Libia: las dos partes en conflicto se acusan de violar el alto el fuego

El acuerdo de alto en fuego se rompe horas después de entrar en vigor
¿Perderá Libia su oportunidad para la paz? Tan solo horas después de la entrada en vigor del acuerdo del alto el fuego, los dos frentes en conflicto se acusan mutuamente de violarlo. Tanto las fuerzas leales al aliado de Rusia, el mariscal Jalifa Hafter, como las del Gobierno respaldado por la ONU han denunciado combates en los alrededores de la capital, Trípoli.
Tras diez meses de intensos enfrentamientos, las dos partes aceptaron la entrada en vigor del acuerdo el domingo, presionados por sus respectivos apoyos: Rusia y Turquía. El conflicto ha sumergido en el abismo a ese país rico en petróleo, que atraviesa su momento más complicado desde el asesinato del dictador Muanmar el Gadafi en 2011. Los combates de los últimos meses han dejado más de 1.500 muertos y ha obligado a más de 100.000 personas a abandonar sus casas.
Dos gobiernos enfrentados parten en dos a Libia
Dos gobiernos se disputan el poder en Libia:
- Uno en el oeste ("Gobierno de Unión Nacional") con sede en Trípoli y un primer ministro –Fayez Serraj- respaldado por la ONU.
- Otro paralelo en el este, en la ciudad de Tobruk, encabezado por el general Hafter, que ambiciona unificar el país bajo su mandato.
En este complejo tablero se mueven decenas de milicias que se han ido sumando a uno u otro bando, tras unas elecciones -celebradas en 2014- en las que varias facciones se negaron a reconocer los resultados.
El caos ha permitido a grupos islamistas y a traficantes de personas migrantes hacerse fuertes en la zona, ante la preocupación de los países europeos.
Una batalla que también es internacional
La batalla se juega también en el ámbito internacional:
- El mariscal Hafter es apoyado por Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Arabia Saudí.
- Por su parte, el hombre de la ONU, el primer ministro Serraj, cuenta con el apoyo de Turquía y Qatar.
El hombre obsesionado con el trono de Trípoli
El general Hafter (76 años) lanzó el pasado abril una ofensiva contra la capital, Trípoli, para intentar hacerse con el control del país. El hombre que ha echado un pulso al gobierno respaldado por la ONU fue aliado de Gadafi; le ayudó a conquistar el poder en 1969. Su relación con el dictador se rompió 18 años más tarde, durante la guerra entre Libia y Chad. Tras caer en desgracia, Hafter se exilió en Estados Unidos protegido por la CIA. No regresó al país hasta 2011, poco después de comenzar la revuelta contra Gadafi.
Consiguió una alianza militar con tribus y milicias en el este del país y formó el autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL). Tras hacerse fuerte en el este, conquistó el sur (clave por su riqueza energética). Pero quería más: el trono de Trípoli y lanzó la ofensiva ("Operación Torrente de Dignidad") contra la capital. Su movimiento supuso un golpe directo a la ONU: ese 4 abril de 2019 su secretario general se encontraba allí intentando impulsar un proceso negociador.
El general Hafter mantiene un ferviente discurso antiislamista con el que, según algunos analistas, quiere erigirse en azote del yihadismo y granjearse apoyos entre Occidente. Otros expertos apuntan a la desconfianza que suscita entre quienes le ven como un líder autoritario que –de hacerse con todo el poder- impondría una férrea dictadura militar.