Los políticos en EE.UU. "se hacen muy ricos" por apoyar a Israel, según un asesor de Trump

El coronel Douglas Mcgregor acusa al actual secretario de Estado de recibir dinero del lobby judío y de los saudíes
La CNN reprodujo recientemente estas afirmaciones en entrevistas hechas en 2012 y 2019
En sus memorias, Obama también señala las interferencias del lobby pro - Israel en la política exterior norteamericana
Tanto en los pasillos del Capitolio como en las oficinas de los muchos grupos de presión presentes en Washington, aún resuenan las palabras del nuevo asesor del Pentágono, el coronel retirado Douglas Mcgregor, conocido por lo deslenguado de sus afirmaciones sobre el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel o sus críticas al poderoso lobby judío en la Casa Blanca, al que acusa de dictar la política exterior estadounidense.
En sendas entrevistas realizadas en 2019 y 2012, rescatadas en noviembre por la CNN tras su nombramiento como consejero del también nuevo secretario de Defensa interino Christofer Miller, el exmilitar señaló la "enorme influencia" del Comité de Asuntos Públicos Estadounidense Israelí (conocido como AIPAC) en el Congreso norteamericano a través de "elementos subordinados o afiliados" vinculados con "enormes cantidades de dinero".
John Bolton y Mike Pompeo, en el centro de las acusaciones
Según Mcgregor, esos "elementos" tienen nombre y apellido, como el de John Bolton -en 2019 asesor de Seguridad Nacional- o Mike Pompeo, entonces y ahora secretario de Estado norteamericano. "El señor Bolton se ha hecho muy, muy rico y está en la posición en la que está debido a su apoyo incondicional al lobby israelí. Es su hombre en el terreno, en la Casa Blanca”, aseguró el militar durante su intervención radiofónica del año pasado. "Lo mismo es, en gran parte cierto, para el señor (Mike) Pompeo, tiene aspiraciones de ser presidente", agregó. "Sus manos buscan el dinero del lobby israelí, de los saudíes y de otros”.
El asesor hacía estas declaraciones tras responder a la pregunta realizada por el periodista David Gornoski sobre si pensaba que John Bonton o el republicano Lindsey Graham -en 2019 principales instigadores para acabar militarmente con los anhelos nucleares de Irán- buscaban iniciar una guerra contra la república de los ayatolás. “Para saberlo solo hay que mirar a quienes donan (dinero) a esas personas", dijo Macgregor durante la entrevista.
En la misma plataforma, el exmilitar también acusó al lobby judío de "propiciar la invasión estadounidense de Iraq" en 2003 tras los atentados del 11S. La administración del entonces presidente George Bush justificó la incursión alegando que el régimen de Sadam Hussein atesoraba armas de destrucción masiva y mantenía vínculos con Al Qaeda. Acusaciones que nunca pudieron ser demostradas con pruebas fehacientes.
Reacciones a la sacudida verbal
Tras los comentarios del coronel retirado, John Bolton se limitó a decir a través de un portavoz que no respondería "a los antisemitas". Por su parte, desde el Departamento de Estado se negaron a hacer declaraciones en nombre de Mike Pompeo, todavía hoy el diplomático más importante de Estados Unidos.
Según los datos financieros públicos, registrados por la Oficina de Ética Gubernamental de EE.UU. y citados por la CNN, Pompeo no recibió dinero de grupos pro-israelíes ni en 2018 ni en 2019, mientras que John Bolton sí ganó miles de dólares, aunque estos ingresos se habrían producido antes de su llegada a la Casa Blanca.
Desde AIPAC, el lobby acusado de interferir en la política exterior estadounidense por parte de Mcgregor, se limitaron a publicar un tweet en respuesta a sus declaraciones. "Estamos orgullosos de participar en el proceso democrático para fortalecer la relación entre Estados Unidos e Israel (…) No seremos disuadidos de ninguna manera por ataques ilegítimos y mal informados a esta importante obra ", rezaba el texto.
We are proud that we are engaged in the democratic process to strengthen the US-Israel relationship. Our bipartisan efforts are reflective of American values and interests. We will not be deterred in any way by ill-informed and illegitimate attacks on this important work.
— AIPAC (@AIPAC) February 11, 2019
El coronel retirado ha guardado silencio tras la polvareda levantada por sus comentarios, aunque el portavoz del departamento de Defensa sí remitió a CNN un comunicado justificando su nombramiento por sus "décadas de experiencia militar, que se utilizarán para ayudar en la implementación continua de las prioridades de seguridad nacional del presidente".
La designación de Macgregor como asesor principal del nuevo jefe interino del Pentágono forma parte de las últimas sacudidas de Donald Trump antes de abandonar la Casa Blanca. El objetivo de su actual inquilino es cumplir cuantas más promesas electorales pueda antes del 20 de enero (cuando Joe Biden será investido), entre ellas, la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán. Trump las quiere de vuelta en casa por Navidad.
Un movimiento que desaprueban algunos altos oficiales civiles en la sede del departamento de Defensa -entre ellos su recientemente destituido Secretario, Mark Esper-, que piden una repliegue más progresivo para que puedan darse mejores condiciones de seguridad sobre el terreno. Pero como no hay crítica que pase desapercibida para Trump, el presidente decidió despedirle no solo a él, sino a otros cuatro altos funcionarios civiles vinculados con Esper por otros más afines a sus propósitos. Entre ellos, el irreverente Douglas Mcgregor.
Firme defensor del repliegue del ejército estadounidense de "guerras interminables", el coronel ha saltado a la palestra, además, por afirmar cosas tales como que la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial fue un "desastre" y que hay pruebas que demuestran que "el conflicto con Japón (Guerra del Pacífico 1941-1947) se diseñó para poner fin a la Gran Depresión".
Otras críticas al lobby israelí
En el pasado han sido varios los políticos o altos cargos en Estados Unidos criticados por grupos judíos, tanto israelíes como estadounidenses, por vincular el apoyo a Israel con el dinero o los "benjamines" (billetes de cien dólares con la imagen de Benjamin Franklin en el anverso), tal y como escribió en Twitter la congresista demócrata Ilhan Omar el año pasado.

