Una recesión económica nunca vista por los estadounidenses
Más de 33 millones de personas han perdido su empleo y se espera que sean más en las próximas semanas
El Gobierno de EEUU se plantea un nuevo aplazamiento de la fecha para presentar la declaración de la renta de 2019 o la entrega de dinero, de forma directa, a los ciudadanos
La reserva federal (Fed) se ha comprometido a comprar deuda corporativa, estatal y local, además de a dar préstamos a medianas empresas
La economía de Estados Unidos está sufriendo su mayor caída desde la Gran Recesión de finales de 2008. Más de 33 millones de personas han perdido su empleo y se espera que sean más en las próximas semanas. El gigante minorista de ropa J. Crew y el grupo empresarial del lujo Neiman Marcus han sido los últimos en solicitar la protección por bancarrota, mientras los grandes e icónicos grandes almacenes Macy’s y Lord&Taylor lo están considerando.
El gasto de los consumidores y empresas se ha desplomado. Incluso la carne está desapareciendo de los establecimientos por el cierre que ha afectado a las procesadoras de alimentación. Hasta el punto de que algunas cadenas de comida rápida, como Wendy’s, se han visto obligadas a retirar ese producto de su menú. También supermercados de gran tamaño como Costco y Kroger venden de forma limitada las existencias que aún tienen.
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La reciente comparecencia del presidente de la reserva federal estadounidense, Jerome H. Powell, tampoco fue portadora de buenas noticias pues anunció que se espera que los datos del segundo trimestre empeoren con relación a los de los tres primeros meses. A esto hay que sumarle que Morgan Stanley ha pronosticado una caída record del 37’9% en el PIB para esas fechas.
A pesar de todo, el gobierno insiste en que los resultados de las ayudas históricas que está dando (casi 3 billones de dólares hasta el momento) darán resultado. Creen que con ello se podrá evitar una depresión, que es lo que ocurriría si esta situación continuara en el tiempo y se sumara un periodo de contracción y pérdida de trabajo de varios años. Incluso, señaló Donal Trump el pasado jueves, se podrían contemplar otras medidas económicas, posiblemente a través de decretos que no requerirían una acción del Congreso. Las opciones que están considerando van desde un nuevo aplazamiento de la fecha límite para la presentación de las declaraciones de la renta de 2019 a la entrega de dinero, de forma directa, a los ciudadanos. “Tenemos que ayudar a las personas", dijo Trump en respuesta a las preguntas de los periodistas.
De momento, las pérdidas acumuladas en el empleo remunerado, hasta el pasado 4 de abril, se estiman en 18 millones de dólares. Según un informe de la reserva federal, sólo durante las dos semanas entre el 14 y 28 de marzo, se perdieron unos 13 millones de empleos cuando durante toda la Gran Recesión (entre diciembre de 2007 y febrero de 2010) se perdieron menos de nueve en total.
Disminución de ingresos del estado
Mientras el Covid-19 continúa propagándose por todo el país, la adaptación a esta nueva situación ha obligado a los trabajadores no esenciales a quedarse en sus casas. Esta situación, que requiere la realización del trabajo de forma remota, no es posible en todos los sectores. Camareros, dentistas, vendedores minoristas y otros trabajadores han quedado sin ingresos y muchos en grave situación de vulnerabilidad.
Las medidas de distanciamiento social provocadas por la pandemia han afectado profundamente el mercado laboral estadounidense. A medida que el desempleo crece, el presupuesto federal se ve más afectado. Los ingresos obtenidos por lo impuestos sobre la renta y las nóminas están disminuyendo, al mismo tiempo que crecen los pagos por seguro de desempleo y otros programas de cobertura. A esto se suman las peticiones de los expertos para aumentar las ayudas del gobierno federal, como única solución para salvar la economía de daños mayores.
A nivel internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también respalda esta fórmula: introducir importantes paquetes de apoyo financiero para mitigar el impacto que la crisis está teniendo en las empresas y las personas. Según señala a través de un estudio, esta no solo es la mejor manera de mitigar las consecuencias de un bloqueo prolongado de la economía, como el que estamos sufriendo, sino de salvar a las pequeñas y medianas empresas, que son la parte más vulnerable.
De hecho, las PYMES representan un 75% de los trabajos de los sectores directamente afectados y suman un 40% del empleo total en el promedio de los países de la OCDE. Si este colectivo de trabajadores de diversos sectores (transporte, construcción, comercio mayorista y minorista, transporte aéreo, servicios de alojamiento y alimentación, entre otros) no pudiera disponer de las ayudas que se han puesto en marcha, directamente desaparecería del mercado laboral.
Distintas medidas de corrección
Pero no todos los países han adoptado el mismo tipo de medidas. En Estados Unidos la reserva federal (Fed), un consorcio público-privado encargado de custodiar parte de las reservas de los bancos miembros, asociados voluntariamente, ha prometido usar todas las herramientas a su alcance para mantener a flote las empresas y hogares durante la crisis.
Al igual que hiciera durante la crisis financiera de 2008, la Fed ha actuado de forma rápida y ha comprado bonos del gobierno para respaldar la economía. Sin embargo, el cierre de la economía ha provocado una alta demanda de dinero prestado por parte de familias y empresas. Ello ha provocado que la Fed haya tenido que comprometerse a comprar deuda corporativa, estatal y local, así como a dar préstamos también a medianas empresas.
A pesar del dinero inyectado ya (2’3 billones de dólares en las últimas semanas) los expertos esperan que esta cantidad aumente hasta los 5 billones antes de que acabe 2020 y que al mismo tiempo mantenga a cero las tasas de interés de los créditos. Ello podría ayudar, tanto a las empresas como a las familias, a encarar compras antaño habituales, como las de un coche o una casa.
Este organismo también es el que, a través de créditos, está facilitando que las grandes corporaciones en problemas, como las líneas aéreas en la actualidad, o la banca en 2008, puedan seguir funcionando, siempre con la obligación de devolver el dinero recibido cuando la situación mejore.
En Europa, sin embargo, las políticas sociales y de desempleo son distintas. En general, la financiación de las grandes corporaciones con problemas se hace con capital público y el estado pasa a ser propietario de parte de dichas compañías. Un reciente ejemplo es la actual operación entre la aerolínea Lufthansa y el gobierno alemán. Por medio de un paquete de rescate de 9.000 millones de euros, el estado podría hacerse con una participación del 25% de la compañía y pasar a contar con representación en el consejo de vigilancia.
Otras líneas aéreas europeas están también en negociaciones con los gobiernos de sus respectivos países para seguir el mismo camino. Norwegian Airlines (Noruega), Virgin (Reino Unido), Alitalia (Italia) o Brussels Airlines (Bélgica) están en trámites para la nacionalización total o parcial de las compañías, convirtiendo a los estados en accionistas de las mismas. Algo que en Estados Unidos, a pesar de la magnitud de la crisis, todavía ni se contempla.