Coche fúnebre, ataúd y coronas en Campo Lameiro por la muerte de su oficina bancaria


La única sucursal que operaba en esta localidad de Pontevedra ha echado el cierre este miércoles
Los vecinos han participado en un velorio simbólico en señal de protesta por el fin de un servicio básico
Este no es el único ayuntamiento rural de Galicia que ve desparecer su oficina: hay más localidades afectadas
Campo Lameiro se ha vestido luto. Los vecinos se echaron este miércoles a la calle para participar en un velorio multitudinario en el que no faltó de nada. Hubo marcha funeraria por las principales calles de la localidad, coche fúnebre para transportar el ataúd, coronas de flores, cirios, notas de condolencia y muchos lamentos. El muerto era la única sucursal bancaria que hay en este municipio de Pontevedra.
La defunción de la oficina que la entidad Abanca tiene en esta localidad se había producido unas horas antes, a mediodía. Era una muerte anunciada. Como les contamos en NIUS hace unas semanas, el cierre estaba previsto para el 8 de septiembre. Las protestas vecinales y las amenazas de las autoridades municipales de nombrar persona 'non grata' a Juan Carlos Escotet, presidente de Abanca, no han dado sus frutos.
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Para llorar al ‘muerto’, el Concello organizó una capilla ardiente en los bajos del consistorio. Por allí pasaron muchos vecinos a dejar sus notas de condolencia en un libro de firmas habilitado para la ocasión. Luego hubo un cortejo fúnebre por las principales calles del pueblo. El féretro fue transportado en el coche de una funeraria de la zona y posteriormente portado hasta la sucursal por cuatro operarios de la empresa. La banda municipal puso la música y la coral polifónica de Campo Lameiro, las canciones mortuorias.
Un evento simpático, sí, pero lleno de repulsa. Es la protesta, una más, de los vecinos de la localidad contra la clausura de uno de sus servicios básicos.

El rural se rebela contra el cierre de sucursales
El cierre de la entidad obligará a los vecinos de esta localidad rural de Pontevedra a trasladarse a otros municipios para realizar operaciones bancarias básicas. Los vecinos, la mayoría mayores, no saben utilizar la banca electrónica ni los cajeros. Por eso, se verán obligados a desplazarse diez kilómetros para, por ejemplo, poder cobrar su pensión.
El de Campo Lameiro no es el único ayuntamiento gallego que perderá su oficina. Este 8 de septiembre Abanca echó la llave a algunas sucursales que no considera rentables. En Pontevedra, también desaparecerá la de Portas. Allí, dos vecinos se han encadenado a las puertas de la oficina hasta el viernes en señal de protesta.
En A Coruña se ha creado una alianza entre varios municipios rurales para protestar por la clausura de sus sucursales. Zas, A Baña, Fene y Vimianzo han recogido firmas para tratar de paralizar el cierre, sin éxito. En este último ayuntamiento ya han retirado todos los fondos municipales que tenían en esta entidad como protesta.
El fin de estas oficinas, dicen, es un “atentado” más contra el rural.