Pero a diferencia de las muy similares afirmaciones de Douglas Mcgregor, hombre y no musulmán, el comentario de Omar desató de forma inmediata feroces críticas no solo por parte de sus rivales republicanos, sino también por parte de los demócratas, como la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. "El antisemitismo debe ser denunciado, confrontado y condenado siempre que se encuentre, sin excepción", dijo en su declaración.
Igualmente, la poderosa Liga Antidifamación, una influyente organización judía estadounidense, arremetió contra la congresista alegando que sus palabras "promueven la fea y antisemita teoría de la conspiración que sostiene que los judíos tienen una desproporcionada influencia en la política".
Tras el tweet, Omar tuvo que pedir disculpas y nuevamente lo hizo a través de Twitter. “El antisemitismo es real y estoy agradecida a los aliados y colegas judíos que me están educando sobre la dolorosa historia de los tropos antisemitas. Mi intención nunca es ofender a mis electores ni a los judíos estadounidenses en su conjunto¨, escribió.
Listening and learning, but standing strong 💪🏽 pic.twitter.com/7TSroSf8h1
— Ilhan Omar (@IlhanMN) February 11, 2019
Pero en el párrafo siguiente, Omar, liberaba de nuevo el disparador. "Al mismo tiempo reafirmo el problemático rol de los grupos de presión en nuestra política, ya sea AIPAC, la NRA (la Asociación Nacional del Rifle) o la industria de los combustibles fósiles".
Jimmy Carter y Barack Obama, ex-presidentes que rompen con el tabú
Douglas Mcgregor e Ilhan Omar son solo los dos últimos nombres en acaparar el foco mediático por criticar la influencia del lobby judío en la política exterior norteamericana o la relación de Estados Unidos con Israel. Antes, ya lo hicieron otros, incluidos expresidentes como Jimmy Carter o Barack Obama, aunque solo después de abandonar la Casa Blanca.
Al primero, presidente de Estados Unidos entre 1977 y 1981 y premio Nobel de la Paz en 1979 por su papel como mediador en los Acuerdos de Camp David (que sellaron la paz entre Israel y Egipto), le llamaron "antisemita" tras la publicación en 2006 de su libro Palestina: Paz, no apartheid. Por aquel entonces la Segunda Intifada aún daba sus últimos coletazos.
Según el ex-presidente, la pregunta a la que quiso dar respuesta con su publicación fue: ¿Por qué era tan difícil para los políticos estadounidenses discutir la relación de Estados Unidos con Israel y las políticas del Estado hebreo de una manera honesta?. "El motivo son los extraordinarios esfuerzos lobistas del Comité de Asuntos Públicos Estadounidense Israelí (AIPAC) y la ausencia de voces contrarias significativas", respondió Carter en una reseña de su libro difundida por 'The Angeles Times'.
"Sería casi políticamente suicida que los miembros del Congreso propugnaran una posición equilibrada entre Israel y Palestina, sugerir que Israel cumpla con la ley internacional o hablar de la defensa o los derechos humanos de los palestinos", continuó el demócrata quien, con su obra, quiso, primero, instar a sus compatriotas a conocer unos hechos -como la "abominable opresión de los palestinos"- según él, desconocidos en Estados Unidos y, después, propiciar la discusión para ayudar a reiniciar las conversaciones de paz que conduzcan a una paz permanente entre Israel y sus vecinos.
Las inquietudes presentadas por Jimmy Carter y algunos de sus coetáneos, si bien evitadas -al menos en público- por la mayoría de funcionarios públicos estadounidenses, fueron reproducidas recientemente por uno de sus sucesores, el también expresidente Barack Obama.
En su último libro, Una Tierra Prometida, el antiguo inquilino de la Casa Blanca aborda el coste político de criticar al lobby pro-Israel en el Capitolio. "Los políticos estadounidenses que criticaron la política de Israel demasiado duro se arriesgaron a ser etiquetados como "anti-israelíes" (y posiblemente "antisemitas") y se enfrentaron después a un oponente que estaría bien financiado en las próximas elecciones".

Obama también atacó a AIPAC, diciendo que el poderoso grupo judío se movió ideológicamente hacia la derecha en consonancia con el gobierno del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, incluso "cuando sus acciones fueron contrarias a la política de Estados Unidos".
Voces críticas y minoritarias en un país donde, según explicaron los académicos estadounidenses John Mearsheimer y Stephen Walt, al año de publicarse el libro de Jimmy Carter, denunciar el sesgo promovido por el lobby proisraelí de la política exterior norteamericana siempre tiene un coste. "Logran desviarla de lo que sugeriría el interés nacional, al tiempo que convencen a los estadounidenses de que los intereses de Estados Unidos y los del otro país, en este caso, Israel, son esencialmente idénticos".
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