El Gobierno trabaja para regularizar la situación de los dos senegaleses que intentaron ayudar a Samuel


El delegado del Gobierno en Galicia ha confirmado que ambos serán recompensados por mediar en la agresión mortal
Ibrahima y Magatte tuvieron “una intervención activa” en defensa del joven de 24 años y sus testimonios fueron clave en la investigación
Demostraron humanidad y valentía, arriesgando su propia vida para tratar de salvar la de un joven, Samuel, que estaba siendo linchado en una calle de A Coruña. No lo conocían de nada. Pero no dudaron en interponerse entre la víctima y sus agresores. Ahora, el Gobierno central quiere premiar la actitud ejemplar de Ibrahima y Magatte, los dos ciudadanos senegaleses que intentaron defender a Samuel de sus agresores en la madrugada del 3 de julio.
Ambos tuvieron una “intervención activa” en defensa de Samuel mientras estaba siendo golpeado por el grupo de jóvenes que le persiguió por el paseo marítimo de Riazor. Así lo ha dicho este martes el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones. Él mismo ha sido quien ha confirmado que la Secretaría de Estado de Migraciones ya está trabajando para regularizar la situación en España de estos dos ciudadanos de origen africano.
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Ambos no tienen papeles. “Es ahí donde queremos actuar. El objetivo es que puedan tener un permiso de trabajo”, ha dicho Miñones, a la vez que ha asegurado que el testimonio de ambos “ha sido clave en la investigación”. Los dos colaboraron con la policía en las pesquisas, a pesar de su delicada situación en España. Sus declaraciones han ayudado a detener y poner a disposición de la justicia a los seis principales supuestos autores de la paliza mortal.
Una reclamación de los amigos de Samuel
Los amigos de Samuel conocieron a uno de estos dos senegaleses, a Ibrahima, tras la celebración de la multitudinaria concentración celebrada en A Coruña dos días después del asesinato, protagonizando un emotivo reencuentro. Que las autoridades arreglasen sus papeles por su actitud ejemplar ha sido una de las reivindicaciones del entorno más cercano de Samuel.
Este senegalés, de 35 años y pescador de profesión, lleva casi tres años en España. Estaba con su amigo Magatte en las inmediaciones del paseo marítimo de Riazor cuando sucedieron los hechos. Uno cubrió con su cuerpo al joven y otro intentó parar los golpes en la primera fase de la pelea. Aunque había más gente a esas horas pasando por la calle, ellos fueron los únicos que intentaron evitar la paliza.
Ibrahima se dedica actualmente a la venta ambulante en la calle. Sobrevive con lo que vende hasta que sus papeles no se arreglen. Si su situación se regulariza y consigue un permiso de trabajo, Ibrahima podría trabajar en el sector de la pesca. Una oportunidad para tener una vida digna en España.