La colonización del Congo y el debate revisionista belga


60 años después de la independencia, las heridas siguen abiertas
La declaración del rey de los belgas lamentando los sufrimientos causados a los habitantes del entonces Congo belga durante los años de la colonización no se extiende al período inmediatamente posterior, que sigue generando tensión entre Bélgica y la ahora República Democrática del Congo 60 años después.
Después de casi dos décadas en las manos de Leopoldo II, la colonia pasó a ser propiedad del Estado belga hasta 1960. El 30 de junio de ese el país se independizó en plena ola de descolonizaciones en África y ante la impotencia belga para mantener por la fuerza una colonia que multiplicaba por 17 su territorio.
Primeras elecciones democráticas
Casi 100 años de colonización acabaron con la elección en las urnas, por primera vez en la historia del país, de un Parlamento democrático que eligió a un discreto funcionario de los correos belgas en el Congo, el liberal Patrice Lumumba, como primer ministro.
Lumumba se destapó con una figura carismática. Jean-Paul Sartre llegó a decir que “era África en su totalidad”. Y Lumumba chocó con los planes que tenía Bélgica para el nuevo Estado independiente pues los belgas pensaban que podrían seguir controlando los recursos naturales del Congo, uno de los países más ricos del mundo en minerales.
Balduino defiende a Leopoldo II, Lumumba carga contra la colonización
El día de la independencia, ante el rey belga Balduino, Lumumba habló contra la colonización y por la unión de las naciones africanas. Balduino había hecho minutos antes un discurso que elogiaba a su bisabuelo Leopoldo II. Las palabras de Lumumba provocaron la indignación de los belgas. Pero no eran sólo sus palabras, también sus planes porque veían que el nuevo primer ministro no parecía compartir las ideas de Bruselas en cuanto a la gestión del nuevo país independiente.
Dijo Lumumba: “Nuestras heridas están demasiado frescas y son demasiado dolorosas todavía para poder expulsarlas de nuestra memoria. Hemos conocido el trabajo agotador exigido a cambio de salarios que no nos permitían ni comer para paliar el hambre, ni vestirnos, ni vivir decentemente ni criar a nuestros hijos como seres queridos. Hemos conocido las ironías, los insultos, los golpes que debíamos sufrir mañana, tarde y noche, porque éramos negros”.
Escenario de Guerra Fría
1960 fue uno de los años más duros de la Guerra Fría, apenas dos años antes de la crisis de los misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética y un año antes del inicio de la construcción del Muro de Berlín. Bélgica –y con ella Estados Unidos- buscaron cómo seguir controlando las riquezas naturales del Congo. Ante el rechazo de Lumumba, fomentaron el auge de un movimiento secesionista en la región sureña de Katanga, la más rica del país en cuanto a recursos. Congo era una pieza preciosa en el escenario de confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Lumumba pidió ayuda a Naciones Unidas y a Estados Unidos para abortar la rebelión pero la solución propuesta por Washington fue un alto el fuego y una línea de separación, que debían controlar Cascos Azules y que en la práctica daba la independencia a Katanga. Entonces Lumumba pidió ayuda a Moscú.
Golpe de Estado y asesinato
Bruselas se movió rápido. Según una investigación del Parlamento belga de 2001 en la que el país reconoció su “responsabilidad”, los servicios secretos belgas, apoyados por la CIA, organizaron un golpe de Estado contra Lumumba y pusieron en el poder el 27 de noviembre de 1960, apenas cinco meses después de la independencia, a Mobutu Sese Seko, un militar que gobernaría el Congo con mano de hierro durante más tres décadas.
Acto seguido, Lumumba y varios de sus ministros fueron detenidos. Tras varias semanas encarcelados en un lugar desconocido, el 17 de enero de 1961 fueron asesinados a 50 kilómetros de Lubumbashi y sus cuerpos fueron diluidos en barriles de ácido. La CIA, en un informe de 2007, negó su culpabilidad y cargó toda la responsabilidad del golpe de Estado y del asesinato de Lumumba en los servicios secretos belgas. Lumumba tenía 35 años.
Lumumba nunca fue un revolucionario aunque parte de la historiografía haya llegado a asemejarlo a una especie de Che Guevara africano. Nunca mostró tendencias comunistas y sólo pidió ayuda a la Unión Soviética cuando vio que Bélgica y Estados Unidos pretendían la secesión de Katanga.
El primer ministro, que más de una vez se declaró liberal y que explicó varias veces que la prioridad del nuevo Estado era construir un sistema institucional estable y una Administración capaz de ir haciendo, a medio plazo, las reformas económicas y sociales necesarias tras casi un siglo de colonización. En el aniversario de hace dos años, el 30 de junio de 2018, las autoridades belgas inauguraron la Plaza Patrice Lumumba en una zona noble de la capital belga.
Nadie fue nunca condenado por aquel asesinato. La Fiscalía federal belga confirmó este miércoles que hay una investigación abierta, que califica el asesinato como “crimen de guerra” y que por lo tanto no prescriben. La investigación empezó en 2012 a partir de una denuncia presentada por los descendientes de Lumumba. Los jueces se disponen a pedir acceso a los testimonios que en la comisión parlamentaria de 2001 se hicieron a puerta cerrada.