Khitam Hussein, la doctora árabe que encabeza la lucha contra el coronavirus en Israel

Los árabes representan un 20% de la población israelí, y están fuertemente ligados a la profesión médica
En medio de la pandemia de la COVID-19, la oposición exige un mayor reconocimiento de este colectivo, en primera línea para combatirla
Cada mañana, Khitam Hussein se despierta antes del amanecer y se apresura para ir al trabajo. Rutina que repite desde febrero, ya que esta doctora árabe-israelí encabeza la lucha contra el brote del nuevo coronavirus en el Hospital Rambam, cerca de Haifa, el hospital más grande del norte de Israel.
Con 44 años y turnos de hasta 12 horas durante meses, Hussein se ha convertido en un miembro destacado de la comunidad árabe, en muchas ocasiones marginada en Israel. Ahora desempeña un papel esencial para hacer frente a esta crisis sanitaria. "Es increíblemente difícil trabajar, ningún día es igual que el anterior", asegura.
Las autoridades del país han confirmado un total de más de 15.000 casos de COVID-19 y 202 muertes. Frente a esta situación, la doctora afirma que, en medio de la pandemia, son los momentos concretos e individuales los que más se le han grabado en la mente.
Recuerda el caso de una pareja que llegó hace un tiempo a su hospital. Ambos presentaban síntomas graves de coronavirus y fueron ingresados inmediatamente. Puesto que la situación del hombre empeoraba rápidamente, su mujer pidió a los sanitarios poder tener un último momento junto a él. "Permitimos a la mujer, aunque su estado también era grave, que pudiera hablar y despedirse de su marido", recordó. El hombre murió poco después.
Una convivencia tensa
Los árabes-israelíes, descendientes de los palestinos, constituyen actualmente el 20% de la población de Israel y están fuertemente representados por la profesión médica. En 2018, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, presionó al Parlamento y lanzó una controvertida ley que declarara al país como el estado-nación del pueblo judío. Inmediatamente estalló la polémica entre la comunidad árabe y otras minorías, que lo vieron como la negación de su derecho a vivir en el país.
La crisis de la COVID-19 ha reavivado el debate, con trabajadores árabes en primera línea luchando contra la enfermedad, algo que evidencia más si cabe el papel que juega este colectivo en la sociedad israelí.
Yair Lapid, el principal líder de la oposición y crítico con la ley del estado-nación, afirmó que Netanyahu había ignorado constantemente la magnitud de la labor de los médicos árabes en el país. "Si eres un médico o enfermera árabe que no ha pegado ojo en semanas, debes saber que no van a rectificar la ley del estado-nación", expresó en un tweet reciente. Famosos artistas del país incluso han realizado eventos online de recaudación de fondos para el hospital Rambam, al que consideran un símbolo de convivencia entre árabes y judíos.
Salvar vidas a un precio elevado
Lejos de este conflicto, para Hussein todo lo que importa es salvar vidas, ya sea que un paciente sea árabe o judío. Además, recuerda el alto precio que está cobrándose esta crisis en su vida familiar. Durante casi dos meses no ha podido visitar a su madre, ya anciana, por temor a transmitirle el virus. Su esposo, por su parte, está en casa con sus dos hijas, de ocho y diez años.
La doctora afirma que estar separada de sus hijas es lo más difícil. Cuando llega a casa después de una jornada eterna, inmediatamente pone su ropa en la lavadora y se ducha antes de verlas. "La mayoría de las veces llego cuando ya están durmiendo, pero a veces me esperan".
Algunos de sus compañeros ya ni siquiera vuelven a sus domicilios habituales debido a los largos turnos o por temor a contagiar a los suyos. Recientemente, su hija menor, Hala, le llamó mientras estaba en medio de un turno complicado. "Estaba llorando por el teléfono, diciendo 'Te echo de menos, ¿cuándo vienes a casa?'", recuerda emocionada. "Durante unos minutos pensé que colapsaría. Luego me recuperé y volví al trabajo".