La última misión de Volodímir: así investigan los crímenes de guerra tras la retirada rusa de Járkov

Volodímir murió en un ataque mientras trataba de llevar alimentos y medicinas a personas aisladas en los alrededores de Járkov
En la misma localidad, aparecen enterrados tres soldados maniatados, uno de ellos con un tiro en la nuca
La Fiscalía de Járkov investiga 4.000 presuntos crímenes de guerra como el de Volodímir
Járkov debería haber caído con la primera embestida rusa a finales de febrero. La frontera rusa se encuentra a tan sólo 25 kilómetros de la segunda mayor ciudad de Ucrania (2 millones de habitantes). No fue así. Járkov o Járkiv (según prefieren los ucranianos) resistió el asedio. Y resistió gracias al esfuerzo de voluntarios como Volodímir Kotenco. Durante las primeras semanas de la invasión, Volodímir se jugó todos los días la vida llevando medicinas y comida a las personas que vivían aisladas en pequeños pueblos situados en medio del fuego cruzado de rusos y ucranianos.
Volodimir conocía bien esas carreteras de los alrededores de Járkov y circulaba a toda velocidad con su antiguo Mercedes clase E de los años 80 en una misión casi suicida. Su labor de voluntario era su particular manera de contribuir a la lucha contra el invasor ruso. Era un deber moral con su gente y su país y todos en su familia estaban orgullosos de él. El 13 de marzo por la mañana, en la larga recta que conecta Járkov con Mala Rohan, un tanque ruso disparó contra su coche. Volodímir Kotenco, de 38 años, murió al instante. Su cuerpo quedó literalmente despedazado. Los restos calcinados del Mercedes de Volodimir todavía están en la cuneta de la carretera. Parece un monumento a la barbarie. Un homenaje a uno de tantos héroes anónimos de esta guerra.
MÁS

Sus padres, Olga y Volodímir, tuvieron que recoger los restos de su hijo y llevarlos andando 15 kilómetros hasta su casa. Los continuos bombardeos sobre los pueblos de la zona hicieron imposible un entierro en el cementerio y optaron por cavar una fosa en el jardín. Un palé de madera sucio y roto fue lo único que pudieron encontrar para proteger la tumba de su hijo a modo de lápida. Frente a la tumba que ella y su esposo cavaron en el jardín, recuerdan ahora las veces que le rogaron a su hijo que dejara su trabajo de voluntario. “Siempre nos contestaba que era su obligación. Volodímir creía que si no lo hacía nunca más podría mirar a los ojos de sus vecinos. Ancianos sin recursos que dependían de su ayuda”.
El caso de Volodimir no es único. Los jardines de Mala Rohan están sembrados de tumbas improvisadas. A medida que Ucrania recupera el control de pueblos y ciudades que fueron ocupadas por los rusos, afloran más casos de asesinatos, violaciones, torturas y otras barbaridades cometidas por los rusos contra la población civil. La muerte de Volodimir se está investigando porque encaja dentro de los supuestos considerados crímenes de guerra: el asesinato de un civil por parte de un militar.
Investigación de crímenes de guerra

Cuando hace un año Alexander Ilyenkov llegó al cargo de fiscal jefe del distrito de Járkov no podía ni imaginar la tarea que unos meses más tarde tendría que afrontar. La guerra ha cambiado por completo su vida. Alexander dirige un equipo de más de treinta personas que investigan los más de 4.000 casos de presuntos crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas en esta región del noreste de Ucrania.
Hoy el joven fiscal jefe visita la casa de Olga y Volodimir Kotenco para exhumar los restos de su hijo. Va acompañado de fiscales de su departamento, forenses y policías. Dos hombres con palas retiran la tierra de la tumba. Es muy superficial. Tras unas pocas paladas encuentran lo que buscan. Olga rompe a llorar y se agacha para acariciar una de las bolsas de plástico. Una pequeña bolsa de forma redondeada que contiene la cabeza. Nadie habla. El llanto amargo de su madre Olga rasga el silencio. Alexander y sus forenses bajan la mirada en señal de respeto.
Sabemos que es muy difícil localizar y detener a los culpables, pero reuniremos todas las evidencias para llevarlas ante el Tribunal de La Haya -fiscal de Járkov
Alexander siente y sufre como todos los ucranianos. Pero desprende fuerza. Irá hasta el final para esclarecer todos los casos de presuntos crímenes de guerra, aunque sabe que es imposible abordarlos todos. “Necesitamos ayuda internacional para hacer este trabajo” confiesa Alexander abrumado ante la avalancha de casos que cada día entran en su oficina de la fiscalía. Habla un inglés básico, pero se hace entender. “En el caso de Volodimir, está claro que estamos ante un crimen de guerra cometido por tropas de la Federación Rusa contra de civiles. Sabemos que es muy difícil localizar y detener a los culpables, pero reuniremos todas las evidencias para llevarlas ante el Tribunal de La Haya”. Hoy, casi dos meses después de su asesinato, Volodimir será enterrado como merece en el cementerio de Mala Rohan.
Sospechas de crímenes de guerra cometidos por soldados ucranianos

No muy lejos de la casa de Olga y Volodimir Kotenco hacemos otro hallazgo. Enterrados en el jardín de una casa y en los colectores de agua de una calle, aparecen los cuerpos de tres soldados rusos. Uno de los cuerpos tiene un orificio de bala en la nuca. Los otros dos cuerpos tienen las manos atadas con bridas de plástico. El hombre que los desentierra escupe sobre los cuerpos ya en estado de putrefacción.
Es una imagen inquietante. No murieron en combate. Todo indica que fueron ejecutados. El oficial del Ejército ucraniano que dirige la exhumación niega que fueran asesinados por militares ucranianos. “Casi con toda seguridad fueron ejecutados por sus mismos compañeros al tratar de desertar o tras una disputa entre ellos. Sabemos que a menudo los rusos terminan así sus discusiones. A veces por dinero o comida”. También estos casos serán investigados, aunque será difícil llegar hasta el fondo de la verdad.