Bruselas pide la devolución de los mármoles del Partenón como exigencia para el Brexit

Un documento del Consejo Europeo exige a Londres la restitución de “elementos culturales ilegalmente sustraídos”
Los gobiernos europeos aprobarán la próxima semana el mandato negociador para el futuro acuerdo con el Reino Unido
Los gobiernos europeos están endureciendo al máximo el mandato que aprobarán la próxima semana y que debe servir de guía a la Comisión Europea para negociar con el gobierno británico la futura relación entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido.
El equipo del negociador europeo Michel Barnier tendrá a finales de este mes su mandato negociador actualizado, un documento crucial porque fija las líneas rojas y prioridades de los gobiernos europeos y de las instituciones comunitarias. Un documento que en los últimos días se está cerrando sin ahorrar exigencia alguna.
Los mármoles del Partenón
Las capitales parecen haber metido mano en el documento. La de Atenas se ve de lejos: “Las partes deberán solucionar los asuntos relacionados con la devolución o retorno de los objetivos culturales ilegalmente sustraídos a sus países de origen”. Fuentes comunitarias aseguran que la exigencia, a petición del Gobierno griego, tiene el apoyo del español, el chipriota y del italiano. Atenas, tras conocerse el contenido del documento, ha negado que la devolución de los mármoles sea condición previa para la firma de un acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido.
Grecia lleva décadas exigiendo al Reino Unido la restitución de los ‘Mármoles del Partenón’, piezas únicas que se exhiben en el British Museum de Londres. Conocidos también como ‘Mármoles de Elgin’, son una serie de esculturas en mármol extraídas del Partenón ateniense entre 1801 y 1802 por Lord Elgin, embajador británico en Constantinopla.
Alineación regulatoria
El texto, del que NIUS ha tenido conocimiento este martes, tiene una serie de exigencias que Londres deberá cumplir si quiere un acuerdo con la UE que es vital para su economía. El Gobierno británico asegura que desea un simple acuerdo comercial, al estilo del que la UE firmó con Canadá. Bruselas se niega y exige una completa alineación regulatoria. El Reino Unido está demasiado ligado al continente para que sea viable –e interesante para los intereses europeos- un simple acuerdo comercial al uso.
Los compromisos británicos en el futuro acuerdo deben “resistir el paso del tiempo”, aseguran fuentes conocedoras del contenido del documento. Londres deberá aceptar que no podrá hacer competencia desleal en temas como fiscalidad, medio ambiente o normas laborales.
Período transitorio
El Brexit, oficialmente acaecido el pasado 31 de enero, está ahora en su fase transitoria. En estos meses, hasta el próximo 31 de diciembre, en la práctica el único cambio es que los británicos perdieron su representación en las instituciones del bloque pero siguen participando en todos sus programas, recibiendo fondos y aportando su contribución.
El equipo de Barnier lleva meses avisando de que negociar un acuerdo de la profundidad del que la UE quiere con el Reino Unido es imposible en 10 meses. El mismo de Canadá, mucho más simple, necesitó siete años de conversaciones. Sobre todo, cuando con Londres se trata, por primera vez, no de construir sino de deshacer una relación de más de 45 años.
El acuerdo futuro para Bruselas no trata sólo de asegurar los intercambios comerciales sino que busca también sellar relaciones en temas como cooperación judicial y policial, pesca, política exterior o regulación medioambiental. El mandato, que todavía es un borrador y puede sufrir cambios, debería ser aprobado por los embajadores europeos en Bruselas este mismo miércoles y sellado los últimos días de febrero por los gobiernos.
En las últimas semanas las instituciones europeas lo han ido cambiando para reforzar las provisiones que exigen a Londres que respete la normativa europea si quiere un acuerdo. Bruselas trata así de evitar una idea muy querida de los conservadores británicos: convertir a su país en una especie de Singapur gigante, un paraíso fiscal a orillas de Europa. El texto dice: “la relación deberá incluir un partenariado económico ambicioso, de amplio alcance y equilibrado, con las suficientes garantías” para asegurar una competencia leal.
Londres se niega
La noche del lunes, en una conferencia en la Universidad de Bruselas, el negociador británico David Frost dijo que su Gobierno no tiene ninguna intención de mantener sus regulaciones alineadas con las europeas. “Dañaría dramática y finalmente” la confianza de la ciudadanía en sus instituciones. Frost sí aceptó que Bruselas trabaje a partir de los modelos de acuerdo ya firmados con otros países.