Susana Amaro, médico de familia 'jubilada' por el párkinson: "No tiene cura, pero sí tratamiento"


Esta coruñesa tuvo que dejar de trabajar como médico de familia debido a la enfermedad
Tiene 58 años y le detectaron párkinson en el 2017, aunque ya sabía que lo padecía
El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente y en Galicia afecta a 10.883 personas
Susano Amaro trabajaba como médico de familia en su ciudad natal, A Coruña. Hasta que un día no pudo más y acudió al neurólogo. “El primer síntoma fueron los temblores, yo los achacaba a los nervios porque tenía muchos problemas familiares en ese momento. No me imaginaba que podía ser por el párkinson”, resume.
El diagnóstico era claro, tenía párkinson. Así, con tan solo 53 años, su vida cambió casi por completo. Era 2017 y, ahora seis años después, sigue luchando con la misma fuerza y miedo que el primer día.
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Aunque el párkinson solo provoca temblores en el 40% de los casos, Susana es una de las personas que los padece desde el inicio. Pero este no era el único síntoma que sufría y que sigue soportando a día de hoy.
“Cada vez escribía peor y más pequeñito. Mi letra de médico, prácticamente, no se entendía”, dice. Este es un síntoma muy típico, conocido como micrografía, y ocurre, sobre todo, al principio del diagnóstico.
Preocupada, se lo comentó a una compañera que le dijo que fuera al neurólogo, aunque Susana ya acudió a este especialista sabiendo lo que tenía. No tenía prisa en que llegase el diagnóstico oficial.
Lo que sí le sorprendió fue saber que llevaba un tiempo padeciendo esta enfermedad. Pensando en los últimos meses recordó que se levantaba con mucha rigidez, cosa que achacaba a una enfermedad reumatológica, pero no era así.
Esta rigidez matutina es muy común también entre los enfermos de párkinson. Susana, entre risas, cuenta que siempre bromea con que se levanta con 80 y tantos años, y a medida que van haciendo efecto las pastillas vuelve a su edad actual de 58.
Ahora, tiene menos capacidad de movimiento. Su cuerpo se mantiene estático, e incluso, sufre de discinesia, que son movimientos involuntarios con la cabeza. “No me di cuenta hasta que me vi y ni siquiera soy consciente ahora de cuándo lo hago”, comenta.
Pero no todos los síntomas son físicos, el párkinson también afecta a su cabeza. La bradipsiquia ralentiza su pensamiento y la resolución de problemas. Antes, dice, resolvía enseguida cualquier problema que tenía y ahora tarda más.
“Tengo miedo al futuro”
A pesar de todo, Susana se muestra feliz y sensata. Sabe lo que tiene y está concienciada, pero no por ello deja de tener miedo porque “ahora me valgo por mí misma, pero no estoy casada ni tengo hijos, entonces tengo miedo al futuro, a no poder valerme por mí misma. Eso es lo peor que me podría pasar”.
Cada caso de párkinson es diferente, ningún tratamiento es igual y eso genera intranquilidad porque “nunca sabes lo que puede llegar a pasar”, añade.
De hecho, con el paso de los años, sus síntomas se fueron incrementando, sobre todo, este último año y medio. Eso, sí, admite que en su caso el tratamiento la ayuda mucho y le hace efecto.
El párkinson no tiene edad
Susana tiene la incapacidad desde el 2020, se la dieron tres años después de diagnosticarle la enfermedad. Primero cogió la baja e intentó que el SERGAS le adaptara su puesto de trabajo, pero no fue posible.
En Atención Primaria tienes que ser una persona activa porque tienes una cantidad elevada de pacientes, con casos diferentes que tienes que atender en poco tiempo. “Tienes que resolver enseguida los problemas que haya y yo eso no puedo hacerlo”, comenta.
Por eso, desde casi el principio de la enfermedad no puede trabajar, y eso que su estudio neuropsicológico arrojó que su enlentecimiento no era tan avanzado, pero “en un momento noté que me costaba muchísimo y que no podía”.

Susana es joven, pero lo que pocos saben es que “no hay que tener 90 años para tener párkinson”. Ella conoce a gente más joven que ella con la enfermedad de párkinson hereditaria.
Aunque parece que afecta un poco más a las mujeres que a los hombres. “Las mujeres, en general, somos más sufridas, entonces yo creo que se tarda un poquito más en diagnosticarnos”, comenta Susana.
Por eso pide que, ante cualquier duda, se acuda cuanto antes al médico de cabecera para que realice una evaluación previa y, así, derive al paciente al neurólogo. “La enfermedad no tiene cura, pero sí tratamiento y cuanto antes se la diagnostiquen, mejor”, añade tajante.
Y, en caso, de que el diagnóstico apunte al párkinson, recomienda acudir a una asociación. En su caso, en la Asociación Parkinson Galicia, hacen de todo desde logopedia o fisioterapia, hasta actividades como piscina a la que Susana, entre risas, comenta que van todos los lunes puntuales a las ocho de la mañana.
La asociación se ha convertido en algo muy importante para ella y para su entorno, es “mi segunda familia, mi hogar, me siento como en casa”.
En Galicia afecta a más de 10.000 personas
El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa crónica más frecuente, por detrás del alzhéimer. Afecta a 10.883 personas en Galicia y a más de 160.000 en España.
Pero, aún así, muchos todavía desconocen el sufrimiento que conlleva. Por eso, el eslogan de este año, en el Día Mundial del Párkinson, es ‘dame mi tiempo’. Con él, buscan concienciar a la sociedad para que tengan en cuenta y entiendan que la persona que va a tu lado va a ir más lento.
Así, quieren sensibilizar sobre cómo afectan los síntomas del párkinson a las relaciones sociales y, a su vez, aportar herramientas sobre lo que podemos hacer como sociedad.