¿Un 2020 annus horribilis para la Alemania de Merkel?

Pese a que la canciller Angela Merkel se ha mostrado optimista en la entrada de la nueva década, su país se enfrenta a importantes retos que pueden dejar huella en la locomotora económica europea.
Este año no será el mejor que haya tenido Alemania. Muy claro lo tienen observadores como Tom Nuttall, responsable de la oficina del semanario británico The Economist en Berlín. “Alemania fracasará a la hora de adaptarse en un mundo cambiante”, ha escrito recientemente este comentarista de la realidad política y económica germana. Podría no estar equivocado.
La canciller alemana Angela Merkel se ha mostrado optimista en estos primeros compases de los nuevos años veinte. Ella cree que su Gobierno tiene margen de maniobra y posibilidad de “aumentar la velocidad y la dinámica de acción” en aquellos asuntos en los que se ha movido con lentitud, según decía a principios de esta semana su portavoz, Steffen Seibert.
Ahora bien, en 2019 Alemania flirteó más de la cuenta con la recesión. Hace un año se decía que la economía alemana crecería un 2% en el pasado ejercicio. Tras no pocas correcciones a la baja, terminó haciéndolo sólo un 0,5%, según datos oficiales. Ese bajón es en buena medida achacable a la guerra comercial contra China iniciada por el presidente estadounidense Donald Trump.
En 2020, los tambores de guerra en Oriente Medio que el inquilino de la Casa Blanca ha puesto a sonar con el reciente asesinato del comandante militar iraní Qassem Soleimani son motivo de preocupación en Berlín. La inestabilidad internacional suelen frenar a la economía de Alemania porque afecta a las exportaciones germanas. Esas ventas al exterior son el combustible del que tira el país de Merkel. Éste ha venido siendo locomotora del crecimiento económico europeo en los últimos años.
“La industria alemana está tan orientada a las exportaciones que la economía alemana va bien cuando el multilateralismo funciona, pero Alemania está sufriendo un enorme impacto desde que la administración Trump empezó a utilizar el comercio y las sanciones como un elemento importante de su política exterior, como ocurre en el caso de la guerra comercial con China”, explica a NIUS Olaf Boehnke, analista en Berlín de la consultora internacional Rasmussen Global.
Merkel, políticamente en “fase terminal”
En días de crisis internacional como los actuales - y cada vez que tiembla el tablero global - los europeos suelen mirar qué hace o deja de hacer Merkel. No en vano, la canciller volvió a ser elegida por la revista Forbes “mujer más poderosa del mundo” el mes pasado. La lideresa germana lleva nueve años consecutivos encabezando la lista anual de “poderosas” que elabora esa publicación estadounidense.
Sin embargo, Merkel está a punto de dejar la política. Su mandato se encuentra en la recta final. Es una “política en fase terminal”, según suele describirse a la canciller en la escena internacional.
Su partido, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), tiene previsto elegir a finales de este año el nombre de su próximo aspirante a canciller. Merkel dejó a Annegret Kramp-Karrenbauer como 'heredera' al frente de la formación conservadora. Pero la que hoy también es ministra de Defensa tiene muy cuesta arriba el llegar a ocupar el despacho de Merkel en la Cancillería Federal.
Que en su día recibiera el testigo del liderazgo de la CDU de manos de Merkel no significa en modo alguno que los conservadores alemanes crean en ella como futura jefa de Gobierno. Es más, una reciente encuesta de la firma YouGov en Alemania apuntaba que sólo un 10% de los votantes de la CDU quiere que Kramp-Karrenbauer sea la próxima candidata a canciller de los conservadores.
Dobla ese porcentaje el más conservador Friedrich Merz, un político más bien en la derecha de la CDU. Él perdió en su día el congreso por la presidencia de la CDU ante la 'heredera' de Merkel. Pero perder esa batalla no significa que haya caído derrotado en la guerra interna que viven los conservadores a la sombra de Merkel.
La 'heredera' de Merkel, cuestionada
Datos como los de la encuesta de YouGov dan alas a Merz quien, por otra parte, no es el único de la lista de posibles candidatos a canciller de la CDU. También suenan otros nombres, como el de Jens Spahn, actual ministro de Sanidad, o Armin Laschet, presidente del importante Land que es Renania del Norte-Westfalia (oeste germano).
Al clima de división de conservadores que marcará 2020 se suma una dura constatación para los cristianodemócratas. Su electorado se ha reducido en millones de votantes. Muchos votos que antes iban a parar a la CDU y a sus hermanos bávaros de la Unión Socialcristiana (CSU) acaban ahora en manos de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Este partido, la mayor formación de la oposición en el Bundestag, es hoy por hoy la tercera fuerza política del país, según las encuestas.
Por otra parte, en el centro del espectro político, la batalla de la CDU se intensifica con Los Verdes, una formación pujante en tiempos de crisis climática y en vista de que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) parece dirigirse sin frenos hacia la irrelevancia. En caso de haber hoy elecciones generales, CDU y Los Verdes acumularían cerca de la mitad de la intención de voto.
“La CDU se ha desconectado de parte de su base electoral, basta mirar las noticias sobre las recientes protestas de los agricultores. El lunes protestaban en Baviera. En Berlín, a finales del año pasado, 12.000 tractores bloquearon el centro de la ciudad. La CDU no ha definido su propia visión sobre el cambio climático y éste afecta a los agricultores, que son una parte significante de su electorado”, apunta Boehnke, el analista de Rasmussen Global.
Por otra parte, la falta de inversiones públicas pese a los años de vacas gordas en la recaudación también ha generado malestar con la CDU en un sector industrial con el que los cristianodemócratas se han llevado tradicionalmente bien. En materia de inversiones, “es hora de despertarse”, según los términos de Dieter Kempf, presidente de la Federación de las Industrias Alemanas (BDI, por sus siglas en alemán).
Menos inversiones, menos volumen de negocio
Las inversiones para adaptarse a los tiempos de la digitalización, de hecho, se han convertido en una de las principales razones por las que ha encogido el volumen de negocio de las grandes empresas germanas. Se ha estimado que el volumen de negocio de las grandes firmas teutonas se ha reducido en un 19% en 2019. Totalizó unos 81.000 millones de euros en el ejercicio anterior. En 2018, la cifra era de unos 100.000 millones.
A prometedores asuntos como las aplicaciones de la inteligencia artificial e incluso la movilidad eléctrica, Boehnke ve con retraso a su país. “La industria del automóvil sigue siendo muy apreciada, pero ésta va retrasada en materia de motores eléctricos. No hay ni un sólo fabricante que tenga una línea de producción en este ámbito capaz de competir con Toyota u otros rivales. Tampoco tenemos fabricantes de baterías eléctricas”, abunda este experto.
Tal vez porque las empresas germanas tienen otras prioridades, estos días ha podido saberse que los grandes grupos empresariales alemanes están olvidándose de la financiación de los partidos políticos del país. En 2019, bajó de 3,1 millones de euros a 1,8 millones de euros las cantidades que las formaciones políticas germanas ingresaron en concepto de donaciones de grandes compañías.
El fabricante de coches Daimler, capaz de meter al año 100.000 euros en las arcas de CDU y SPD, ha dicho que abandonarán esta práctica. Otros, han reducido sus aportaciones. El partido de Merkel es, precisamente, el que más ha sufrido que se haya cerrado el grifo de las donaciones. He ahí otra razón para pensar que 2020 puede ser para Merkel y compañía el annus horribilis que le pronostican.