Scholz visita a Xi Jinping sin atender al “tiempo de cambio” provocado por la invasión rusa contra Ucrania


El viaje que realiza este viernes a China el canciller Olaf Scholz pone de relieve la limitada reevaluación de la política exterior alemana pese a los cambios planteados por el jefe del Gobierno germano tras la invasión de Rusia contra Ucrania.
Pese a la depedencia económica de Alemania con China, Scholz no muestra el querer cambiar la relación con Pekín. Acompañan al canciller una docena de representantes del sector económico alemán.
Alemania es un país que vive actualmente un proceso que el canciller alemán Olaf Scholz llama “tiempo de cambio”. Así se puede traducir la expresión alemana 'Zeitwende' que invocan Scholz, propios y extraños en la política germana, tras el inicio de la ilegal invasión de Rusia contra Ucrania el pasado 24 de febrero.
Ese “tiempo de cambio” ha implicado la desconexión de Alemania de los hidrocarburos rusos aún cuando el país del canciller Scholz se hizo con el paso de los años altamente dependiente, sobre todo, del gas natural ruso. Antes de la invasión de Rusia contra Ucrania, hasta el 55% del gas que llegó a importar Alemania procedía de Rusia.
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Una desconexión comparable no ha tenido lugar con China, aún cuando desde poco después de que comenzara la invasión de Rusia contra Ucrania ya habían sonado voces alertando de que Alemania también era dependiente de un régimen como el de Xi Jinping, una dictadura conocida por estar envuelta en no pocas tensiones geopolíticas. La más preocupante, a buen seguro, es la que afecta a Taiwán.
China es a día de hoy el principal socio comercial de Alemania. En 2021, según datos del Gobierno alemán, el volumen de negocio comercial entre ambos países alcanzaba los 245.000 millones de euros. Otros datos que dan cuenta de la dependencia alemana de China se observan al tener constancia de que el 40% de los coches nuevos que vende hoy por hoy el Grupo Volkswagen se venden en China, según apuntaba esta semana el diario Bild, el periódico más leído del país.
“Con Daimler y BMW y otros el grado de dependencia es similar. El sector del automóvil, el motor de la industria alemana, no funciona sin China”, señalaban en el Bild.
Dicen en el Ministerio de Asuntos Exteriores que “Alemania aboga por una relación sustancial y recíprocas de la Unión Europea (UE) con China y un fortalecimiento de la UE frente a China”. Sin embargo, la visita que realiza este fin de semana Scholz a Pekín, la primera desde que llegó a a Cancillería Federal, se ha visto con ojos escépticos en otros puntos de Europa.
Scholz, “sin plan” ante China
“En un momento en que la UE busca distanciarse de un régimen cuyo endurecimiento preocupa, Berlín parece estar a favor de que todo siga igual con China”, señalaba a principio de esta semana entre interrogantes, por ejemplo, Stéphane Lauer, columnista del diario francés Le Monde. “¿Es esto cinismo mercantilista, ingenuidad confusa, egoísmo asumido o una cruel falta de visión geopolítica?”, añadía sin ofrecer respuestas el comentarista de Le Monde.
Otra pertinente pregunta se hacía el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung: “¿Cómo se comporta Alemania con un régimen totalitario que desafía un orden mundial que basado en reglas?”. Tampoco hay una respuesta clara a esa pregunta.
No en vano, en la sección de editoriales del Süddetusche Zeitung ha podido leerse que Olaf Scholz viaja a China “sin tener un plan”. Es más, según escribía Kai Strittmater, corresponsal en China de dicho periódico en esa misma sección: “resulta irritante escuchar en la Cancillería Federal antes de la visita de Olaf Scholz a China como si se pudiera continuar con la política de Angela Merkel, viajando a Pekín con una delegación industrial, regalos en las maletas y un poco de derechos humanos en un rincón de la cabeza para así lograr lucrativos acuerdos”.
El legado de Merkel: un país sin « modelo de negocio » en @NiusDiario. https://t.co/xtoMKrZORa.
— Salvador Martínez Mas (@SmmEnBerlin) 17 de abril de 2022
La jefa de la diplomacia Alemania pide a Scholz una nueva política hacia China
Cierto es que en la presentación que hacen en la Cancillería Federal del viaje de Scholz se omiten la situación de los derechos humanos en un país como China, conocido internacionalmente por la falta general de libertades o por la opresión que sufre la minoría uigur.
Así, entre los temas que el canciller abordará con los representantes del Ejecutivo con los que se dará cita en Pekín – especialmente el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Kequiang – figuran las “relaciones con China, además de asuntos internacionales como los esfuerzos conjuntos para combatir el cambio climático, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y las tensiones en el este asiático”, indican en la Cancillería Federal.
Paralelamente, a falta de un par de días para que Scholz viajara con destino Pekín, la ministra de Asuntos Exteiores, la ecologista Annalena Baerbock, salía a la palestra para pedir al canciller cambios en la política hacia China. Baerbock decía desde una rueda de prensa a su paso por Taskent, la capital de Uzbequistán, que Scholz debía dejar claro en Pekín que “la cuestión de los derechos humanos y el reconocimiento de la ley internacional es la base para la cooperación internacional”.
A Baerbock no le dolían prendas en Taskent a la hora de recordar que China se ha convertido en un “creciente rival sistémico” en el orden mundial del que tanto se ha beneficiado Alemania y que ahora, en buena medida por la ilegal invasión de Rusia contra Ucrania, presenta inconvenientes.
Una nueva estrategia para China, “un rival sitémico”, el año que viene
Alemania, un país cuya economía estaba basada en buena medida en las exportaciones, sufre económicamente cuando deja de haber fluidez en las relaciones internacionales, del mismo modo que sufre por haber dejado de tener acceso al barato gas natural ruso.
En este contexto, no parece que Scholz vaya a ser el que apueste por la desconexión con China, al menos de momento. Sobre todo, a sabiendas de que, como se supo a finales de la semana pasada, el Gobierno alemán, por impulso expreso del canciller, dejaba a la empresa estatal china Cosco hacerse con un 25% de una terminal de contenedores del puerto de Hamburgo, una infraestructura considerada crítica.
Para principios del próximo año, el Gobierno alemán tiene previsto presentar una nueva estrategia para lidiar con China. Pero Scholz, por lo pronto, no deja ver que el país de Xi Jinping se vaya a ver afectado por el “tiempo de cambio” que ha alterado la política de Alemania respecto a Rusia.