déborah, él se encontraba en Vigo tras haber pasado un tiempo en el extranjero. Ese día, por la mañana, hablaron por teléfono. Pero él niega que quedase con ella por la noche.

En total, Pablo P.S prestó declaración ante la Policía Nacional en al menos seis ocasiones, ofreciendo versiones contradictorias. En 2006 llegó a reconocer a los investigadores que había mentido en sus declaraciones previas para no verse incriminado en la causa.
Nunca se detuvo a nadie por el crimen y la familia sostiene que, en esos primeros momentos, no se practicaron pruebas que podrían haber conducido a la resolución del caso, como el hecho de que no se investigasen las llamadas de teléfono del exnovio o que su vehículo no se inspeccionase hasta ocho años después.
Un giro radical en la recta final
El caso se cerró judicialmente en 2010 y no se reabrió hasta finales del 2019. Se consiguió, entre otras diligencias, que se exhumase el cuerpo de Déborah para buscar pruebas y que se tomaran muestras de ADN a más de 30 personas.
En febrero de este año 2022, el caso dio un giro radical con la citación, en calidad de investigado, de Pablo P.S. en el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui. El 11 de marzo, 20 años después de la desaparición de Déborah, el principal sospechoso acudía por primera vez a declarar a un juzgado. En esa comparecencia, como siempre ha hecho, negó cualquier vinculación con la muerte y desaparición de Déborah.
Una vez que se practiquen las pruebas pendientes, solicitadas tanto por la acusación como por la defensa, la juez del Juzgado de Instrucción número 2 de Tui deberá decidir si se abre juicio o no juicio contra él.