El Donbás, el objetivo más realista para Rusia después de tres meses de guerra

La resistencia ucraniana y la ayuda occidental, en armas e inteligencia, han sido clave para frenar la invasión rusa
La toma de Mariúpol, la principal victoria militar del presidente Putin en 90 días de guerra en Ucrania
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Se cumplen tres meses de la guerra en Ucrania en la que el presidente ruso, Vladímir Putin, tuvo que cambiar sus planes sobre la marcha. Tras el fracaso de su plan A, no lograr entrar en Kiev, ni provocar una retirada ucraniana en desbandada, ni derribar el Gobierno de Volodímir Zelenski, el Kremlin puso en marcha la segunda fase de la invasión con un objetivo principal: "la liberación completa del Donbás", en el este de Ucrania. Y allí, Putin logró la semana pasada su principal victoria militar: el control del puerto clave de Mariúpol (tras la rendición ucraniana en la acería de Azovstal), que corta el acceso ucraniano al mar de Azov y permite un corredor terrestre entre el Donbás y la península de Crimea, ocupada por Rusia en 2014.
La resistencia ucraniana ha tenido un papel importante a la hora de frenar los planes bélicos de Rusia, pero el apoyo occidental a Ucrania ha sido esencial. Una treintena de países ha suministrado armas a Kiev y algunos, información de inteligencia. Estados Unidos, por ejemplo, proporcionó información para lograr hundir el buque insignia de la Flota del Mar Negro, el Moskva tras un ataque cuya autoría se atribuyó Ucrania tras lanzar dos misiles de crucero a mediados de abril, según informaron varios medios estadounidenses.

Objetivo ruso: atacar cargamentos de armas occidentales
La ofensiva en el este de Ucrania también parece haberse ralentizado, a pesar de que Rusia concentra allí el grueso de sus tropas. Cada día, los aviones de combate rusos golpean las posiciones ucranianas en el Donbás. Aún así, "los rusos siguen muy por detrás de donde creemos que querían estar cuando iniciaron este nuevo esfuerzo en la parte oriental del país”, aseguró el viernes el portavoz del del Pentágono, John Kirby. En otros puntos del país, las tropas del Kremlin han atacado cargamentos de armas occidentales, depósitos de munición y combustible, con la esperanza de debilitar la capacidad militar de Kiev y el potencial económico.
Muchos en Occidente esperaban que Putin declarase una movilización más amplia de sus tropas. Algunos expertos consideran que una movilización masiva, podría provocar un amplio descontento en Rusia y podría tener riesgos políticos. Las autoridades se han decantado por opciones más limitadas, como retirar el límite actual de 40 años para los que quieran unirse al Ejército.
Además, la invasión de Ucrania ha dejado en evidencia una forma tradicional de hacer la guerra. Rusia ha perdido centenares de carros de combate, de blindados, decenas de aviones y helicópteros y hasta su buque insignia en el Mar Negro. El que pasaba por ser el tercer Ejército del mundo ha sido frenado por cohetes y misiles de precisión y con pequeñas armas anticarro disparadas desde el hombro.
Retirada rusa de Járkov
Esa falta de recursos quedó patente la semana pasada tras la retirada rusa de Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, bajo el asedio de Moscú desde el inicio de la invasión. Al parecer, algunas de esas tropas fueron redirigidas al Donbás, pero no han bastado para inclinar la balanza en el campo de batalla donde los combates "podrían continuar bastante tiempo", según reconoce Phillips O’Brien, profesor de estudios estratégicos en la Universidad de St. Andrews, en Escocia, a la agencia AFP.
"El plan de Ucrania es sencillo y evidente: desgastar todo lo posible a las fuerzas rusas en los próximos meses, ganar tiempo para recibir armas occidentales y la instrucción sobre cómo utilizarlas, y después lanzar una contraofensiva en el sureste", ha señalado un experto militar. Las autoridades ucranianas, por su parte, ganan cada vez más confianza ante el lento avance de la ofensiva rusa y el creciente apoyo de Occidente.