La ley que pone en peligro la identidad de Hong Kong

Miles de hongkoneses, pertrechados con mascarillas y paraguas siguen apostados a las puertas del parlamento
Ni el enorme despliegue policial ni las amenazas del gobierno de intervenir a la mínima señal de violencia por parte de los manifestantes han logrado dispersar a la marea humana.
La segunda sesión del debate sobre la polémica ley de extradición ha sido aplazada hasta el lunes
El compromiso de los hongkoneses es infinitamente mayor que el miedo a los antidisturbios. Nada hace pensar que el retraso -hasta el lunes- de la sesión parlamentaria para aprobar la ley de extradición, vaya a socavar el espíritu de la protesta. La polémica ley que el gobierno hongkonés -con mayoría en el parlamento-quiere aprobar, es vista por muchos como el mayor azote a la identidad de este territorio desde 1997.
Para entender la peculiar identidad de Hong Kong
Es necesario remontarse a 1997, cuando se instauró el principio de un país dos sistemas: una obra de ingeniería a política llevada a cabo por el entonces presidente chino Deng Xiaoping. La que había sido colonia británica en los anteriores 150 años, cambió su estatus y se reunificó con China como una región administrativa especial, un estatus más alto incluso que el de autonomía.
Este principio, permite que dentro del Estado chino unificado coexistan sistemas económicos y políticos diferentes en determinadas zonas, entre ellas Hong Kong, que tiene un representante ejecutivo y sus propias leyes orgánicas aunque técnicamente está bajo el Gobierno Popular Central.
En los últimos 20 años, la ex colonia británica se ha beneficiado de esta situación en el terreno económico, y eso le ha permitido mantener su esencia como uno de los mayores centros financieros y comerciales del mundo y el único paraíso fiscal no controlado por occidente. Gracias al respaldo de China, Hong Kong capeó sin problemas la crisis del 2008.
Las conexiones económicas y territoriales se han ido ampliando y reforzando como una enorme red tejida a golpe de inversiones en infraestructuras y mejoras sociales por parte de Pekín. Sin embargo, la convivencia entre dos sistemas tan desnivelados en lo referente a democracia y libertades han puesto de manifiesto las dificultades de mantener una mínima conexión a nivel político.
Qué hay en juego con la ley de extradición
En el nivel político, es donde se sitúa el proyecto de ley de extradición que pretende aprobar el parlamento hongkonés y que ha movilizado a miles de personas en la última semana.
El ejecutivo local, que tiene mayoría en el parlamento y el apoyo de Pekín, considera que la ley es necesaria para evitar que Hong Kong se convierta en un refugio de fugitivos. La propuesta contempla que los detenidos en la ex colonia británica puedan ser entregados a China.
De nada han servido los intentos de maquillar la propuesta con argucias como que la extradición sólo afectará a acusados con penas de más de 7 años de cárcel, o la promesa de que los tribunales hongkoneses podrán vetar la extradición si intuyen que China puede aplicar medidas como la tortura o la pena de muerte.
En Hong Kong saben que esa ley supondría para ellos entrar la órbita del sistema de justicia chino, conocido por su falta de transparencia y unos valores demasiado alejados de los de libertad que aún prevalecen en la ex colonia británica.
De ahí nace el espíritu de esta protesta y la motivación de las miles de personas que vemos estos días frente al parlamento de Hong Kong.