Boris Johnson y Von der Leyen acuerdan darse una última oportunidad


Europa y el Reino Unido seguirán negociando durante el fin de semana
Corrían los años 90 del siglo pasado cuando un joven Boris Johnson enviaba a la sede londinense del diario ‘The Daily Telegraph’ sus crónicas como corresponsal en Bruselas. Cuentan los corresponsales más veteranos en la capital belga, el puñado que sigue en activo y que coincidió con Boris, que era muy difícil encontrarle alguna crónica que no fuera una buena suma de bulos o directamente historias inventadas salidas de su imaginación.
Una de aquellas historias decía que el Berlaymont, la sede de la Comisión Europea, iba a ser demolido. Este miércoles un Boris con más años cenó en ese mismo edificio en lo que para él era uno de los momentos álgidos de la negociación del Brexit y para sus homólogos europeos un trámite más que pasar.
La visita empezó con las órdenes de su anfitriona, Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. La alemana, en menos de un minuto ante las cámaras, le pidió que mantuviera las distancias y que se pusiera la mascarilla que se habían quitado para las fotografías de rigor. La cena se celebró en el Berlaymont porque es ahí donde vive Von der Leyen, en un apartamento que se hizo acondicionar cuando llegó al cargo hace ya un año. El menú: sopa de calabaza con vieiras de primero, lenguado con wasabi y verduritas de segundo y pavlova con frutas exóticas y sorbete de coco de postre.
Bruselas es maestra en jugar al anticlímax. Mientras parte de la prensa británica alentaba el miércoles la idea de que la cena sería un momento clave, el acuerdo o la ruptura, fuentes comunitarias ya habían indicado a media tarde que lo más probable sería que sirviera para identificar obstáculos y tanto Boris como Von der Leyen prometieran seguir negociando. Patada adelante porque el británico promete no ceder más y los europeos tampoco tienen ninguna intención de hacerlo.
Las negociaciones se alargan
De la cena se extrae, según las fuentes consultadas justo después de la salida de Boris Johnson, que los negociadores tendrán una oportunidad más para cerrar el acuerdo y que, si no lo logran, este fin de semana se decidirá finalmente que el Reino Unido saldrá de la Unión Europea sin acuerdo alguno que regule su relación futura.
Fuentes británicas contaban en Bruselas que su primer ministro “no quiere dejar sin explorar ninguna vía hacia un posible acuerdo” y que tanto Boris Johnson como Úrsula Von der Leyen están de acuerdo en que el domingo será la fecha límite. Si para ese día no hay trato, se acabarán las negociaciones. Fuentes europeas cuentan que eso fue lo poco que se pudo acordar en la cena.
Uno de los principales obstáculos tiene poca solución. Bruselas desconfía de Boris Johnson. Teme que el Gobierno británico incumpla en meses lo que firme. Por eso los negociadores europeos quieren medias punitivas prácticamente automáticas si el Reino Unido no mantiene alineadas a la normativa europea sus normas fiscales, sociales, laborales o medioambientales. Si trata de hacer competencia desleal. Los británicos rechazan ese automatismo.
Boris violó la normativa anti pandemia belga cuando abandonó el Berlaymont. En Bruselas el toque de queda rige desde las 10 de la noche. Las excepciones son mínimas y no entran en esa lista funcionarios o miembros del Gobierno o de las instituciones europeas. Claro que si Von der Leyen cumpliera la normativa no podría volver a invitar a nade más a sus aposentos hasta dentro de un mes.
Si quiere visita, hasta el 9 de enero sólo podrá tenerla volviendo a invitar a Boris. Además, al sólo poder invitar a una persona a casa, en Bruselas la cena de anoche (Von der Leyen, Boris Johnson y los negociadores Michel Barnier y David Frost) incumple también la normativa anti-covid.