Estados Unidos lidera el conflicto internacional de Ucrania gracias a su semi independencia energética


Mientras numerosos países del continente europeo tienen sufren una grave dependencia del gas natural ruso (un 40% en el global), el gigante norteamericano está batiendo récords con sus reservas de petróleo y gas de producción propia, que le han permitido ahorrar unos 100.000 millones de dólares en los últimos meses, al no haber tenido que recurrir a mercados extranjeros
Suenan tambores de guerra en Europa mientras Biden se implica a dos bandas: negociando con el emir de Qatar para que el viejo continente no se quede sin combustible, en caso de conflicto bélico, y asegurándose el respaldo de los países beneficiados por este acuerdo para poder desafiar a Rusia con garantías, en caso de que Putin finalmente decida invadir Ucrania.
Todo un órdago, acompañado de amenazas de fuertes sanciones económicas y la movilización de 8.500 soldados, que el presidente de Estados unidos llevará a cabo si se ve obligado a actuar “en defensa de sus intereses nacionales y en respuesta a actuaciones de Rusia que nos perjudiquen a nosotros o a nuestros aliados”, como señaló recientemente el portavoz del Pentágono, John Kirby, ante los medios.
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— Diario Las Américas (@DLasAmericas) 1 de febrero de 2022
Desamparo energético europeo
Una declaración de intenciones que permite a Joe Biden sacar músculo ante Vladimir Putin y decir al mundo que Estados Unidos ha vuelto, tal y como prometió que haría en su campaña electoral, hace poco más de un año. Lo cual no sería posible si la situación de desamparo energético en el que se encuentra la Unión Europea afectara por igual a Estados Unidos.
Pero las diferencias en este sentido son abismales. Mientras numerosos países del continente europeo sufren una grave dependencia del gas natural ruso (un 40% en el global), el gigante norteamericano está batiendo récords con sus reservas de petróleo y gas de producción propia, que le han permitido ahorrar unos 100.000 millones de dólares en los últimos meses, al no haber tenido que recurrir a mercados extranjeros.
El camino a la independencia
Ya en 2019 el gas natural se convirtió en la principal fuente de energía del país, proporcionando el 38% de la electricidad, gracias a un aumento de su producción del 50%, entre 2019 y 2020, según la revista Forbes. Pero además, en ese año, se produjeron dos hechos importantes: la generación de petróleo y gas propio llegó a abastecer el 68% del consumo de energía del país y las exportaciones netas fueron positivas, dando lugar a lo que se conoce como “independencia energética” de este país al respecto de otros.
Cheap gas, oil craters: 2015 rocked the energy sector, @bill_loveless says https://t.co/psmZzLjssY (@AP photo) pic.twitter.com/HgLkJDZUrv
— USA TODAY Money (@USATODAYmoney) 6 de enero de 2016
Si bien ello sucedió estando Trump en el poder, las bases para llegar a esa situación se establecieron durante el mandato de Barak Obama e incluso antes, aunque fue él quien firmó el proyecto de ley de la Energía, a finales de 2015, permitiendo a los productores nacionales exportar el petróleo crudo (hasta entonces solo se permitían productos terminados como el diesel y la gasolina) y ampliando así la apertura de nuevos mercados, llegándose en 2020 a expedir 3 millones de barriles de crudo diarios
El papel del fracking
Gracias a estas medidas, el controvertido método del fracking para perforar rocas, inyectar líquidos a alta presión y extraer gas de esquisto o petróleo, experimentó un auge nunca antes visto. Su implantación contribuyó de forma significativa al aumento de la extracción de petróleo y a bajar los precios del mismo, incrementando las ventas. Dio lugar a una floreciente industria que generó decenas de miles de puestos de trabajo y una independencia energética que nunca antes había experimentado el país.
Sin embargo, los buenos resultados económicos han ido acompañados de daños ambientales como la contaminación de aguas subterráneas por la inyección de productos químicos, la provocación de terremotos y riesgos en la salud pública, como la expulsión de gases contaminantes. Son numerosas las empresas y organizaciones que han realizado estudios que relacionan esos efectos con el fracking y que piden su desaparición.
Cambio de normas
Por ello Joe Biden al llegar al poder inició la preparación de unas normas de alcance federal que han afectado a unos 100.000 pozos o perforaciones, lo que supone el 5% de la extracción de petróleo y el 11% de la perforación de gas, según datos del departamento de interior del gobierno.
Las empresas afectadas se están viendo obligadas, con la nueva legislación, a dar información detallada a la Oficina de Administración de Tierras (BLM) sobre el lugar, profundidad y características de los pozos, perforaciones, productos químicos usados y la eliminación de las aguas residuales.
Choque de trenes
Estas medidas no solo reducen la producción, sino que se unen a la disminución de demanda ya provocada por la pandemia y al aumento del precio generado por los problemas de suministro, que han dado lugar a que la independencia energética del país ahora no sea total. Sin embargo, Biden se siente respaldado por las grandes reservas de petróleo existentes y el buen ritmo de la producción, que aun siguen siendo lo suficientemente altos como para que pueda plantar cara a Putin, en un conflicto internacional de estas dimensiones.
Pero el presidente norteamericano no debería olvidar que Rusia también es una potencia energética (tercer productor mundial de petróleo y el segundo de gas natural), aporta un tercio del gas que Europa consume y un cuarto de las importaciones de petróleo crudo, según datos del think tank estadounidense Cfr (Council on Foreign Relations).
Datos que, al igual que a Biden, le han dado la confianza suficiente como para desafiar a Ucrania, la OTAN y Estados Unidos creando una situación que, si se descontrola, podría tener unas consecuencias que irían mucho más allá de la dependencia energética de Europa y la autosuficiencia estadounidense.