Más de 3.000 valencianos recurren al Banco de Alimentos en lo que va de año


En la entidad no descartan alcanzar las 70.000 personas que recurren a su ayuda frente a los 60.000 de 2021
Las colas para inscribirse son similares a las de personas que esperan para recoger alimentos
Pensionistas, parados y españoles entre los nuevos afectados
Las colas del hambre cada vez son más largas en los numerosos repartos que organiza cada semana el Banco de Alimentos de Valencia.
Un claro indicativo de que la situación económica de las familias está empeorando debido al incremento de precios y la crisis energética. "Desde enero se han incrementado en más de 3.000 personas que han acudido a nosotros porque necesitan ayuda para comer. No descartamos alcanzar las 70.000 personas a finales de año, cuando el año pasado atendimos a 60.000", afirma Jaume Serra, presidente del Banco de Alimentos de Valencia, que explica que "las políticas no alcanzan para ayudar a toda esta gente, no son efectivas. A veces nos encontramos con casas donde no hay ni lo básico en la nevera o ni siquiera un vaso de leche para un niño".
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De hecho, la cola frente a la ventanilla donde hay que presentar los papeles necesarios para recibir la ayuda que ofrece el Banco de Alimentos, está casi igual de concurrida que la de las familias que esperan su turno para recibir la comida.

A esto se une que los bancos de alimentos, cada vez están recibiendo menos donaciones y las reservas de comida cada vez son más escasas.
Pensionistas y parados
Como cada viernes decenas de personas acuden a la nave que el Banco de Alimentos tiene en la Pobla de Vallbona (Valencia) donde los voluntarios no dan a basto con la preparación de carros con alimentos básicos para las personas que necesitan su ayuda.
A sus 71 años, María Dolores se ha visto obligada a apuntarse por primera vez. De su pensión de 700 euros mensuales dependen 6 personas en casa. Sus hijos y las parejas, además de un niño en camino. "No nos llega para comer. No hay forma de que nadie de la familia encuentre trabajo", explica.
Unos puestos más atrás, guardando su turno, María José, con una incipiente barriga, está esperando un bebé justo en el peor momento. En su casa son cuatro personas. Vive con sus padres y para todos ellos esta ayuda alimenticia es básica. "No encontramos trabajo y a esto hay que añadirle la dificultad de traer un niño al mundo en esta situación. Vamos a necesitar la alimentación básica para el bebé o pañales y todo esto es muy caro", lamenta.
La falta de trabajo es también el problema que acucia a la familia de Cristobal. Con 49 años lleva ya mucho tiempo en el paro y su hijo tampoco encuentra un empleo. Del subsidio de 500 euros que cobra tienen que comer los cuatro que son en casa. "Es muy triste verte así y solo gracias a la comida que nos dan aquí podemos sobrevivir", afirma.
En los tres casos se trata de familias españolas y es que esta crisis está golpeando no solo a inmigrantes y a personas en riesgo de exclusión social.