Almejas dentro de envases de patatas o en flotadores, los métodos de robo de los ‘furtivos de bañador’


Los mariscadores de A Illa de Arousa (Pontevedra) están hartos de que los veraneantes se lleven almejas de sus playas
Los bañistas agudizan el ingenio para llevarse el marisco sin levantar sospechas entre los que vigilan los arenales
Los carteles de prohibición y las campañas de concienciación no surten el efecto deseado: “Esto es un auténtico expolio”
Domingo. A Illa de Arousa (Pontevedra). Varios grupos de bañistas recogen almejas en el conocido como Illote Areoso. Son familias con niños. Meten el marisco en los bolsillos. En cubos de playa. En bolsas. En esta ocasión, la jornada de marisqueo ilegal va a verse interrumpida. Otros bañistas les graban y avisan a los vigilantes de la cofradía.
Esta imagen no es extraña. Los mariscadores denuncian que es lo que ven a diario en las playas del municipio. En verano, como todos los años, los furtivos se multiplican. Kilos de marisco desaparecen en pequeñas cantidades de los arenales. “Esto es un auténtico expolio. ¡No podemos más!”, exclama Maricarmen Dios, responsable del marisqueo a pie en el pósito isleño.
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El episodio de este domingo terminó con tres de estos ‘furtivos de bañador’ denunciados y con dos kilos de almeja incautados. “Se consiguió sacarles el marisco. Pero no a todos. Al ver que llegaban los guardias, algunos de ellos se mezclaron con el resto de personas que se encontraban en la playa y fue imposible localizarlos”, relata.
Todo tipo de inventivas para llevarse el marisco
En A Illa de Arousa hay 36 kilómetros de costa. Los 237 mariscadores de a pie y los más de 300 de a flote se organizan para vigilar los arenales. Unos 70 patrullan cada día, en grupos, las playas del municipio. Pero esos ojos no son suficientes para controlar a todos los bañistas. “Le hemos cogido asco al verano. Lo que para los demás es sinónimo de diversión, para nosotras es una condena”, asegura Maricarmen.
Los métodos que utilizan los ‘furtivos de bañador’ para llevarse almeja de la playa se han diversificado. Hay quien roba con descaro, pero también quien utiliza todo tipo de inventivas para hacerlo con disimulo. “Hemos cogido a uno llevándose almejas dentro de un envase de patatas fritas. Pero también hemos visto quien se las ha llevado dentro de muñecos, hinchables, mochilas, en el bolsillo, en fiambreras…”, relata. "Hasta nos encontramos a uno que tenía unas cocinadas en la caravana y había vuelto a la playa a por más", añade. Tienen buena parte de las incautaciones documentadas en fotos.


Utilizar a los niños para recoger las almejas
También hay otra forma de proceder que se ha convertido en un clásico: la de utilizar a los niños pequeños para conseguir el marisco eludiendo el conflicto con las mariscadoras. “Es muy habitual ver a un niño escarbando con el rastrillo en la arena y metiendo las almejas en el 'cubito'. Los padres nos dicen que son cuatro almejas, que no pasa nada, le restan importancia. Pero no son cuatro. ¡Son kilos!”, dice Maricarmen indignada. También está el que se baña en repetidas ocasiones y cada vez que vuelve a la toalla lo hace con varias almejas en el bolsillo del bañador. “Unas pocas ahora, otras pocas después… Y se marchan para casa con un botín de tres o cuatro kilos”, cuenta.
A través de carteles de prohibición y también con campañas de concienciación intentan hacer ver a los bañistas que el marisco no nace solo en la playa: que hay que sembrarlo, trabajarlo y cuidarlo todo el año, quitándole las algas que lo pueden asfixiar. “Es un trabajo de esclavos, que nos cuesta dinero y dolores de espalda. Pero llega el verano y hay zonas que quedan prácticamente expoliadas”, se lamenta.
Los mariscadores piden respeto a su trabajo. La playa es de todos, pero el marisco, no.