Una esquela para despedir a Ledo, el perro al que todos querían en Ribadavia


Ledo falleció hace unos días con 15 años
Era muy famoso y querido por los vecinos
Por eso, su familia le ha hecho una esquela
Ledo era un perro muy querido en Ribadavia (Ourense). Desde hace 15 años siempre acompañaba a Ainhoa Viñuela, la joven que lo adoptó siendo un cachorro, en sus quehaceres diarios. Con ella iba a hacer la compra, a trabajar, a reuniones, a los bares, a conciertos, al teatro... Esa enorme vida social lo habían hecho famoso en el municipio.
Hablamos en pasado porque Ledo ya no está. Murió el pasado 27 de enero, pero muchos todavía no se han enterado y, cuando ven a su compañera sola, le preguntan por él. Por eso, para informar a los vecinos, Ainhoa y su familia han decidido colocar un cartel con su esquela en el barrio en el que vivía.
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La necrológica se encuentra en la fachada de la iglesia de A Madalena, en un lugar donde suelen colgarse las esquelas y otro tipo de avisos para los vecinos.
“El perro Ledo se despidió de Ribadabia el 27 de enero de 2023. Nuestro compañero se marcha feliz a los 15 años de edad, con el estómago lleno de 'patatillas' y muchas aventuras vividas cerca de sus vecinas, amigos y amigas, encantado de haber vivido en el barrio de A Madalena. Su familia, amigas y perros que lo quieren bien ruegan un brindis para desearle un buen viaje. Te echaremos mucho de menos, ya que fuiste el mejor perro del mundo”, reza el obituario.
El perro que se disfrazaba e iba a clases de pandereta
Ledo era un perro adoptado y llegó a la vida de Ainhoa después de que sus vidas se cruzasen de forma casual durante un paseo por las Pozas de Melón.

Ledo tenía entonces dos meses. Iba junto a una pareja que lo paseaba, junto a otros cachorros y dos perros adultos. Lo suyo fue un 'flechazo', ya que nada más ver a Ainhoa se metió entre sus piernas y no se quería separar de ella.
Ainhoa, tras consultarlo con su familia, decidió adoptarlo y, desde entonces, ambos eran inseparables. Iban juntos a todos lados, incluso a clases de pandereta. Ledo despertaba mucha simpatía por su carácter y porque participaba en muchas actividades que se celebraban en el pueblo, incluso disfrazándose.
“En este momento, más allá del dolor, sentimos mucha felicidad por haber tomado la decisión de adoptarlo y haber compartido nuestras vidas con él”, expresa la joven.
Ainhoa asegura que Ledo era un perro muy especial, no solo para su familia, ya que en Ribadavia son muchos los que sienten su pérdida. “Era un vecino más y, de ahí, a que decidiéramos darle esta despedida”, concluye.