Sin aliados estables, Macron tendrá que gobernar en minoría


La primera prueba estará en una nueva ley sobre el coste de la vida, una ley que conlleva sobre todo medidas económicas de apoyo a los sectores más vulnerables
Nadie quiere gobernar con Emmanuel Macron. El presidente francés sufrió un revés el pasado 19 de junio cuando su formación política, reunida bajo el nombre ‘Ensemble’ (Juntos) se quedó a 44 diputados de la mayoría absoluta. Francia pasaba así al escenario de sus vecinos y acababa con la cómoda mayoría absoluta del primer quinquenio de Macron. Las miradas se posaron sobre los 65 diputados de ‘Les Républicains’, el partido de la derecha tradicional. Pero estos se negaron desde el primer día a ser parte de una coalición a las órdenes de la macronista Elisabeth Borne, primera ministra desde mayo.
La solución, más por obligación que por elección propia, será gobernar en minoría buscando apoyos puntuales para sacar adelante las votaciones. Una apuesta que en Francia no tiene tradición y que puede llevar al Gobierno francés a un bloqueo si los demás grupos parlamentarios no se prestan al juego. La primera prueba estará en una nueva ley sobre el coste de la vida, una ley que conlleva sobre todo medidas económicas de apoyo a los sectores más vulnerables.
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Borne está en estos días diseñando su nuevo Gobierno, siempre a las órdenes de Macron. La primera ministra debe sustituir a los tres ministros que perdieron su escaño en las legislativas (no es una obligación legal pero se ha convertido en una tradición con Macron) y buscar un sustituto a Yaël Braun-Pivet, elegida presidenta de la Asamblea Nacional desde 1958 después de 14 hombres. Braun-Pivet hizo un elogio de la Educación Pública: “Mi familia debe todo a la República. Mi historia es la de una joven que fue la primera entre los suyos que pudo hacer estudios superiores”.
"Ma famille doit tout à la République", témoigne @YaelBRAUNPIVET, qui revient sur ses origines. "Mon histoire, c'est celle d'une jeune fille qui fut la première parmi les siens à accomplir des études supérieures."
— LCP (@LCP) 28 de junio de 2022
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Borne busca también ampliar el Gobierno nombrando más ministros para dar entrada a algunos nombres sacados de otros grupos políticos. La prensa francesa habla de la presidenta de la región del Loira, la conservadora Christelle Morançais o del ecologista Yannick Jadot. También podría entrar algún socialista más.
La jugada pasa otra vez por hacer que estos partidos acepten, lo que facilitaría la gobernabilidad aunque no tendría el resultado de asegurar de forma automática una mayoría gubernamental. Borne entiende que sí daría al Gobierno una pátina de apertura a otros partidos que facilitaría las negociaciones durante los próximos cinco años para sacar adelante las principales leyes previstas en el programa de Macron, empezando por las de la transición ecológica y la reforma de las pensiones, aparcada desde antes de la pandemia. La presencia de un grupo parlamentario propio de la extrema derecha con 89 diputados de Marine Le Pen se empezó a notar desde la sesión de apertura de la Asamblea Nacional, celebrada este viernes. Un diputado de Le Pen lanzó un discurso en el que defendió la Argelia francesa ante el estupor de la mayor parte de la cámara.
Las medidas económicas centrarán las primeras negociaciones. Macron quiere, en ese paquete legislativo de medidas urgentes, aumentar el salario de los funcionarios, prolongar el descuento a los carburantes y aprobar un “cheque” para los hogares más vulnerables. Melenchonistas, socialistas y ecologistas quieren subir el salario mínimo y algunos de entre ellos hablan de límites de subidas de precios, por ejemplo del alquiler de viviendas. La derecha quiere reducir los impuestos a los carburantes.
La aprobación de estas medidas dará la medida de cómo puede finalmente gobernar Macron. Este paquete es en principio más fácil. Si este sale podrá enfrentarse a negociaciones más complejas, como la que necesitará para aprobar la reforma de las pensiones. A Macron le queda una carta si la oposición vota no a todo: disolver la Asamblea Nacional y enviar a los franceses a las urnas otra vez. Jugaría entonces la carta de que los demás bloquean.