Bruselas y Washington pidieron a Berlín que no vendiera a China una parte del puerto de Hamburgo


Fuentes comunitarias cuentan que la Comisión Europea pidió a Scholz que bloqueara la venta porque supone dar entrada a China al control de una parte de un puerto clave para Europa
La china Cosco comprará el 24,9% de la propiedad del estratégico puerto alemán de Hamburgo, el tercero de Europa por volumen de mercancías. La venta se hace después del visto bueno de un Gobierno alemán dividido en el asunto, porque el segundo socio de la coalición, los ecologistas, estaban en contra. La venta de esa participación en el puerto de Hamburgo a Cosco, que ya tiene parte de otro estratégico puerto europeo, el griego del Pireo, es vista con malos ojos en Bruselas, donde se ve como una operación más del ‘business as usual’ que parece seguir el jefe del Gobierno alemán Olaf Scholz, y que choca con la idea de la ‘autonomía estratégica’ que pregonan las instituciones europeas desde el estallido de la pandemia en marzo de 2020 y sobre todo desde el ataque ruso a Ucrania en febrero de este año.
Fuentes comunitarias cuentan que la Comisión Europea pidió a Scholz que bloqueara la venta porque supone dar entrada a China al control de una parte de un puerto clave para Europa y porque envía la señal de que los negocios pueden seguir como hasta ahora sin tener en cuenta que el principal aliado de Rusia es una China que refuerza su autoritarismo con el tercer mandato de Xi Jinping. Alemania cedió sólo en parte porque Cosco se hará con el 24,9% del puerto de Hamburgo cuando en principio pretendía el 35%.
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Las advertencias al Gobierno alemán no fueron sólo de las instituciones europeas. Este miércoles la agencia Reuters contaba que la Administración estadounidense también había pedido al Gobierno alemán que bloqueara la venta, que se hizo oficial la semana pasada después del visto bueno definitivo de Scholz. La rebaja del 35% al 24,9% reduce el control que Cosco tendrá en el primer puerto alemán pero también permite que la aprobación de la venta se haga sin la aprobación del Consejo de Ministros alemán, lo que hubiera dado publicidad al voto negativo de los ministros ecologistas.
Según la información de Reuters, que cita a un alto funcionario del Departamento de Estado, “la Embajada (estadounidense en Berlín) fue muy clara en que sugeríamos con fuerza que no hubiera control de parte de China”. Washington sí admite, según la misma información, que la mayoría del accionariado del puerto seguirá estando en manos de las autoridades de Hamburgo.
La bronca por el puerto de Hamburgo llegó justo antes de que Olaf Scholz viaje este jueves a China con una comitiva de decenas de patrones empresariales. Mientras a Scholz le siguen cayendo las críticas por dar prioridad a los intereses de las empresas alemanas por delante de los intereses de seguridad europeos, la prensa de los países vecinos ya no se muerde la lengua. El belga ‘Le Soir’ se preguntaba este miércoles si Scholz es “el tonto útil” de China.
Scholz sigue los pasos de su antecesora Angela Merkel, que en la relación con China siempre priorizó los negocios. El alemán es el primer jefe de Gobierno europeo que visita Pekín desde que estalló la pandemia. Las críticas le llegan incluso de su ministra de Exteriores, la ecologista Annalena Baerbock, que intentó no parecer muy dura al criticar sobre todo el momento elegido para la visita. En Uzbekistán dijo que “la política hacia China debe cambiar” y que el respeto a los derechos humanos y al Derecho internacional no debería haber cooperación económica. Scholz viaja a China con los principales industriales alemanes sin hacer caso a la jefa de su diplomacia. En su avión vuela este jueves entre otros Oliver Blume, patrón del grupo Volkswagen (el 40% de sus coches se venden en China).
Mientras, China bloquea las inversiones europeas en sus infraestructuras. Decía hace años el entonces primer ministro italiano Enrico Letta que en Europa, frente a gigantes como China, hay dos tipos de países, los pequeños y los que todavía no saben que son pequeños.