"Papá, me han matado", fueron las últimas palabras de Diego Fernando López. Tenía 25 años, era colombiano y miembro de los Trinitarios. El pasado 5 de febrero estaba bebiendo con un grupo en un parque de la calle San Ruperto -en el distrito madrileño de Usera-, cuando fueron atacados por miembros de los Dominican Don't Play (DDP), sus principales rivales. Es lo que en su argot denominan una 'caída'. Recibió una paliza y cuchilladas en el costado, el cuello, la espalda y la cabeza. Vivía a pocos metros de allí, con su progenitor y su novia, con la que esperaba un hijo. Otro joven también resultó herido en esta trifulca. La orden salió del centro penitenciario de Badajoz. Es la conclusión a la que llegan los investigadores de la Brigada de Información de la Guardia Civil, que el pasado día 5 acudieron a la prisión extremeña para interrogar a A.S.T., otro colombiano de 23 años.
Presuntamente dirigía desde su celda el 'coro' de Seseña (Toledo). Contaba con antecedentes por riñas, lesiones, robos, tráfico de drogas y falsificación de moneda. Todo hace pensar que fue el autor intelectual y quien decidió quién debía participar en este asalto. Los testigos señalaron que los agresores eran una veintena, llevaban prendas rojas y negras e iban armados con grandes machetes. Unos salieron corriendo y otros se dieron a la fuga en un vehículo. Aportaron descripciones físicas y detalles que permitieron a los agentes de la Policía Nacional detener poco después a dos de los implicados en las inmediaciones.
Los agentes del instituto armado ya estaban investigando a algunos de ellos por un intento de homicidio en la urbanización "El Quiñón", en la localidad manchega. Así pusieron en marcha la denominada 'Bacano', que se ha desarrollado en dos fases. 24 personas han sido detenidas hasta el momento por la benemérita en estos cinco meses por su presunta relación con estos hechos.
Con los datos recabados han podido comprobar que los presuntos autores materiales fueron el hondureño C.A.P. de 20 años, con antecedentes por tenencia de armas, riñas, robo y atentado a agentes de la autoridad y J.M. F., español de 19 años, que estuvo en un centro de menores en Ciudad Real hasta octubre del año pasado y también con antecedentes. Una vez cumplida la misión informaron a su cabecilla a través de un teléfono móvil, algo prohibido en la cárcel. Los dos se encuentran ahora en el centro penitenciario de Aranjuez, a la espera de ser trasladados a otros establecimientos.
Los investigadores sabían que las víctimas eran miembros de los Trinitarios y los autores DDP, sus mayores enemigos. Estas bandas juveniles de origen latino mantienen luchas por el control del territorio, aunque los atacantes suelen ser menores de edad, los denominados 'soldados', con el fin de que resulten inimputables. En este caso llamaba la atención las edades de los implicados. El escenario elegido era el distrito de Usera-Villaverde, en el que el 'coro' de los DDP destaca por ser uno de los más violentos y activos.
Agentes de la Brigada Móvil de la Policía Nacional detuvieron minutos después a S. A. C., dominicano de 21 años cerca del polideportivo de San Fermín. Había sido arrestado el pasado mes de noviembre por su implicación en una trama que prostituía a niñas de centros de menores de la Comunidad de Madrid y Guadalajara, la denominada 'Operación Sana'. Ya había estado en prisión en el año 2020. Llevaba una navaja de mariposa en la mano y tenía algunos cortes. Agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) detuvieron a J.D.T., un ecuatoriano de 27 años. El titular del Juzgado de Instrucción número 13 decretó su ingreso en prisión provisional. Los dos eran miembros probados de los DDP.
Unos días después la Guardia Civil arrestó a otros 11 jóvenes en las provincias de Toledo, Madrid y Valladolid. Les seguían la pista desde el 20 de abril de 2021, cuando intentaron matar a un miembro de los Trinitarios en la urbanización "El Quiñón" de Seseña. Pudieron comprobar que se habían desplazado hasta Madrid la noche de los hechos y que tenían relación con los anteriores. Entre los cabecillas había un joven rumano y dos españoles, que también han entrado en la cárcel.
