Biden apuesta por Guaidó en Venezuela y Duque en Colombia para presionar a Maduro


e+Esto no es lo que esperaban los gobiernos de izquierda, del continente americano, que habían puesto las esperanzas en una nueva administración estadounidense
La política estadounidense de la administración Biden hacia América Latina ha decidido apostar por la diplomacia en lugar de por la confrontación, especialmente en el caso de Venezuela y Colombia. Con las amenazas y ultimatums a golpe de tuit, ya lejanos en el tiempo, ahora lo que se lleva es el discurso firme a favor de Juan Guaidó e Iván Duque pero con acciones de ayuda humanitaria paralelas, para aliviar la ciudadanía en sus países de origen, mientras se deja un puente abierto a la negociación.
Sin embargo, esto no es lo que esperaban los gobiernos de izquierda de esta parte del continente americano, que habían puesto las esperanzas en una nueva administración estadounidense, progresista y más cercana a sus premisas. Biden, un buen conocedor de Latinoamérica que visitó 16 veces esta región del continente americano durante los ocho años que fue vicepresidente con Barak Obama, ha sorprendido llamando “dictador” a Maduro (quien le había incluso felicitado al ganar las elecciones) y alabando a Duque por su decisión de dar protección legal, en Colombia, a los casi 2 millones de migrantes venezolanos.
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Felicito al pueblo estadounidense por las elecciones presidenciales. Asimismo, felicito por su victoria al Presidente electo Joe Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris. pic.twitter.com/H5z7PCcVW7
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) 7 de noviembre de 2020
Desde dentro
A nivel nacional, también Biden se ha movido dando la residencia a 320.000 exiliados provenientes de Venezuela y anunciando un plan de ayuda de 4.000 millones de dólares para Centroamérica, lo que confirman las palabras de Juan Sebastián González, el asesor de Biden para América Latina, sobre el deseo del nuevo gobierno de “dedicar más atención, tiempo y recursos” a esta zona, en una intervención reciente en la Cámara de Representantes.
Pero Biden también explicitó que no “tiene prisa” para levantar las sanciones a Venezuela, a no ser que Nicolás Maduro mueva ficha demostrando que está dispuesto a negociar seriamente con la oposición. Toda una declaración de intenciones para manejar de forma política la crisis de este país, que cuenta con un presidente recién reelegido, un presidente opositor “encargado”, reconocido como tal por Estados Unidos y sin embargo deslegitimado por la Unión Europea, tras la constitución de la Nueva Asamblea Nacional.
Antecedentes y reacciones en Venezuela
Tras incremento de las amenazas y sanciones económicas impuestas por Trump sobre Venezuela en 2019, sin resultados, el nuevo gobierno llegado a la Casa Blanca intentará presionar para que Maduro se siente a negociar. “Ya vimos que la anterior estrategia no funcionó, vimos cómo el régimen y los mercados se adaptaron a las sanciones del petróleo y podemos seguir así por mucho tiempo. Una vez que Maduro se siente en la mesa veríamos, junto con la comunidad internacional, qué sanciones podrían levantarse”, declaró el portavoz del Departamento de Estado a los medios recientemente.
El propio responsable de dicho departamento, Antony Blinken, abogó por una “coordinación más fuerte y con países afines” como la “mejor manera de aplicar las sanciones actuales” y aclaró que la administración demócrata “continuará con el reconocimiento del señor Guaidó y el aumento de la presión sobre el régimen dirigido por el brutal dictador Maduro”, durante su intervención ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado en la ratificación de su cargo.
Today Venezuelan Interim President @jguaido and I discussed our unwavering support for democracy in Venezuela and our efforts to improve the lives of the Venezuelan people.
— Secretary Antony Blinken (@SecBlinken) 3 de marzo de 2021
Colombia
A pesar de que el nuevo presidente estadounidense se demoró un mes en contactar con el mandatario colombiano, desde su llegada a la Casa Blanca, el pasado 17 de febrero Biden envió una carta a su homólogo Iván Duque felicitándole por “proveer protección legal temporal a los más de 1’7 millones de migrantes venezolanos que han huido hacia Colombia”. Y lo hizo añadiendo con admiración que “lo correcto no siempre es lo más rentable políticamente, pero es el sello de un verdadero liderazgo”.
Biden y Duque, que comparten profundas creencias religiosas (el estadounidense es, tras John Kennedy, el segundo presidente católico del país), no se han visto desde 2018, fecha de su reunión en Bogotá. Por eso, el respaldo explícito del mandatario norteamericano ha sido visto como un compromiso “a una agenda bipartidista que promueva prosperidad común y contribuya a la paz duradera de todos los colombianos”, tal y como expresaba la carta.
Proceso de paz
Y es que Biden no solo es un aliado de Colombia desde hace tiempo sino que ha mantenido una larga relación de amistad con este país. Ya ha manifestado que lo considera parte fundamental de la política exterior de Estados Unidos en América Latina y que estará a su lado en la búsqueda de una concordia duradera, mientras dure la implementación de los Acuerdos de Paz.
Ya en su época de vicepresidente, durante los dos mandatos de Barak Obama, cultivó el acercamiento entre ambos países y se espera que la alianza continúe, especialmente para contrarrestar la presencia de agentes rusos en Latinoamérica. Evitar la desestabilización que Rusia pueda intentar en el continente, a través de Venezuela, será uno de los objetivos en los que Colombia y Estados Unidos trabajarán juntos. Pero afrontar esa situación a fondo y de forma cercana sólo tendrá lugar cuando, como dejó claro Biden, la situación sanitaria esté controlada en su país. Algo que aún no ha ocurrido.