El motor económico alemán se ha frenado y está amenazado de recesión


La economía alemana, considerada el motor del crecimiento europeo, se encuentra en punto muerto. En el segundo trimestre del año, el PIB alemán creció un 0,1% respecto a los primeros tres meses de 2022.
“Para el tercer trimestre y el último del año, las cosas no pintan bien”, dice a NIUS Hubertus Bardt, responsable de estudios en el Instituto de la Economía Alemana.
La economía alemana creció un 0,1% en el segundo trimestre del año respecto de los primeros tres meses de 2022. Sólo así podía verse como positivo el dato del último comunicado que ha emitido la Oficina Federal de Estadística de Alemania (Destatis) sobre el crecimiento económico. A Alemania se la considera el motor económico del viejo continente. Es la mayor economía de la UE y la cuarta a nivel mundial.
“El producto interior bruto se estanca en el segundo trimestre de 2022”, rezaba el comunicado de Destatis. Por ahora, el país del canciller Olaf Scholz no ha caído en recesión, extremo para el cual, oficialmente, hacen falta dos trimestres consecutivos de contracción económica.
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Das Bruttoinlandsprodukt (#BIP) ist im 2. Quartal 2022 gegenüber dem 1. Quartal 2022 um 0,1 % gestiegen und hat damit das Vorkrisenniveau des 4. Quartals 2019 erreicht. Gestützt wurde die Wirtschaft vor allem von Konsumausgaben. Mehr Infos: https://t.co/hgFFxCQ5sS pic.twitter.com/1xoCf36rbw
— Statistisches Bundesamt (@destatis) 25 de agosto de 2022
Precisamente ese escenario es el que no pocos auguran al país dadas las circunstancias. Alemania es, de los países más importantes de la UE, el más afectado por la carestía de gas natural generada por la hostil actitud internacional de la Rusia de Vladimir Putin.
El precio gas, que ahora Alemania tiene que pagar a “precios horrendos” en los mercados internacionales, según los términos que ha usado el diario berlinés Der Tagesspiegel, lastra a toda la economía germana. De hecho, se podría decir que, de momento, la está frenando.
El coste de la energía es la principal razón que emplea Hubertus Bardt, responsable de estudios en el Instituto de la Economía Alemana (IW, por sus siglas alemanas), un centro de investigación económica con sede en Colonia (oeste germano), para explicar la situación de su país. Él es de los que se toma muy en serio la amenaza de recesión que pesa sobre su país. También lo hacen así en el diario Die Welt, que hace unos días titulaba en su portada: “Alemania está al borde de la recesión”.
“Estamos en una situación crítica. En el segundo trimestre no hemos tenido apenas crecimiento. Destatis habla de un 0,1% del crecimiento. Y para el tercer trimestre y el último del año, las cosas no pintan bien”, dice Bardt a NIUS . “Sabemos de muchas empresas que han parado las inversiones y el gasto, sobre todo porque los costes de la energía ahora mismo suponen una carga enorme”, agrega.
La crisis en las empresas que está a punto de estallar
“Hay muchas empresas que no saben si van a poder seguir produciendo o no, porque no pueden asumir los costes de la producción”, abunda Bardt, al que aún le faltan datos concretos que citar para apuntar lo mal que lo están pasando las firmas germanas. “Hay indicadores que van apuntando en esa dirección, y el riesgo de que en el invierno caigamos en una recesión es grande”, sostiene este economista del IW.
Entre esos indicadores del sector empresarial puede apuntarse el “Índice de confianza empresarial” que elabora otro de los grandes centros para el estudio de la economía alemana, el IFO de Múnich. En su elaboración participan unas 7.000 empresas alemanas a las que se pregunta sobre la situación económica.
Ahora mismo ese indice está en un valor de 88,5. En julio era de 88,7, y en junio de 92,2. Esos valores se alejan de los que reflejaban los peores meses de la pandemia, en 2020. En abril y mayo de 2020, en el mar de dudas que generó la pandémica COVID-19, el índice del instituto IFO reflejó, respectivamente, los valores 74,2 y 79,7.
Con todo, el “índice de confianza empresarial” del IFO lleva tres meses cayendo. Esta evolución no es ajena la situación de las exportaciones, a la baja en Alemania en vista de las dificultades industriales que está experimentando el país por culpa del cierre del grifo del gas operado por la Rusia de Vladimir Putin.
“En las exportaciones, lo importante es la capacidad de competir de las empresas. Pero cuando los costes de la energía van hacia arriba, es muy difícil exportar. Sin suficiente gas, las empresas no pueden producir tanto y exportar tanto”, resume Bardt desde el IW.
Cae la confianza de los consumidores, que prefieren ahorrar
No sólo es la confianza de los empresarios la que sufre por culpa de los altos precios de la energía. El consumo en Alemania también es un factor sobre el que ha golpeado la crisis geopolítica desatada por el belicoso comportamiento internacional de Rusia. Junto con las exportaciones, el consumo se había constituido de un tiempo en esta parte en uno de los factores que explicaban el más bien discreto pero sostenido crecimiento económico alemán.
Con la inflación por las nubes – un 7,9% en agosto –, los alemanes están volviendo a apretarse e cinturón. De esto ha dado cuenta la firma GfK, con sede en Núremberg, que presentaba a finales de agosto su análisis sobre el clima del consumo en base a una encuesta a 2.000 personas. En GfK han detectado una “fuerte propensión al ahorro, lo que significa que el consumo continúa en fuerte descenso”.
Die #Inflation in Deutschland wird im August 2022 voraussichtlich +7,9 % betragen. Im Juli 2022 hatte sie bei +7,5 % gelegen. Nach bisher vorliegenden Ergebnissen steigen die #Verbraucherpreise gegenüber Juli 2022 voraussichtlich um 0,3 %. Mehr dazu: https://t.co/TZSZW5Kvtg pic.twitter.com/qWV2oP8wcY
— Statistisches Bundesamt (@destatis) 30 de agosto de 2022
En los registros de GfK sobre el consumo de los alemanes, no se registraban valores como los actuales desde tiempos de la crisis del euro, allá por julio de 2011, según ha subrayado en sus páginas económicas el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.
“El consumo se había recuperado algo el año pasado, después de lo peor de la pandemia. Pero los indicadores sobre la confianza de los consumidores son ahora como los de principios de la crisis del coronavirus”, conviene en apuntar Bardt, el responsable del IW. “Hay temor en que los consumidores se contengan a la hora de comprar, sobre todo bienes costosos, como los muebles, una cocina o un coche. Porque cuando uno no sabe lo que va pasar, uno espera”, añade este economista.
Camino de reencontrarse con la recesión
Crisis energética, inflación e incertidumbre parecen estar formando un frente recesivo para Alemania del que ha de ser difícil escapar, entre otras cosas, porque poco o nada hace pensar que el país del canciller Olaf Scholz pueda recuperar aquella ventaja competitiva que suponía disponer del gas natural barato procedente de Rusia.
Antes del inicio de la invasión de Rusia contra Ucrania, Alemania llegó a adquirir el 55% de su gas importando del país de Vladimir Putin. Ese porcentaje se ha reducido actualmente a valores mínimos, en parte también porque Rusia está limitando las exportaciones con excusas técnicas.
Según ha reconocido el ministro de Economía y vicecanciller alemán, Robert Habeck, no hay visos de que Alemania vaya reencontrarse con la ventaja que fue el gas barato que tuvo el país durante décadas. De hecho, con lo que parece que va a reencontrarse el país es con la recesión. La última contracción de la economía alemana data de 2020, el año de la pandemia, en el que el PIB alemán cayó un 5%.