Análisis realizados en una morgue desvelan el verdadero impacto de la Covid-19 en África


Los datos se han extraído al analizar más de 1.000 cuerpos de una morgue en Lusaka (Zambia), donde casi un tercio ha dado positivo por SARS-CoV-2
Lo más impactante es que la mayoría de estas personas nunca se había hecho una prueba
Los investigadores temen que esta idea de inmunidad africana puede haber llevado a las personas a correr riesgos innecesarios
Desde el inicio de la pandemia se ha mantenido que el coronavirus ha sido menos grave en África que en otras partes del mundo. Ahora, un estudio de la revista Nature revela que las personas que murieron por Covid-19 en ese continente podrían ser en realidad muchas más de las que aparecen en las cifras oficiales.
Los datos se han extraído al analizar más de 1.000 cuerpos de una morgue en Lusaka, la capital de Zambia, donde casi un tercio ha dado positivo por SARS-CoV-2. Es decir, portaban el virus, aunque es difícil saber si el deceso fue causado por la infección o tuvo otras causas.
La idea de realizar el estudio surgió al notar que los países subsaharianos reportaban un número demasiado bajo de muertes por covid.
Los investigadores piensan que estos hallazgos podrían incluso desvelar una realidad oculta a través de datos falsos para intentar tapar las deficiencias de las infraestructuras médicas y la falta de pruebas para diagnosticar el virus.
Christopher Grill, especialista en salud Global de la Universidad de Boston y coautor del estudio, mantiene que ignorar el verdadero avance del covid en Lusaka es imperdonable, "han muerto personas y sus familias han quedado destruidas”.
Casos de Covid-19 sin notificar
Debido a las condiciones en las que viven muchas personas en África subsahariana, los investigadores temieron lo peor cuando el SARS-CoV-2 comenzó a expandirse a nivel mundial. Pero para su sorpresa, “los casos graves y las muertes por coronavirus fueron menores en África en comparación de otros continentes”, según dice dice Yakubu Lawal, endocrinólogo del Hospital Federal de Azare, en Nigeria.
Lawal y otros científicos especularon entonces sobre la posibilidad de que la juventud de la población africana pudiera influir en estos datos, pero tampoco descartaron la opción de que los datos oficiales estuvieran adulterados.
Para aclarar la situación, los investigadores analizaron cuerpos que habían llegado durante 2020-2021 a una de las morgues más grandes de Lusaka para detectar SARS-CoV-2. El 32% de los cuerpos analizados dieron positivo en la prueba, y la cifra asciende a 90% en aquellos que llegaron durante los meses en los que hubo olas de contagios.
Lo más impactante es que la mayoría de estas personas nunca se había hecho una prueba, y aunque no se pueda confirmar que la causa de la muerte fuera el virus, los resultados difieren mucho de las cifras oficiales.
Hasta ahora, han habido menos de 4.000 muertes confirmadas por COVID-19 en Zambia, un país que cuenta casi con 19 millones de habitantes, cuando las cifras esperadas teniendo en cuenta su población superarían unas 80.000 muertes.
Una de las hipótesis de Grill para justificar la brecha entre sus resultados y los datos oficiales es que la mayoría de las personas que mueren por coronavirus en Zambia lo hacen sin recibir atención médica. Cuatro de cada cinco personas nunca fueron ingresadas en un hospital y a ello hay que sumarle que “nadie está vacunado y nadie tiene máscarillas”, según Gill.
Otros estudios apoyan la paradoja africana
En cambio otros estudios demuestran que la idea de que los africanos han sufrido menos el covid es real. Amare Abera Tareke, fisióloga de la Universidad de Wollo, dice que según su experiencia, en Etiopia “las personas que se infectan con el virus son asintomáticas o tienen síntomas leves y se recuperan”.
"Supongo que esto podría ser exclusivo de Lusaka", dice con respecto a esto Grill "pero sería muy difícil explicar el por qué". Sea o no aplicable el estudio al resto de África, los investigadores temen que esta idea de inmunidad africana puede haber llevado a las personas a correr riesgos innecesarios o haber contribuido a “la falta de urgencia” en el suministro de vacunas a los países africanos.