¿Hasta dónde podría expandirse la Unión Europea?


El debate está en los criterios geográficos de la UE: los confines geográficos de Europa son claros al oeste, al norte y al sur, pero al este son mucho más flexibles
Para formar parte de la UE hay que cumplir con los “Criterios de Copenhague”
La Unión Europea tiene desde este jueves siete países candidatos a la adhesión. A Albania, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Turquía se unieron Moldavia y Ucrania. Los próximos que podrían recibir ese estatuto, antes de finales de año si los dirigentes de los 27 mantienen sus promesas y esos países se ponen las pilas, serían Bosnia-Herzegovina y Georgia. La mayoría son países pequeños pero la hipótesis de la entrada algún día de Turquía y Ucrania cambiaría la economía, la demografía, la Defensa y en general el lugar de Europa en el mundo.
Ese eventual ingreso en la Unión Europea, que para algunos se retrasa desde hace más de tres lustros y con el que desde la noche del jueves sueñan ucranianos y moldavos, se basa oficialmente en el cumplimiento de una serie de criterios. Para ser considerados candidatos deben cumplir los conocidos como “Criterios de Copenhague” (se decidieron en una cumbre europea en la capital danesa).
Son los criterios mínimos necesarios para empezar a negociar una eventual entrada:
- Tener las estructuras básicas de un Estado de Derecho,
- Respetar los derechos humanos y los derechos de las minorías
- Tener una economía de mercado funcional.
Lo que no es un criterio y oficialmente nadie mira es la confesión que profese la mayoría de la población de un país.Después deben negociar y pactar con la Comisión Europea (y recibir el visto bueno de los Estados miembros) más de 30 capítulos que van desde Cultura hasta Mercados Financieros pasando por Transportes, Justicia o mercado energético.
La entrada es un proceso político (Eslovaquia tardó cinco años, algunos de los Balcanes llevan más de 15 años sin avanzar porque algún Estado miembro les bloquea el paso) pero también técnico y muy complejo pues el conjunto de directivas, reglamentos o tratados europeos a trasponer a sus normas nacionales supera ya las 130.000 páginas.
A esos criterios se añade otro poco preciso. Los países candidatos deben ser, según esos Criterios de Copenhague, “geopolíticamente europeos”. En las instituciones europeas siempre se entendió ese criterio como geográficamente europeos. Los confines geográficos de Europa son claros al oeste, al norte y al sur, pero al este son mucho más flexibles.
¿Hasta dónde puede llegar teóricamente la Unión Europea?
Nadie pone en duda que Ucrania y Moldavia son países europeos. Tampoco nadie dudó en aceptar a Chipre, un país-isla enclavado en Oriente Medio. Las instituciones europeas también consideran que Georgia, un país del Cáucaso, entra en esa geopolítica europea.
Geográficamente, si cabe Georgia, deberían caber Armenia y Azerbaiyán, fronterizo con Irán. También cabe Turquía (que ya es oficialmente candidata), que durante siglos se conoció en Europa como Asia Menor, porque la Unión Europea entiende que es europea al tener parte de Estambul, la antigua Constantinopla, en el continente europeo. Argumento que, gracias a Ceuta, Melilla y Canarias haría de España un país a la vez europeo y africano.
Los geógrafos colocan los límites naturales de Europa en la cordillera de los Urales. Si las instituciones europeas tuvieran esos montes como linde de la Europa geopolítica, Rusia también sería un país europeo. Nadie duda de la “europeidad” de ciudades como Moscú o San Petersburgo. Al oeste de los Urales cae también casi un tercio de Kazajstán.
Hoy no entra en casi ninguna cabeza europea que un país como Rusia pueda convertirse algún día en Estado miembro de la Unión Europea. Daría un vuelvo a la geopolítica mundial y haría que la Unión Europea pasara a ser una Unión Euro-Asiática, un bloque político unido del Atlántico al Pacífico. Moscú o San Petersburgo como ciudades de la Unión Europea, por no decir Estambul, Tiblisi, Yerevan o Bakú suenan a ciencia ficción. Pero durante décadas, mientras Europa estuvo dividida por el Telón de Acero, tampoco entraba en muchas cabezas que Bucarest, Varsovia o Tallin pudieran ser algún día ciudades de la Unión Europea.