Estas bandas juveniles son de origen latino pero se han convertido en un amalgama de nacionalidades. Intentan captar al mayor número posible de componentes para engrosar sus filas. Su principal objetivo son los adolescentes de entre 12 y 16 años, ya que no pueden ir a la cárcel y las condenas son inferiores. La noche que murió Diego también perdió la vida Jaime Guerrero, otro miembro de los Trinitarios de 15 años conocido como 'Pepe'. Fue acuchillado a las puertas de una discoteca de Atocha. La Policía descubrió que llevaba dos machetes y una pistola de softball. Un caso que aún no ha sido resuelto.
La Delegación del Gobierno en Madrid puso en marcha un 'plan antibandas' para luchar contra estos pandilleros. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han identificado a más de 40.000 jóvenes, han detenido a más de 500 y han incautado cientos de armas. Policía Nacional, Guardia Civil y Funcionarios de Prisiones cuentan con grupos específicos para analizar la evolución de estos grupos violentos, que empezaron a instaurarse en España a finales de los 90. Tienen unos protocolos establecidos para poder erradicarlos. Aún así, una vez que se desmantela un 'coro' vuelve a regenerarse con nuevos componentes. Incluso se trasladan a otras provincias para dificultar la labor policial.
La mayoría de los pandilleros se conocen entre ellos porque viven en los mismos barrios, asisten a los mismos centros escolares o parques. También coinciden en los centros de menores y cárceles. El número ha ido en aumento durante los últimos años. La mayoría son adolescentes desarraigados que buscan integrarse en un grupo, agresivos, con falta de control de impulsos y condicionados por los líderes.
Dentro de las prisiones se han convertido en un problema, ya que se ha producido un incremento del número de internos ingresados por su pertenencia a estas bandas. Entran como presos comunes y resulta muy difícil clasificarles para separarlos en distintos módulos. Se van reagrupando y campan a sus anchas, extorsionando al resto de los internos. Además continúan las peleas con bandas rivales. Excepto cuando se encuentran solos en un departamento, que intentan camuflarse con el resto de los presos..
Los más jóvenes son destinados a módulos específicos, mientras que los dirigentes son clasificados en los Ficheros de Internos de Especial Seguimiento (FIES), por su pertenencia a organización criminal, su alta peligrosidad, la necesidad de disponer de una información completa de su situación o porque necesitan protección especial. La Secretaria General cuenta con un grupo de trabajadores denominado "colectivos especiales", equipos de especialista, en coordinación con los responsables de la seguridad en el Centro Directivo, que ayudan a hacer frente a las amenazas y riesgos para la seguridad provenientes de la delincuencia organizada.
Elaboran informes mensuales que permiten a los servicios de información e inteligencia mantener una vigilancia, control e intervención de los reclusos que intentan dar continuidad a sus actividades delictivas en los centros penitenciarios. En estos debe constar cómo es su relación con los funcionarios y el resto de profesionales, con el resto de los internos, el rol desempeñado y su capacidad de liderazgo en los grupos organizados o espontáneos que se crean en los centros, sus relaciones y la posible vinculación con otros grupos. Además recogen cuáles son los movimientos en sus cuentas de peculio, indagando el origen de aportaciones cuando resulten llamativas, así como las extracciones para otros internos, ex-internos o personas vinculadas con estos.
También hay unas variables referidas a su peligrosidad y la consiguiente exigencia de unas medidas de control especificas, que deben ser valoradas por la Junta de Tratamiento para poder asignar al interno programas individualizados de Tratamiento o modelos de intervención concretos o determinan si deberían limitar la realización de tareas en el exterior, el acceso a las llamadas por teléfono o establecer relaciones con otros internos del mismo colectivo. En los últimos años también se ha reforzado la necesidad de prevenir el posible reclutamiento dentro de los muros.