La noche en la que Europa contuvo la respiración


Stoltenberg asegura que “no hay indicios de que Rusia esté planeando un ataque contra la OTAN
Última hora de la tarde de un martes anodino. Mientras los líderes de las mayores potencias del mundo se reunían en Bali durante la cumbre del G20, una explosión sacudió un villorrio en el este de Polonia a pocas decenas de kilómetros de la frontera con Ucrania. El Gobierno polaco convocó a su consejo de seguridad nacional y puso en máxima alerta a sus Fuerzas Armadas. Lo sucedido, porque entonces se temió lo peor, no era sólo inédito desde el inicio de la guerra sino que nunca había ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial, ni en los peores momentos de la Guerra Fría. Las reacciones llegaron desde Bali en aquel G20 hasta el cuartel general de la OTAN en Bruselas. ¿Rusia había atacado por primera vez a un país miembro de la OTAN? De confirmarse esa información la guerra en Ucrania tomaba un cariz mucho más peligroso. Pero las reacciones eran muy medidas y casi nadie hablaba de ataque hasta el punto de que el primer ministro belga Alexander De Croo lo limitó a un “incidente”. Polonia sólo confirmaba dos muertes.
A la información del ataque se unió en pocos minutos otra que alteraba el escenario habitual de esta guerra. Por primera vez desde que estalló el conflicto, Ucrania anunciaba que había cerrado el grifo del oleoducto que une Rusia y Hungría. Alegaba que la presión que llegaba era insuficiente. Moscú desmentía ese problema pero el petróleo a fin de cuentas dejó de llegar a los terminales húngaros. Hungría es el país europeo que más arrastró los pies en cada decisión contra Rusia desde que empezó la agresión en Ucrania, desde las sanciones hasta los embargos.
El paso de las horas y las primeras informaciones de la inteligencia estadounidense hicieron bajar la tensión. El presidente Joe Biden dijo en la madrugada europea que parecía “improbable” que lo que fuera que había caído en Polonia hubiera sido disparado desde Rusia.
Mientras, la OTAN preparaba a marchas forzadas una reunión de sus embajadores. Polonia no parecía tener intención de pedir la activación (se necesita una decisión política) del artículo 5º del Tratado del Atlántico Norte, el que obliga a todos los Estados miembro a acudir con todos los medios disponibles (también militares) en defensa del país “agredido”. Los polacos sí parecían a primera hora de la mañana dispuestos a activar el artículo 4º. Es un paso menor que se limita a pedir consultas a los aliados cuando un Estado miembro siente amenazada su seguridad.
¿Pero estaba Polonia amenazada?
A primeras horas de la mañana europea empezó a conocerse realmente lo ocurrido. Un cohete antiaéreo ucraniano, disparado contra un misil ruso, se había desviado y había caído en territorio polaco. La mala suerte hizo que cayera sobre una zona poblada. Fuentes de la OTAN contaban poco después del mediodía que tanto ellos como los servicios diplomáticos de la Unión Europea llevaban meses advirtiendo de que un accidente así era un riesgo real porque Rusia estaba atacando objetivos militares y civiles ucranianos a pocas decenas de kilómetros de las fronteras de Moldavia o Polonia.
Lo de anoche fue una explosión y salvo los dos muertos y el destrozo material no pasará a mayores, pero recuerda a Polonia y a los demás países vecinos de Ucrania y Rusia que la guerra está a sus puertas. La OTAN tuvo que salir con un comunicado que recuerda la solidaridad entre sus Estados miembro y sus medios de disuasión para evitar que sean atacados, pero sin más para evitar una escalada que se hubiera debido a un accidente.
El secretario general de la Alianza Atlántica, el noruego Jens Stoltenberg, señaló de todas formas a Moscú al asegurar que la culpa de la explosión en Polonia no es de Ucrania (suyo fue el cohete) sino de Rusia por lanzas ataques aéreos masivos contra territorio ucraniano fronterizo con Polonia. Sin esos lanzamientos de misiles rusos no habría habido respuesta de los antiaéreos ucranianos ni explosión en Polonia. “No hay indicación de que haya sido deliberado”, dijo Stoltenberg. Añadió que “nuestro análisis sugiere que fue un misil ucraniano para defenderse, pero quiero ser claro, esto no es culpa de Ucrania. Rusia es el último responsable”.
Stoltenberg también dijo que “no hay indicios de que Rusia esté planeando un ataque contra la OTAN” y que la Alianza Atlántica “está preparada para situaciones así”, como las vivida anoche, “pues nos preparamos para momentos en los que ocurren estos accidentes”. Y dejó una lección para quienes fueron con prisas el martes: “Para gestionar este tipo de accidentes se trata de ser firmes y reaccionar rápidamente, pero también de mantener la calma y evitar una escalada innecesaria”.
El mensaje de Stoltenberg se podría dirigir al ministro de Exteriores ucraniano Dimitro Kuleba. Anoche acusaba a Rusia de “promover la teoría de la conspiración de que había sido un misil de la defensa aérea ucraniana el que había caído en Polonia, lo que no es cierto”. Kuleba había disparado en Twitter antes de que se supiera realmente qué había caído en Polonia.