Covax, el dispositivo de Naciones Unidas para vacunar a los países pobres


El reparto mundial de dosis replica la desigualdad global
La ‘guerra’ por el acceso a las vacunas podría haber sido aún peor de lo que es. Decenas de países no han administrado ni una dosis pero un mecanismo organizado desde la Organización Mundial de la Salud ha conseguido corregir levemente esa desigualdad. Se llama ‘Covax’ y en él participan, además del organismo de Naciones Unidas, la ‘Alianza Gavi’ y la CEPI (Coalición para las Innovaciones en Materia de Preparación contra las Epidemias). Prácticamente todo el planeta (190 países) es miembro de ‘Covax’. Donald Trump había dejado fuera a Estados Unidos pero el nuevo presidente Joe Biden incluyó a su país en el mecanismo.
El objetivo principal de ‘Covax’ es hacer que para finales de este año esté vacunado al menos el 20% de la población de todos los países participantes. Eso se puede lograr, si el ritmo de producción de vacunas cumple su parte, gracias a que 92 de los 190 países, los más pobres, reciben vacunas gratis o a precios muy reducidos gracias a la financiación que ponen los otros 98 países y, sobre todo, instituciones supranacionales como la Unión Europea. También hay donaciones privadas, como de la Fundación Bill y Melinda Gates.
Necesita 7.000 millones de dosis este año
En sus primeros dos meses de funcionamiento, antes de que las vacunas estuvieran disponibles, ‘Covax’ había conseguido acumular 2.000 millones de dólares, algo menos de un tercio de los 7.000 millones que necesitará de aquí a finales de este año para financiar su objetivo de vacunación. Por ahora hay promesas de fondos de la Unión Europea, el Banco Europeo de Inversiones y gobiernos nacionales, sobre todo de Alemania, Canadá, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Francia, Japón o Reino Unido.
‘Covax’ funciona como una especie de póliza de seguros. Compra cualquier vacuna disponible y que haya sido autorizada por la Organización Mundial de la Salud y para eso usa los fondos que ha ido recibiendo de gobiernos, organismos supranacionales y fundaciones privadas. Todos los países participantes, sea cual sea su capacidad financiera, tienen posteriormente el mismo acceso a las vacunas, permitiendo así un mecanismo por el que los más ricos pagan las vacunas de los más pobres.
La propia Organización Mundial de la Salud y Unicef se encargan de la logística y la gestión de las vacunas en los países más pobres y que tienen sistemas sanitarios más débiles, pero el principal valor añadido de ‘Covax’ es permitir que la mitad más pobre del planeta tenga acceso –aún limitado- a vacunas que de otra forma escaparían de su alcance.
La Organización Mundial de la Salud recuerda que ‘Covax’ no se creó sólo por un imperativo moral sino también porque calcula que hará falta vacunar entre el 60% y el 70% de la población de cada país para frenar la transmisión del virus. Si este sigue circulando en algunas zonas del planeta –y generando nuevas variantes- volverá a los países ricos.
Covax no evita el egoísmo
Los países más ricos del planeta, sobre todo los europeos, Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Japón… firmaron contratos con las farmacéuticas por los que se aseguran hasta cuatro y cinco dosis persona. La Comisión Europea tiene contratos por casi 3.000 millones de dosis cuando necesita algo más de 900 millones (en las vacunas de dos dosis) para inmunizar al 100% de su población.
Tedros Adhanom Ghebrevesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, dijo el pasado 18 de enero que eso no podía calificarse de otra forma que como “un fracaso moral catastrófico” y que “el precio de este fracaso será pagado con las vidas y los medios de subsistencia en los países más pobres del mundo”.
La Comisión Europea se enorgullece de ser el primer contribuyente mundial a ‘Covax’. Pero ningún dinero podrá comprar unas vacunas inexistentes porque los países más ricos encargaron en algunos casos hasta cuatro y cinco veces más dosis de las necesarias.
Ghebrevesus cree que los acuerdos bilaterales con las farmacéuticas dispararon los precios de las vacunas y retrasan la llegada de vacunas a los países pobres: “La situación se agrava por el hecho de que la mayor parte de los fabricantes priorizan la aprobación de sus productos en los países ricos, donde los beneficios son mayores, antes que someter dossieres completos a la Organización Mundial de la Salud”.