La UE, ante la urgencia de responder en Praga a la crisis energética


La cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea de este viernes en Praga arrastra interrogantes por resolver en la crisis energética derivada de la ilegal guerra de Rusia contra Ucrania.
Mutualización de deudas, mercado energético y gas dominarán una reunión de la que se puede esperar al menos un gesto frente a una crisis como la que puso en peligro al euro o la pandemia.
La Unión Europea (UE) avanza a golpe de crisis. La situación que plantea para el sector energético del 'viejo continente' es precisamente una crisis, una de las importantes.
A estas alturas, no son pocos los paralelismos que se encuentran entre la crisis energética que ha causado la ilegal invasión de Rusia contra Ucrania y la crisis financiera o la pandémica COVID-19. En ambas situaciones, la UE lanzó herramientas para luchar frente a aquellas dificultades.
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La crisis del euro puso en peligro la existencia de la moneda única y, hasta cierto punto, la propia Unión. Hizo falta la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) para el rescate de las economías de los países endeudados y la decidida frase de Mario Draghi, según la cual el Banco Central Europeo (BCE) haría “todo lo que hiciera falta” para salvar al euro para poner fin a aquella crisis.
La pandémica COVID-19 también exigió a los 27 dar un paso adelante con el lanzamiento de un programa que creaba deudas comunes para poder así ayudar a los países en los que las medidas contra la propagación del virus fueron más severos, como España. Esa deuda común es una de las claves del Next Generation, el fondo de recuperación de los efectos de la COVID-19 de 750.000 millones de euros.
La actual crisis energética, resultante, entre otras cosas, del cierre del grifo del gas natural ruso y las sanciones europeas contra los otros hidrocarburos del país de Vladimir Putin ha puesto a los países miembros ante de la duda: ¿Hace falta más Europa para solucionar la crisis energética?
“Hablar de energía significa hablar de política de seguridad, pero también política de competencia, del mercado interior y cuestiones de orden financiero”, recuerda a NIUS Kai-Olaf Lang, experto en Berlín para asuntos europeos del Instituto para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas alemanas).
“Ayudas a las empresas de los países sin margen de maniobra”
Así, los comisarios europeos Thierry Breton y Paolo Gentiloni, responsables en Bruselas, respectivamente, de Mercado Interior y Economía, no habrían propuesto la creación de “nuevos instrumentos europeos” para hacer frente al alza de los precios de la energía. Breton y Gentiloni hacían ese particular llamamiento cuando, por ejemplo, Alemania ya ha puesto sobre la mesa un plan que aún estudia la Comisión Europea dotado de 200.000 millones de euros con los que aliviar las consecuencias de la crisis.
Pero otros países de la UE no tienen tantos recursos. “Tenemos que pensar urgentemente cómo podemos dar la posibilidad de ayudar a sus empresas en los estados miembros que no tienen ese margen de maniobra”, escribían Breton y Gentiloni en una reciente tribuna publicada en el influyente diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung. Para ellos, puede servir de inspiración el instrumento de Apoyo Temporal para Mitigar los Riesgos de Desempleo en una Emergencia (SURE, por sus siglas inglesas), dotado de hasta 100.000 millones de euros.
Según Lang, “en Alemania hay, en general, contención ante la idea de que en esta crisis haga falta un nuevo fondo, que sería una especie de fondo energético financiado por los miembros de la UE, y así avanzar hacia la mutualización de la deuda”. Alude Lang a la actitud que se ha visto tanto en la oposición den el Bundestag como en partes del propio gobierno de coalición entre socialdemócratas, ecologistas y liberales que lidera el canciller Olaf Scholz.
Críticas al rescate alemán de 200.000 millones de euros
Se ha visto menos contención en la respuesta crítica que no pocos países han dado a esos 200.000 millones de euros que Scholz y compañía presentaban la semana pasada para aliviar los efectos de la crisis. Los hay que la consideran una “solución nacional” que puede desnivelar la competencia entre las economías de Europa.
“Frente a las amenazas comunes que tenemos, no podemos dividirnos en función de lo que nos permitan nuestros presupuestos nacionales”, ha dejado dicho Mario Draghi, primer ministro saliente de Italia.
Quizá la mayor crítica la haya pronunciado el jefe del Gobierno húngaro, Viktor Orbán, quién acusó a Alemania de “canibalismo” en Europa después de que Scholz saliera a presentar el que es su tercer y más voluminoso plan de ayuda para aliviar las consecuencias de la crisis. Pero Alemania no es una excepción. En París, se estima que el Ejecutivo del presidente francés, Emmanuel Macron, se ha gastado desde el otoño de 2021 del orden de 125.000 millones de euros en varias iniciativas para sobrellevar el precio al alza de la energía.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también ha animado a encontrar “una solución común” dado que, de lo contrario, se corre “el riesgo serio de fragmentación” en Europa. Otra “solución común”, o “herramienta” – según Breton y Gentiloni –, sobre la que discutirán los 27 es el “tope al precio del gas”.
En Berlín, el ministro de Hacienda, el liberal Christian Lindner se ha mostrado a favor de tanto de eventuales compras comunes de gas en Europa como del rediseño del mercado de la electricidad. “También tenemos que que cambiar el diseño de la electricidad, de manera que el precio del gas no establezca el precio de los usuarios”, decía Lindner a principios de esta semana.
Sin más tiempo para el debate
Lang, desde el SWP, apunta que Alemania también podría “aceptar la idea de una mayor flexibilidad fiscal” para los países que necesitan más endeudamiento para afrontar la crisis a cambio de que los 200.000 millones de euros de Scholz acaben siendo aceptados. “Con pragmatismo y flexibilidad, en Europa se podría acabar aceptando el camino alemán para la crisis”, señala este experto.
“La idea es evitar que la situación actual no genere una fuerte recesión que provoque daños estructurales para las economías y grandes dificultades en la Unión”, plantea. “Hay que tomar, por un lado medidas a corto plazo para estabilizar las economías, y, luego, medidas a largo plazo”, abunda Lang.
Entre esas medidas a tomar a largo plazo se encuentra, por ejemplo, el desarrollo de terminales de gas natural líquido en Alemania o decidir qué hacer definitivamente con el gasoducto MidCat entre España y Francia, una iniciativa recientemente revitalizada en el debate europeo en detrimento de las intenciones de Macron. En París siguen viendo ese proyecto con malos ojos.
Pero, según Lang, en buena medida, el tiempo para el debate en la familia europea ha terminado. “Los miembros no se pueden permitir que de la cumbre de Praga no salga una solución. El otoño ya está aquí, y el invierno está a la vuelta de la esquina”, concluye.